"Años luz" James Salter
Hay libros que conmueven desde el principio. Empiezas a leer y aún no sabes de qué trata, no tienes casi ni idea porque lo que has leído sobre la trama en alguna reseña ya se te olvidó. Solo te quedó la idea de que tenías que leerlo, pero no sabes muy bien por qué. Así es que empiezas. "Surcamos el río negro, sus bancos lisos como piedras. Ni un barco, ni un bote, ni una mota de blanco. El viento ha roto, agrietado la superficie del agua. Es ancho, interminable este gran estuario. El río es salobre, lívido de frío. Discurre borroso por debajo de nosotros". Y sigues sin saber nada. No sabes si van en barco o nadando, pero te da lo mismo porque no te puedes sustraer a una prosa tan bella, tan perfecta, tan extrañamente precisa en su descripción de un río. "El día es blanco como papel. Las ventanas están congeladas. Las canteras están vacías, la mina de plata inundada. El Hudson es aquí vasto, vasto e inmóvil. Una región oscura, un paraje de esturiones y de carpas. En otoño plateaba de sábalos. Los gansos dibujaban en el cielo su larga y cambiante V. La marea sube desde el mar. Dicen que los indios buscaban un río que «discurriera en los dos sentidos». Lo encontraron aquí". No he salido de la primera página y ya estoy atrapada sin remedio.
Sigo leyendo y voy conociendo a los personajes. Una familia que vive al norte del estado de Nueva York, en una casa victoriana, al otro lado del río Hudson que atraviesan a diario para ir a Manhattan, a trabajar el padre o frecuentemente para ir de compras la madre. Viven cerca del agua, cerca de la ciudad, cerca del paraíso. Son una familia en la plenitud de la vida. Padres jóvenes, enamorados, hermosos, sin que nada les sobre, pero tampoco nada que les falte, felices con sus dos preciosas y sanas hijas de siete y cinco años. Estamos en 1958 "La luz se derramaba sobre el río de color pizarra. Una luz suave, la ociosidad de Dios. El puente nuevo, a lo lejos, brillaba como una afirmación, como una línea en una carta que despierta tu atención".
Viri, el padre, es arquitecto. Viri es una abreviatura de Vladimir porque su familia era de origen ruso. Nedra, la madre, es como el hada benefactora de toda su familia y de su grupo de amigos. Nedra cuida de la casa y de su familia, dibuja (aunque Viri dibuja mejor aún), va de compras a la ciudad y a comer con amigas. Es una presencia que llena la vida de cuantos la rodean y la nuestra como lectores. Su descripción, al principio del libro, es una de las cosas que me cautivó y me amarró a sus páginas. "Era alta, seria; llevaba el cuello desnudo. [...] Ella, esta mujer, lo hace todo; no hace nada. Viste un suéter de color avena, esbelta como una espiga, con su pelo largo recogido, la lumbre crepitando. Lo que le preocupa de verdad es lo esencial de la vida: la comida, la ropa de cama, las prendas de vestir. Todo lo demás no significa nada; se arregla sobre la marcha. Tiene una boca grande, la boca de una actriz, emocionante, intensa. [...] Tiene veintiocho años. Sus sueños, que todavía perduran en ella, la ornamentan; es confiada, serena, está emparentada con criaturas de cuello largo, con rumiantes, santos abandonados. Es precavida, difícil de abordar. Esconde su vida".
Por no faltar en esta casa y en esta familia, no falta ni siquiera el perro, Hadji. Cuando lo conocemos es un cachorro. Él también refleja la plenitud de la vida, la juventud, los sueños, la despreocupación. Con ellos vive también Ursula, la poni de las niñas. Todo es perfecto y la luz del amor y de la amistad brilla, sin la menor ñoñería, en esta casa y en estos personajes. Al iniciarse la historia, reciben a cenar en su casa a los Daro, Peter y Catherine. Trucha, cordero, buen vino. Una lámina de Chagall presidiendo y extendiendo las manos de su ingenua belleza sobre la mesa. Las niñas durmiendo arriba en sus dormitorios. "No hay felicidad como esta dicha: mañanas apacibles, la luz del río, el fin de semana por delante. Vivían una vida rusa, una vida fecunda, entrelazada, en la que un infortunio de uno de los miembros, un fracaso, una enfermedad, rompería el equilibrio de todos. Aquella vida era como una prenda de vestir. Su belleza estaba fuera, su calor dentro".
¿Por qué entonces buscan fuera el calor que ya tienen en su propia casa? La belleza del exterior les engaña y anhelan otra belleza que solo será externa y que tal vez no caliente como la propia. Su propio amor no les sirve. Puede que a nadie le sirva. Todos anhelamos algo que creemos que podría estarnos reservado, algo distinto a lo que tenemos, porque no es necesario que sea mejor, basta con que sea distinto. Y así Viri busca, o tal vez encuentra sin buscar y sin darse cuenta de que nada le falta. Viri que tiene una mujer que todos los hombres le envidian, a la que todos los hombres desean; que tiene dos preciosas hijas en las que resume toda la felicidad de la vida; que vive en una casa como de cuento de hadas; Viri cuya "vida es misteriosa, es como un bosque; desde lejos parece una unidad que cabe comprender y describir, pero más cerca empieza a separarse, a disolverse en luz y sombra de una densidad que ciega. Dentro de esa vida no hay forma, sólo un detalle prodigioso que llega a todas partes: sonidos exóticos, astillas de luz solar, follaje, árboles caídos, animalillos que huyen al oír el crujido de una rama, insectos, silencio, flores". Para Viri, ese bosque que todos ven desde fuera, es engañoso. Pierde su unidad cuando te acercas, deja de ser un bosque para convertirse en un espacio rodeado de árboles tan altos que no llegamos a ver su final. Para Viri, puede que para todos, hay dos clases de vida, la que ven los demás, la que se ve de lejos, el precioso bosque que todos envidian, pero que no es más que el espacio que nos contiene y los árboles que lo oscurecen, y la que realmente anhelamos vivir, la que puede que no exista, pero la que nos pasamos buscando toda nuestra existencia.
No es que Viri y Nedra no sean felices, es que presienten que hay algo más allá de su vida y lo buscan en lo que tienen más cerca. Nedra se acuesta dos veces por semana con Jivan, el amigo soltero del grupo. Viri se deja fascinar por Kaya, una mujer a la que conoce en un acto cultural. No es que no se quieran. Se quieren y se quieren mucho, pero ambos aliñan con sus respectivos amantes un plato que se les va quedando por momentos un tanto insípido. Lo que no llego a tener claro es si cada uno sabe algo de los apaños del otro por darle más sabor a la vida o ambos creen que solo él se siente insatisfecho dentro de su satisfacción.
Avanza la novela y avanza la vida con sus inexorables cambios. Porque esta es una novela que cuenta muy pocas cosas. En realidad no cuenta nada, pero cuenta la vida, lo cuenta todo. No solo la vida de los personajes, sino la de todos y cada uno de nosotros. Pasar del esplendor de la juventud a las sombras de la vejez, es terrible. Esa sensación me ha dejado "Años luz". La de una tristeza insondable por los personajes, por su devenir a través de los años, su viaje desde la plenitud hasta la decrepitud, no tanto física que también, como de su situación. No quiero avanzar nada de la trama, aunque creo que en este tipo de obras no tiene demasiada importancia, pero en la historia, en diferentes personajes, vemos soledad, separación, derrumbe físico, enfermedad, muerte, conformismo, resignación... y la valentía de intentar luchar contra todo ello.
Impresiona la tragedia de Viri cuando piensa que, al igual que la pareja del cuento a la que le concedieron tres deseos y los malgastó en anhelos inútiles, él también ha desperdiciado su oportunidad pues "había expresado un solo deseo, que era demasiado nimio: que ellas [sus hijas] crecieran en el más feliz de los hogares". Pero ese era el mejor deseo. El fallo no estuvo en desear mal, sino en que alguien rencoroso o descuidado, se olvidó de concederle su deseo. Y llegar a viejo sintiendo que has malgastado tu vida debe de ser una de las peores sensaciones que se puede tener. Aunque hay otras sobre las que reflexiona este libro.
Qué se siente cuando se ve envejecer a los propios amigos, los que fueron jóvenes con nosotros, los que un día compartieron nuestra mesa y bajo un cuadro de Chagall degustaron nuestro vino. Qué se siente cuando se ve que un amigo de nuestra edad "en seis meses había dado un paso gigantesco hacia la muerte. Tenía los ojos más hundidos, su nariz parecía más pequeña. Hasta su pelo... ¿llevaba una peluca?". ¿Sintió Nedra su propio envejecimiento, la aproximación de su propia muerte? ¿Somos conscientes de que también nosotros envejecemos? No conscientes con la consciencia del conocimiento que por supuesto que sí, sino con la del sentimiento. ¿Sentimos realmente que eso que vemos alrededor es lo mismo que nos sucede o nos sucederá a nosotros?
Porque mientras terminaba la "Años luz" me daba cuenta de que esa tristeza ante el devenir de la historia y de las vidas de los personajes (que son muchos más de los que yo cito aquí, pero todos al servicio de la familia protagonista), se podría aplicar a mi propia vida que ya pasó con mucho la edad en la que estos personajes se nos muestran en sus momentos más bajos, pero es que, afortunadamente para nosotros, no lo sentimos así. Y entonces me doy cuenta de que cada uno protege su propia vida y su decurso al margen de los demás, del exterior y de lo que es objetivamente un camino hacia el fin. En definitiva, aunque sabemos que somos finitos, sentimos que somos eternos.
James Salter |
James Salter era para mí un autor desconocido hasta que empecé a ver alguna referencia a "Años luz" en algunos blogs. Para mi desgracia, lo confundía con otro autor de apellido similar y cuya única novela leída no me había gustado en exceso. Fue tras leer la reseña de Juan Carlos Galán en su blog cuando definitivamente tomé nota de este libro. Si él confiesa alguna confusión y el hecho de esperarse otra cosa, yo, sin esperarme nada en concreto más allá de la historia de una familia en estados Unidos a mediados del siglo XX, he visto la confusión inicial de no saber muy bien de qué iba compensada por una fascinación que me sedujo desde la primera línea, como ya he dicho.
"Años luz" está escrita con un estilo cuidado y aparentemente sencillo en la forma. Frases cortas. Ideas sencillas. Mucho diálogo. Pero lo que se esconde tras cada frase y cada idea y cada conversación es profundo. Esconde mucho sentimiento. Esconde mucho sentimiento universal que se nos puede aplicar a todos y mucho conocimiento que no todos hemos llegado a sentir. Por ello, lo que más me ha atraído de esta historia es que nunca había visto reflejada en una novela (o nunca como en esta había sido consciente de ello) el transcurrir de una vida humana por una cuesta abajo que la maestría del autor es capaz de resumir en unas pocas frases y en un perro, "Hadji estaba sentado a sus pies, mirando hacia arriba, hambriento como todos los viejos. Era su perro, el que había corrido por la nieve infatigable, con sus patas fuertes, jóvenes, y las orejas plegadas, sus miradas agudas, su olor puro. Su vida había transcurrido en un soplo".
Esta novela entra en el IV reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1980. "Años luz" está publicada en 1975.
Título del libro: Años luz
Autor: James Salter
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: Light years
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: Light years
Traducción: Jaime Zulaika Goicoechea
Editorial: Salamandra
Año de publicación: 2013
Año de publicación original: 1975
Nº de páginas: 384
Interesante reflexión la que nos trae esta novela. Frecuente ultimamente en mi vida. Creo que me gustará leerla.
ResponderEliminarIntresante reseña.
Un abrazo.
Realmente interesante la reflexión, aunque muy dura. ver cómo la felicidad y la plenitud de la juventud se va transformando en soledad, pérdidas, enfermedad o simple debilidad debida a los años, es muy triste, pero es desolador cuando te pones en la piel de los personajes y ves que lo mismo sucede en tu vida. Pero lo curioso es que igual que los personajes de la novela siguen adelante y mantienen la ilusión y son inconscientes de ese declive, somos nosotros ignorantes del mismo. Es muy interesante ese ardid de la vida para que sigamos manteniendo la 𝘫𝘰𝘪𝘦 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘳𝘦 en medio de ese caminar hacia el final.
EliminarLa verdad es que más que triste, me ha resultado curioso todo esto.
Un beso.
Veo, Rosa, que a diferencia de lo que me ocurrió a mí leyendo esta novela tú quedaste atrapada en la prosa de James Salter desde las primeras páginas. A mí -lo digo en mi reseña que amablemente tú enlazas en la tuya- me produjo cierta confusión varias cosas (las variadas denominaciones de los personajes, el gran número de los secundarios, la figura del narrador con ese "yo" que aparece en ocasiones y que no pude descifrar quién es...), pero veo con agrado que tu disfrute con esta narración ha sido total y completo. Me alegro un montón.
ResponderEliminarA mi además del asunto del envejecimiento y de esa reflexión sobre si se ha aprovechado o malgastado la vida ta vivida, me llamó muchísimo la atención la importancia que Viri da a los hijos como testimonio dejado en el tiempo cuando él ya no esté; y, por contra, la necesidad sentida por Nedra de desasirse de ellos y marchar (dar el portazo de Norma en "Casa de muñecas") para así ser ella misma, en definitiva, vivir.
Una novela que merece ser leída varias veces porque contiene mucha "chicha".
Un beso
No he querido extenderme más de la cuenta (ya lo he hecho con paranoias propias que la novela me ha sugerido) y he obviado algunas cosas que me llamaron la atención como ese "yo" que, efectivamente, sorprende y nunca llegamos a saber quién es.
EliminarViri es un personaje, para mí, un tanto inmaduro y su matrimonio en Roma lo demuestra. Tiende a dejarse llevar por las personas o las circunstancias. Nedra tiene mucha más entidad, pero tampoco la veo como la Nora de Ibsen. Nora estaba sola con su propia ansia de libertad y un marido dominante. Nedra no suelta un amante hasta tener otro (aunque al final se la ve sola) y es ella la que domina en la pareja. No creo que nunca haya dejado de ser ella misma, aunque está claro que necesita desasirse de todos para disfrutar plenamente de su vida y su libertad.
Respecto a los secundarios que, como dices en tu reseña, no están muy definidos, yo pienso que todos ellos están al servicio de Nedra y Viri. Les sirven a ellos para reafirmarse por comparación. Puede que, siendo así, haya sido un acierto no definirlos más y dejarlos como meras comparsas.
La novela es fantástica en la forma y en el fondo. Te agradezco muchísimo (y ya no sé cuántas van) el que me hayas impulsado a leerla.
Un beso.
Interesante lectura y aun mas interesante tu reseña.
ResponderEliminarLectura que da para pensar...
Para pensar muchísimo. Es una novela que te obliga a plantearte muchas cosas. Y encima está muy bien escrita. Me ha parecido muy muy buena.
EliminarUn beso.
¡Qué reseña más preciosa, Rosa! No conocía nada de esta novela pero por lo que cuentas creo que me va a encantar. Más allá de la historia por esa melancolía y el tono de la narración. Un beso y gracias por la recomendación.
ResponderEliminarEs un gran libro. La facilidad para reflexionar sobre la vida, la familia, las amistades, el paso del tiempo, es algo que llama la atención en estos escritores estadounidenses. Esta novela es especialmente hábil en esos aspectos. Ya nos contarás.
EliminarUn beso.
Hola Rosa!. No conocía al autor pero con tu reseña me has dejado con ganas de leer esta novela. Me gustan esas historias que parecen no contar nada y lo cuentan todo. Apuntada me la llevo. Besinos.
ResponderEliminarEs algo muy común a los escritores estadounidenses. Parece que no cuentan nada, nada reseñable, nada muy fuera del común de las vidas comunes. Y no, no lo cuentan, pero es que las vidas comunes cuando se cuentan bien, tienen en común lo interesantes que pueden ser. Cuando un escritor lo consigue, para mí es un gran escritor.
EliminarUn beso.
Hola.
ResponderEliminarQué buena reseña has hecho, como siempre.
Ahora mismo no me veo leyendo algo tan intenso, que habla de vejez y aprovechar la vida. Pero tomo nota igualmente porque sé que si lo leo me gustará.
Muy feliz miércoles.
Tampoco llega a la vejez (los personajes nunca llegan a tener los años que yo tengo ahora y la verdad es que se quedan bastante por debajo), pero sí a una madurez en la que todo ha perdido el brillo de los mejores momentos. Al menos observado como lector.
EliminarUn beso.
Hace tiempo que tengo este libro en la lista de pendientes y por una cosa u otra lo voy dejando. Creo que el tema del paso del tiempo no hace que me sienta demasiado bien, pero sigue siendo un libro que quiero leer.
ResponderEliminarGracias por una reseña tan bonita.
Besos
Es un libro muy interesante y bien escrito. A mí tampoco me entusiasma el tema del paso del tiempo, pero aquí está contado mezclándolo con otras muchas cosas. Puede que el paso del tiempo me haya impresionado a mí en la novela y otros lectores encuentren otras cosas como más relevantes. Ya sabes que cada lector encuentra un libro diferente. No obstante, lo que es es un buen libro con una muy buena historia.
EliminarUn beso.
Es una reseña preciosa, Rosa. Si no fuera porque ya he leído la novela hubieras conseguido tentarme
ResponderEliminarLa prosa de Salter es impecable y es cierto que tiene algo que te envuelva y no te deja escapar. Para mí esta novela permanece en mi memoria muy ligada al río Hudson y a esos días despejados de invierno de luz magnífica para gélidos. Recuerdo que a pesar de gustarme mucho lo que contaba sentí a la pareja protagonista un poco distante. He estado revisando lo que escribí sobre ella en su día y lo que ya no recordaba es que había finalizado asegurando que iba a ser una de esas lecturas que permanecen. Ahora que ya ha trascurrido algún año puedo asegurarlo de verdad. Creo que pocas alabanzas mejores puede recibir un libro.
Besos
He leído tu reseña que veo que es anterior a que yo siguiera tu blog y, por lo tanto, la desconocía. de haberla leído puede que mi encuentro con este libro hubiera tenido lugar varios años antes.
EliminarVeo que con nuestras diferencias, nos hemos fijado en cosas muy similares en la historia. El paso del tiempo, ese buscar fuera la felicidad que parece haber dentro de la propia vida en pareja, ese no contar nada y contar tantas cosas. Se me escapó, sin embargo, la comparación del matrimonio con el tatuaje y es raro, porque es muy buena y muy acertada.
Desde luego, es un libro que no deja indiferente y que años después, como tu demuestras, sigue recordándose y sigue marcando. a mí me atrapó desde el principio y ya tengo echado el ojo a varios libros más del autor.
Un beso.
Interesante reseña, Rosa. He leído el libro hace algún tiempo y me ha parecido muy inteligente y reflexivo. El rol de Nedra está mejor desarrollado que el de Viri y, como expresé en ese momento, me pareció un homenaje de Salter a la mujer del siglo XX, con sus luchas de emancipación y de igualdad de género.
ResponderEliminarMe alegro que nos haya gustado a ambos.
Un beso para ti.