"Catedrales" Claudia Piñeiro
"No creo en Dios desde hace treinta años. Para ser precisa, debería decir que hace treinta años me atreví a confesarlo. Tal vez no creía desde tiempo antes. No se abandona “la fe” de un día para otro. Al menos no fue así para mí. Aparecieron algunas señales, síntomas menores, detalles que, al principio, preferí ignorar. Como si estuviera germinando dentro de mí una semilla que, tarde o temprano, reventaría y abriría la tierra para salir a la superficie como un tallo verde, tierno, débil aún, pero decidido a crecer y gritar a quien quisiera oírlo: «No creo en Dios»". Con este, que es el inicio de la novela, podría empezar esta entrada y podría decir desde cuando no creo yo en Dios y hasta podría hacer una reconstrucción de cómo salí del colegio un mes de junio creyendo y entré en el instituto en septiembre totalmente descreída.
También podría empezar con esta declaración de Lía, ya avanzado el libro casi un cuarto de su extensión. "Hay lugares en donde es más difícil sobrevivir: en un desierto, en una isla inhabitada, en el pico de una montaña, en Marte, en un país en guerra, en la selva. En mi familia". Y podría hablar de las dificultades de la vida y de aquellos lugares en los que sobrevivir se hace una tarea ardua o absurda o improbable o imposible o, simplemente, difícil. Y podría analizar la vida en familia como impedimento o factor que dificulta la supervivencia, y podría hablar de mi propia familia en la que sobrevivir no fue ni más difícil ni más sencillo que en otras muchas; una familia en la que la vida fue medianamente soportable, alegre, complicada, con carencias, con excesos, con... vida familiar.
Podría empezar de esas dos formas, pero creo que voy a hacerlo con una frase que no es de la novela ni de la autora, sino de un epígrafe que aparece justo antes del primer capítulo y que se debe a un autor estadounidense del siglo XIX, Ralph Waldo Emerson, "La religión de una época es el entretenimiento literario de la siguiente". Y es que creo que, más allá de suponer la invención ideal del hombre ante la contingencia de la vida y la desesperanza tras la muerte, las religiones sirven maravillosamente a la literatura. Como crítica, como causa de acontecimientos de todo tipo, como entretenimiento. Hay muchas novelas cuya trama deriva de asuntos religiosos mejor o peor entendidos. Esta es una de ellas.
Lía dejó de creer en Dios, o se atrevió a confesarlo, hace treinta años. Necesitó que la vida la golpeara en lo más sensible para llegar a esa conclusión que se estaba gestando en ella, que, como una semilla, iba creciendo dentro de ella hasta romper el caparazón de la inconsciencia y salir al exterior en forma de una confesión pública ante toda su creyente familia y ante el párroco. Pero es que hay golpes que merecen declaraciones de este tipo. Como por ejemplo que el cadáver de la hermana pequeña aparezca medio abrasado y descuartizado. Ana se declara atea y no entiende cómo el resto de la familia puede seguir adelante sin derrumbarse. "No entendí de dónde mi madre sacaba fuerzas para cualquier otra cosa que no fuera desgarrarse en vida por la muerte de su hija más pequeña. Mi padre, que era quien mejor me conocía y no tenía dudas de que yo hablaba en serio, me apartó del grupo para pedirme que lo reconsiderara y que, mientras tanto, al menos dijera que era agnóstica. Carmen, nuestra hermana mayor, [...] lloró en los brazos de sus amigos de la Acción Católica y dejó de hablarme a partir de ese día".
A partir de ese día de hace treinta años, Lía se fue extrañando de la familia hasta que puso miles de kilómetros por medio, abandonó su barrio en las afueras de Buenos Aires y se trasladó a vivir a Santiago de Compostela donde regenta una librería. Tan solo con su padre mantiene relación epistolar, pero le tiene prohibido que le dé noticias del resto de la familia así es que hablan de literatura y otras cosas importantes que no duelen. De los autores que cada uno va descubriendo; de Raymond Carver y su relato "Catedral" con el que Lía quiere hacerle entender a su padre como es la Catedral de la ciudad en la que vive; de los autores a los que releer y de aquellos a los que no se va a leer nunca más. Tan solo una noticia tiene su padre permiso para comunicarle a Lía y es la resolución del asesinato de Ana. Pero lo que llega a la librería no es la carta del padre que, por otra parte, no espera hasta dentro de un par de semanas, sino la visita inesperada de su hermana Carmen y de su marido Julián. El matrimonio de Carmen fue la única noticia familiar con la que su padre se atrevió a contravenir sus deseos. Y esta visita no se debe a la esperada detención del asesino de la hermana de ambas.
Pero Lía, contra lo que se puede pensar en un principio, no es más que uno de los personajes protagonistas de esta historia, el primero. Terminaremos por saber todo acerca de la muerte de Ana y del brutal tratamiento dado a su cuerpo, pero esa es una historia que nos irán contando, cada uno lo que sabe, los distintos testigos parciales de lo sucedido. Entre ellos, Mateo, el hijo de Carmen del que Lía nada sabe, el que se ha dado cuenta a tiempo de que su familia, en parte la misma que la de Lía, es un obstáculo importante para todo tipo de supervivencia. "¿Por qué alguien decide ser padre? En el caso de los míos, la paternidad parecía estar vinculada con una cuestión de propiedad, “tener un hijo”, ser dueños de él. Cuando le pregunté a mi madre por qué había estudiado Teología, me contestó: “Porque quería ser madre”. No entendí la relación entre la teología y la maternidad. Hasta que me di cuenta de que lo que ella oponía a ser madre era convertirse en monja, y se me puso la piel de gallina". Descubrir que uno es la alternativa que su madre encontró a ser monja, es algo para poner los pelos de punta, sin duda. Mateo, como no, fue una gran decepción para su madre al no querer entrar en el seminario. Mateo solo sabe lo que le han contado, sobre todo su abuelo. Él nació mucho después de la muerte de Ana. Mateo es un joven que tiene mucho que decir y del que se podría hablar mucho. Es otra víctima de la religión o mejor dicho de cómo su madre entiende la religión.
También conoceremos a Marcela, la mejor amiga de Ana. La que contradice lo poco que se sabe sobre la muerte de la joven, pero es que Marcela, que fue la última persona que la vio con vida (salvo el asesino, claro), sufre desde entonces un problema de memoria. Sufrió un golpe en la cabeza y padece amnesia anterógrada, una enfermedad que le impide crear nuevos recuerdos. Hasta el momento del golpe, lo recuerda todo con nitidez, pero desde entonces, solo a base de libretas en las que lo apunta todo antes de olvidarlo, sabremos su versión de los hechos o lo que recuerda de ella.
Elmer era en el momento del crimen un componente del equipo forense. Un recién llegado recién terminados sus estudios. Nunca estuvo de acuerdo con las conclusiones finales y, visto lo visto, tenía razón. "Bueno, no fue sólo cuestión de conocimiento. Yo se lo atribuyo a que desde chiquito tengo una característica que algunos ven como negativa y que yo considero una virtud extraordinaria: soy terco de terquedad absoluta". Pero de nada le sirvió por entonces su terquedad porque tuvo que dejarla aparcada ante la autoridad que él no tenía. Puede que ahora sea su oportunidad para demostrar que, aunque más joven e inexperto, tenía razón en sus suspicacias.
Julián y Carmen, hermana y cuñado respectivamente de Ana, también nos irán contando sus recuerdos del año en que la joven murió que fue también el de su enamoramiento y el comienzo de su noviazgo. Ambos desde su condición de católicos radicales nos irán dando una visión del mundo encorsetada y peligrosa como lo es siempre la de los que se creen elegidos por los dioses y cargados de razón. "Es difícil resistirse a ser elegido por Dios. Otra vez la vanidad, el sentirse especial. Y una pelea absurda: la de una Fe, la católica, contra otra Fe, el amor". Por eso Julián abandonó el seminario y se entregó a su amor por Carmen sin remordimientos, culpas o cargos de conciencia.
Claudia Piñeiro |
El último en hablar será el padre, pero para entonces ya él y todos nosotros sabemos lo que le sucedió a Ana. Poco a poco, con cada nuevo narrador, nos hemos ido acercando más a la verdad. Una verdad que, a partir de cierto momento, empiezo a sospechar, pero no importa porque los libros de Claudia Piñeiro, aunque están calificados como novela negra o de intriga, no tienen como objetivo principal sorprendernos con un final inesperado. A lo largo de ellos hay muchos temas y muchas reflexiones que le van quitando importancia al tema a investigar o a descubrir y van haciendo que nos olvidemos de él para centrar nuestra atención en otras cosas.
"Catedrales" es la última novela de Claudia Piñeiro, una autora argentina de la que ya había leído tres libros y visto un par de películas basadas en algún otro. Ninguna había llegado al blog hasta ahora, pero no creo que sea la última pues ya tengo varias más en mi lista de pendientes.
Título del libro: Catedrales
Autora: Claudia Piñeiro
Nacionalidad: Argentina
Editorial: Alfaguara
Nacionalidad: Argentina
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2020
Año de publicación original: 2020
Nº de páginas: 306
Hablar de esta manera de ser creyente me ha parecido una furiosidad, un deseo de desvinclularse de una vez por todas del estigma. No puedo decir que haya un ser barbudo al que llamar Dios, pero sí una fuerza superior que pulula por alguna parte . Me ha parecido muy interesante. Un saludo Rosa.
ResponderEliminarComo bióloga yo también creo en esa fuerza superior, pero en ciencia la llamamos energía y está sometida a las leyes de la física. Las religiones le han servido al hombre para buscar algo más allá de una muerte con la que no llega a reconciliarse, pero entendida como la entiende esta familia de la novela (o algunos de sus miembros) puede ser una terrible lacra.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, cuando he visto la novela que comentabas me he leído rápidamente la reseña. Había leído el libro hace unos meses y me había impresionado.
ResponderEliminarEsa forma de vivir la religión me parece tóxica, pero las que ya tenemos unos años lo hemos visto y no nos resulta extraño.
Supongo que a la generación de nuestros hijos les tiene que chocar e, incluso, resultar incomprensible.
Había leído otros libros de la autora y me habían gustado, éste me ha dejado huella, me vuelve a recordar la miseria de educación religiosa que pretendieron inculcarnos. Afortunadamente, no se lo hemos transmitido a nuestros hijos. Un beso
La religión entendida como algo que gobierna la vida por completo es algo como dices tóxico. Esas personas, además, suelen creer que están en posesión de la verdad y pueden llegar a ser muy peligrosas. Ponen la religión por delante de cualquier otra cosa y dejan que determine su forma de vivir. Cuando éramos niñas, en colegios religiosos y en muchas casas, lo vimos. Ahora las cosas han cambiado, aunque me temo que algunos reductos de fundamentalismo aún quedan también entre los católicos.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, de Claudia Piñeiro he leído Las viudas de los jueves y Betibu y me gustaron mucho. Esta que traes hoy me parece totalmente distinta a estas dos y me llama la atención. Me la llevo apuntada. Besinos.
ResponderEliminarLeí "Betibú", pero de "Las viudas de los jueves" solo he visto la película. Espero leer el libro no tardando mucho. También me gustaron mucho "Elena sabe" y "Tuya". Te los recomiendo.
EliminarUn beso.
Aprovechando que he conectado el ordenador para ir a cierto sitio (tú ya me entiendes), comento esta reseña que me ha puesto la miel en los labios porque el trasfondo (o puede que no sea tan trasfondo) es de lo más interesante.
ResponderEliminarLa familia en la que crecemos tiene una impronta que es fundamental para nuestra forma de ser. Eso puede ser para bien o para mal, pero el caso es que así es. La herencia "adquirida" mediante lo que vemos y vivimos en el hogar, en la familia, nos marca y nos condiciona. Cada uno, más tarde, puede cambiar esas pautas, pero es cierto que lo que se mama desde niño es complicado de variar, al menos sutancialmente. Al menos eso pienso yo.
Si a todo esto, en la familia, en el lugar donde crecemos, hay un sentimiento religioso profundo, la cosa se complica porque ciertas pautas cuando las rigen los designios divinos... eso ya puede ser aún más complicado.
En fin, que me apunto el libro.
Un besote de verano.
En esta familia la carga es terrible. la hermana mayor la acepta y la supera, pero las dos pequeñas, cada una a su manera, son víctimas de esa religiosidad mal entendida que lo ocupa todo y se impone en todos los aspectos de la vida. Lía se va de casa muy pronto, como hará también su sobrino. Ana no tiene tiempo de reaccionar porque muere antes. El padre es otra víctima por no atreverse a poner coto a los comportamientos de su mujer.
EliminarEs curioso como esa "herencia adquirida" de la que hablas, siendo la misma para las tres hermanas, dé resultados tan distintos en cada una de ellas y es que yo creo que la herencia genética es más determinante que la adquirida, aunque esta tenga mucha importancia, por supuesto.
Creo que es un libro que merece la pena leerse. Además Claudia Piñeiro dota a sus historias de una dosis de intriga que, sin ser lo más importante (o a mí no me lo parece) hace más fácil, si eso fuera necesario que no lo es, la lectura de sus novelas.
Un beso.
Pues lo que comentábamos hace poco: que en las buenas novelas negras la intriga solo es la excusa para adentrarse en ciertos temas y ser reflejo de un tiempo y una sociedad. Tomo nota, Rosa, parece muy interesante y me ha encantado la forma que has tenido de arrancar esta reseña. Un beso.
ResponderEliminarSiendo eso cierto, en las novelas de Claudia Piñeiro, se nota más. No lo digo ni como algo positivo ni como algo negativo. No creo que una novela negra sea mejor si se nota menos que lo es. Eso lo piensa mucha gente cuando dice "es algo más que una novela negra". Yo creo que no tiene por qué ser algo más. Basta con que sea una buena novela negra y siempre se le escapará esa crítica de la que hablamos. Las novelas de Claudia Piñeiro es cierto que tienen su parte de intriga, pero no como eje central de la historia. No creo que sean novelas negras ni de intriga ni policíacas, aunque tengan algo de todo ello. La verdad es que es una autora con bastante personalidad.
EliminarUn beso.
Hola Rosa!! Me alegro de que te haya gustado y gracias por el descubrimiento, creo que podría estar bien. ¡Gran reseña! Besos!!
ResponderEliminarEs una autora que además de tener calidad en sus libros es capaz de entretener, mover a la reflexión, ser crítica... en fin que merece mucho la pena.
EliminarUn beso.
Hace tiempo que quiero leer a esta autora pero al final siempre se queda en futurible. La novela me llama la atención por los temas que trata. Las relaciones familiares son un filón para la literatura. La fe religiosa mal entendida y llevada al extremo puede hacer mucho daño. Me gusta además que se plantee la historia desde la perspectiva de los diferentes personajes. Tomo buena nota.
ResponderEliminarBesos
Creo que merece la pena conocerla y luego ya decidir si se lee algo más. Lo primero que yo leí de Claudia Piñeiro fue "Betibu" y me gustó lo suficiente como para seguir con la autora.
EliminarQuizás para empezar con ella esta, su última novela, sea la más adecuada.
Un beso.
Me apunto libro y autora, pues tampoco la he leído nunca. Y me quedo también con esa frase y reflexión acerca de la religión y la literatura, ciertamente acertada.
ResponderEliminarAdemás creo que la familia es otro asunto muy literario y que siempre resulta interesante, gracias por la recomendación.
Un beso.
La familia es uno de mis temas literarios favoritos. La religión no lo es tanto, aunque reconozco que es muy interesante. Los dos juntos hacen una mezcla explosiva que da como resultado los hechos de esta novela que también te recomiendo.
EliminarUn beso.
Sólo he leído ´Las grietas de Jara', una novela entretenida de Piñeiro, pero nada más. No soy de encarar novela negra y, a fe de lo que nos cuentas, ésta parece serlo. No obstante, el tema de la fe tiene su chispa. Lo apunto, porque lo has hecho parecer interesante, Rosa.
ResponderEliminarUn beso para ti.
Me encanta la novela negra, pero como digo en la entrada, las de Claudia Piñeiro yo no las calificaría de negras en sentido estricto. Esta es más una novela sobre la fe y el daño que pueden causar los fundamentalismos, religiosos o de cualquier otro tipo. No es una de mis escritoras favoritas, pero creo que tiene su punto y suele tratar temas interesantes, más allá de la intriga que haya.
Eliminar"Las grietas de Jara" es una de las que tengo pendientes.
Un eso.
¡Hola Rosa! Cuando he leído el comentario que has dejado en mi blog, me he asombrado porque no recordaba haber leído tu reseña sobre esta novela. Y es que supongo que en agosto de 2020 (que es cuando la publicaste) igual yo todavía no te leía con tanta asiduidad como ahora.
ResponderEliminarMe ha encantado tu reseña, ya sabes que coincidimos en todo, que las dos la hemos disfrutado. Aprovecho para decirte que no dejes de leer "Una suerte pequeña", ya sé que la tienes en mente, pero no la olvides, que me gustó mucho y pienso que te puede gustar.
Por cierto, me has dejado con mucha curiosidad de saber qué fue lo que pasó ese verano para que entraras en el instituto descreída, aunque puedo hacer mil conjeturas.
Estoy de acuerdo contigo en que esta novela no es novela negra, al menos no pura, pero es magnífico esa mezcla que hace de thriller con el drama ¿verdad?
Besos mil!!!
Se me había escapado tu comentario. A veces las entradas antiguas se van quedando atrás y los nuevos comentarios que les llegan quedan sin verse.
EliminarEse verano en que me volví agnóstica lo que me pasó es que ya empezaba a leer libros de los que hacen pensar y leí varios que no podría decirte porque he olvidado los títulos, que dieron vuelta a todas las creencias y valores que me habían enseñado.
Espero leer Una suerte pequeña y todo el resto de libros de la autora. Me gusta mucho.
Un beso.
Es malísimo el libro, muy poco creíble. Antes de la mitad de la lectura ya sabes quienee fueron. Cero suspenso, policial, emoción. Horrible
ResponderEliminarLas opiniones son muy variables. Yo creo que es una buena novela, pero lógicamente entiendo que a ti no te haya gustado.
EliminarUn saludo.