"Todo el tiempo del mundo" E. L. Doctorow
Después de leer las versiones de "Wakefield" de Hawthorne y de E. L. Doctorow, puesto que el relato de este último formaba parte del libro de relatos "Todo el tiempo del mundo", decidí leer el resto de los relatos y completar la lectura del libro.
Hace varios años había leído una curiosa novela de Doctorow, "Homer y Langley", basada en hechos reales y que cuenta la historia de dos hermanos... un tanto peculiares. Sabía del autor, además, porque hay dos películas bastante famosas basadas en sendos libros suyos que, creo yo al menos, son menos conocidos que sus versiones cinematográficas. Me refiero a "Ragtime" y "Billy Bathgate". Tiene también una novela, "El libro de Daniel", que recrea libremente el juicio y ejecución de los Rosemberg en Estados Unidos en 1953 acusados de traición. Siempre buscaba (murió en 2015) inspiración en la Historia o en historias particulares para escribir sus libros. Tomadas en conjunto sus novelas son como un fresco de la Historia de Estados Unidos, el país en el que nació el autor en 1931
En "La larga marcha" nos habla de la Guerra Civil americana y más concretamente de uno de sus episodios finales, la travesía de Sherman, tras el incendio de Atlanta, desde Georgia hasta el mar en las Carolinas. En "Ragtime" trata de los primeros años del siglo XX bajo la presidencia de Theodore Rooselvelt, años convulsos previos a la Gran Guerra en los que se fueron gestando los grandes cambios que verían los años centrales del siglo: huelgas obreras, lucha contra la segregación racial, etc. En "Billy Bathgate" avanzamos hasta los años treinta y la Gran Depresión y el mundo del crimen organizado.
Cualquiera podría pensar que soy experta en el autor y, sin embargo, mi experiencia con él se limita a este libro de relatos que hoy traigo al blog y a su novela "Homer y Langley" que leí en un ya lejano 2010 para la tertulia del instituto y me gustó mucho. Y ¿por qué entonces sé cosas de novelas suyas que no he leído? Conocí al autor hace años cuando mi marido interesado en la Guerra de Secesión de Estados Unidos mostró interés por "La gran marcha" recientemente publicada (era 2005). Se lo regalé por Reyes y a él le gustó mucho. He de confesar que cuando unos años después intenté leerlo, lo abandoné enseguida. Demasiada guerra para mí. Pero no sé por qué fueron llamando mi atención sus novelas. Primero las que conocía por el cine, luego la que trata sobre los Rosenberg, un tema que siempre me intrigó porque me recordaba al caso Dreyfus, pero en muy americano y en el siglo XX. Tengo varias novelas suyas en mi estantería de pendientes y otras varias en mi lista, pero aún no me he decidido a volver sobre el autor.
Hace tiempo que tengo pensado hacer con Doctorow lo que hace unos años hice con Rafael Chirbes. Leer toda su obra (o las novelas que más me interesan) en el orden cronológico de ambientación de sus historias (de Chirbes leí toda la obra en orden de publicación, pero es que ambos órdenes coincidían). Y es que, si la obra de Chirbes narra la Historia de España en el siglo XX, de la misma forma, la de Doctorow compone la de Estados Unidos entre los siglos XIX y XX. Tal vez termine por animarme.
Confieso que "Todo el tiempo del mundo" nunca hubiera sido escogido por mí de no haber querido leer esa otra versión de "Wakefield" que complementa el de Hawthorne y da una visión distinta de la misma historia. Una vez leído este primer relato me daba pena no seguir con el resto. Once son los relatos o cuentos que componen el libro y en ellos hay de todo en cuanto a temática, lugar y tiempo de su transcurrir. Hay nostalgia por el pasado, inmigración, conflictos religiosos, ingenuos engañados por el líder de una secta, asesinatos, matrimonios adolescentes, suplantación de personalidad, niños que hablan más de la cuenta, la búsqueda del amor que no llega, un cantante de blues que recuerda su juventud, un hombre que ve la vida de una forma un tanto peculiar y al que le queda todo el tiempo del mundo.
Tienes todo el tiempo del mundo, dice ella.
¿Hasta cuándo?
Hasta que pase algo, dice mi madre.
¿Qué puede pasar?
Ay, si lo supiéramos, dice,
Habla Doctorow en el prefacio a esta edición de "Todo el tiempo del mundo" de la necesidad de que los personajes de un relato estén "enzarzadas en alguna forma de liza con el mundo imperante" de manera que aparezca el conflicto. Todos los personajes de estos relatos parecería que tienen el mundo en contra o ellos se ponen en contra del mundo. Desde las cosas más nimias que se ven con una perspectiva un tanto retorcida, aunque no por ello menos cierta ("cómo se deja arrastrar la gente en la calle por perritos sujetos a una correa. Por lo general, un perrito de patas cortas que mantiene la correa tirante de manera que salta a la vista quién manda. Olfatea aquí y allá para hacer lo que hace, lo hace y ya está listo para reanudar la marcha, dejando que su ayuda de cámara bípedo lo recoja"), hasta aquellos que, hagan lo que hagan, no consiguen que la vida se convierta en una recta placentera ante ellos y se la pasan saltando obstáculos y rodeando barrancos y viendo como todo se estrella ante un destino que siempre les es adverso por más que intenten negociar con él.
Niños que no entienden el mundo atrapados bajo la custodia de adultos que tratan de adaptarlo a sus intereses y que no por eso lo entienden mejor. Jóvenes preparados para un amor que no acaban de encontrar o se les escurre entre los dedos cuando creen haber dado con él. Personas desubicadas, en un país que nada tiene que ver con el suyo, pero en el que intentan abrirse paso como única forma de salir adelante de forma aceptable. "También te vendes cuando friegas platos, hermanito. Este es el país del venderse". Gente que se enamora de quien no debe o de quien no es digno de su amor o de quien no sabe corresponderlo. Vidas extrañas, personajes atrapados en situaciones atípicas. Si cuando hablo de escritores estadounidenses suelo decir que escriben novelas sin grandes acontecimientos, que su mérito es contarnos las vidas corrientes de personas corrientes, no es algo que pueda decir de Edgar Lawrence Doctorow. Este nos pone delante escenarios complicados, vidas al límite, historias extremadas que, al igual que las de los escritores anteriormente citados, analizan desde los márgenes, como aquellas lo hacen desde la cotidianidad, la vida en los Estados Unidos con sus luces y sus sombras.
Los relatos se ambientan a lo largo del siglo XX y en lugares tan variados como las Vegas, las praderas del Medio Oeste, la ciudad de Nueva York, California o la región, austriaca en 1910, de Galitzia. Las historias abarcan varios géneros y nos ponen en presencia de personajes muy variados y con vidas muy distintas. Saltamos de uno a otro y vamos recorriendo micromundos cada uno de los cuales daría para una novela. Nos quedamos con ganas de leer esa novela. Eso es lo que siempre me ha hecho dejar los relatos un poco de lado. Ese saberme a poco (si son buenos claro, porque si son malos poco importa que sean novela o relatos), ese querer saber más de cada personaje y de cada situación, esa frustración cuando se termina y siento que me quedo chupando un palo sentada sobre una calabaza que decía Serrat.
Últimamente leo más relatos y los disfruto, pero con este libro me ha vuelto a pasar eso. No con todos los relatos, pero sí con algunos ¿Cómo no querer saber lo que le había sucedido a aquel hombre que vivía en su coche y que se decidía a visitar la casa de su infancia? Sabemos lo que le sucede a partir del momento en que se presenta en la casa y entabla relación con sus actuales ocupantes; sabemos lo que sienten estos al ver que su casa no les pertenece en exclusiva porque también pertenece a los recuerdos de otras personas y guarda un pasado que nada tiene que ver con ellos "Es como si yo hubiese dejado de pagar la hipoteca y él fuese el banquero que viene a recuperar la posesión", pero ¿qué sucedió mientras el hombre vivió allí con su madre y después con su esposa? ¿Qué sucedió con Willi y Jolene y Earle? ¿Qué fue de aquellos que dejaron que alguien con carisma se quedara con sus pecados y con lo que no eran pecados? "[...] si carga con vuestros pecados, estos pasan a ser suyos, y es al infierno adonde irá, no a la diestra de Dios Padre, sino con el Demonio y el eterno tormento de las profundidades del infierno". Tanta entrega y sacrificio ¿cómo es posible que no mosquee a los pobres incautos? ¿Y por qué se roba un crucifijo y de deja en una sinagoga? Sé que no es necesario saber más de lo que cuentan los relatos, pero me cuesta sustraerme a la curiosidad.
E. L. Doctorow |
Dejando de lado "Wakefield" del que ya hablé en la entrada correspondiente y que es el relato con que se abre este libro, el resto de las historias de "Todo el tiempo del mundo" nos ponen ante vidas difíciles, al margen de la ley, amorales, tiernas, ingenuas, perversas, desafortunadas, injustas. Todas ellas vistas con la mirada perspicaz del autor que se esconde y se mantiene al margen. Él observa o eso creemos y cuenta la historia, pero nunca lo vemos. Tenemos la sensación de que las historias existen por sí mismas, no tienen un autor detrás, y ese mérito hace que podamos tener la sensación de que la historia vive solo ante nuestros ojos privilegiados. Es como si en lugar de contárnosla fuéramos nosotros los que la vemos transcurrir.
"Cada forma narrativa viene acompañada de sus propias satisfacciones: en el caso del relato, el gran peso de las frases, habiendo tan pocas como hay; el beneficio rápido de una inversión estética". Esto afirmaba E. L. Doctorow en el prefacio antes mencionado. Muchas cosas interesantes se dicen en el prefacio acerca de las características propias del relato que lo diferencian de otros géneros como la novela. Se cuestiona la necesidad de que los relatos de un libro mantengan un hilo conductor; se habla de la variedad de tiempos, espacios y personajes que deben aparecer en los distintos relatos, aunque formen parte del mismo volumen; se destaca del hecho de que los relatos no admitan la improvisación a medida que se escriben, sino que "se imponen, se anuncian a sí mismos, su voz y sus circunstancias están ya decididos y son inmutables. No se trata de encontrar el camino para llegar a ellos; han llegado por propia iniciativa y, más o menos enteros, exigiéndote que lo dejes todo y los escribas antes de que se desvanezcan como se desvanecen los sueños".
Se dicen muchas cosas acerca de los relatos en ese prefacio que me han hecho entenderlos mejor y valorarlos más, pero yo me quedo con la primera que cito. La importancia de las frases. En Doctorow es grande. Su forma está a la altura del contenido. En pocas páginas nos llena no solo de la contundencia de sus historias, sino de la belleza de sus frases, sus descripciones, su capacidad para rodearnos del ambiente requerido. "Resonaba en mí el zumbido del universo; el mundo y yo, en una gran unión de revelación natural, éramos indiferenciables. Vi la languidez de los bichos mientras tejían entre las hojas de hierba y dejaban hilos infinitesimalmente finos de una red resplandeciente, de textura tan tupida que el aliento de la tierra, al elevarse, creaba en ella suaves ondulaciones. En los tallos de heno diminutas criaturas reptantes acometían colosales odiseas, viajes de toda una vida, ante mis ojos. [...] El heno había quedado aplastado debajo de mí, de modo que el contorno de mi cuerpo se dibujaba en el campo, los brazos y piernas extendidos, los dedos, y tenía conciencia de mi ser como la silueta arbitraria de una entidad que había decidido convertirme así en un medio para comunicarse conmigo".
Título del libro: Todo el tiempo del mundo
Autor: E. L. Doctorow
Nacionalidad: Estados Unidos
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: All the Time in the World
Traducción: Isabel Ferrer y Carlos Milla
Editorial: Miscelánea
Año de publicación: 2012
Año de publicación original: 2011
Nº de páginas: 304
Muy interesante la verdad y aunque las guerras no son lo mio y últimamente busco mas entretenimiento que otra cosa para leer, ya llevo dos, que son parecidas pero entretenidas, no se mi mente se acomodado a eso ¿será toda esta situación? creo que si. De modo que cuando llegue el duro otoño invierno que nos espera, optaré por leer estos relatos, y así de paso intentaré cambiar de registro.
ResponderEliminarBesos
Creo que ninguno de los relatos es de guerra. Son de lo más variado y alguno es también entretenido. La verdad es que a mí me lo ha resultado todo el libro, aunque imagino que no es de lo que se suele llamar entretenido.
EliminarYo también tengo autores que solo leo cuando quiero pasar un rato ligero y desconectar del mundo, pero no es algo que haga especialmente en verano.
Un beso.
En un momento u otro va a caer.
ResponderEliminarGracias por tu eX célebre reseña
Saludosbuhos!!
Espero que os guste. Es un libro que tiene de todo, como digo en mi entrada. Y si algún relato gusta menos siempre se `puede pasar al siguiente.
EliminarUn beso.
Parece muy interesante, Rosa. A mí sí que me gustan los libros de relatos para ir leyéndolos poco a poco y alternándolos normalmente con otra cosa, así que me lo apunto. Muy buena reseña.
ResponderEliminarA mí empiezan a gustarme cada vez más y es cierto que para compaginar con otras lecturas están muy bien.
EliminarUn beso.
Hola Rosa!! Siempre me descubres unos títulos interesantísimos, creo que podría estar bien darle una oportunidad. ¡Fantástica reseña, como siempre! Besos!!
ResponderEliminarYo espero darle una oportunidad a sus novelas. Hace mucho que ando pendiente de hacerlo, pero se ha quedado en pura intención. Es un autor poco conocido, pero muy interesante.
EliminarUn beso.
Pues yo de Doctoró he leido hace ya bastante "Ragtime" y me encantó. Es un autor y una novela que nunca he olvidado, por eso luego -ya más cerca de hoy- lei "Honer y Langley" que me gustó pero menos que "Ragtine". Relatos suyos no he tenido el gusto, pero me apunto estos porque si a ti te han gustado es que son buenos, seguro.
ResponderEliminarMuy buena tu reseña, Rosa, en especial me ha encantado el recorrido que haces por la Obra de este americano ilustre que me ha aclarado muchas cosas.
Un beso
Apunto Ragtime como recomendación tuya, aunque quiero leerlos en orden cronológico de ambientación e igual empiezo por la larga marcha,aunque teniendo en cuenta que ya lo abandoné una vez...
EliminarNo se por cuál me decidiré. Lo que es seguro es que alguno leeré.
Un beso.
Hola Rosa, no he leído nada del autor pero ya me había quedado con su nombre con tu reseña de Wakefield, me apunto este también. A mi también me gustan cada vez más los relatos y estos por lo que cuentas estoy segura que los disfrutaré. Besinos.
ResponderEliminarCada uno de estos relatos daría para una buena película americana, aunque yo creo que como mejor están es así, en forma de relato. Doctorow tenía una mirada muy certera acerca de la vida en Estados Unidos y en estos relatos nos habla de ese modo de vida que, bajo el pretexto del sueño americano, ha construido una pesadilla para muchos en muchos ambientes. Seguro que los disfrutas.
EliminarUn beso.
Me parece interesante no solo lo que nos cuentas de los relatos de este volumen sino también lo que nos cuentas sobre su autor y el resto de su obra. Conocía al autor de nombre pero la verdad que nunca me había interesado demasiado por él. Sin embargo ya me llamó la atención su versión de Wakefield cuando la reseñaste y me la llama ahora que acostumbre a construir sus historias a partir de hechos históricos o peculiares. Si te animas a hacer con él algo parecido a lo que hiciste con Chirbes, yo estaré encantada de leerte.
ResponderEliminarBesos
Es un autor del que, para lo poco que le he leído, sé muchas cosas y cada vez me tienta más hacer con él lo mismo que con Chirbes. Me echa un poco para atrás el hecho de haber abandonado su libro "La gran marcha" lo que me hizo ver que no es un autor fácil del todo. Claro que tampoco lo es Chirbes. Por cierto, este tiene una novela titulada "La larga marcha" con la que de continuo confundo (el título solo) la de Doctorow.
EliminarSi repito el experimento lo anunciaré con una entrada como hice con Chirbes.
Un beso.