"Dicen los síntomas" Bárbara Blasco
"[...] todas las enfermedades son vagos intentos de nombrar a la muerte, metáforas que viajan desde el sentido real del cuerpo hasta el sentido figurado de la muerte. Torpes balbuceos de la palabra hasta una buena pronunciación final.
Me sigue costando creer que él vaya a dejar de existir, que el hombre de acción vaya a dedicar sus días, pongamos que una eternidad, a no hacer nada, absolutamente nada.
Tal vez esa sea la razón por la que regreso día tras día a ese hospital.
A ver qué dicen los síntomas".
Virginia espera a que su padre muera y lo visita cada día en el hospital. No sabemos bien si desea ser testigo de esa muerte o si sencillamente se siente en la obligación de asistir a los últimos momentos de su padre y no dejar sola a su madre en un momento tan traumático. No sabemos si desea, como por una cuestión de revancha un tanto infantil, asistir a la muerte del hombre al que tantas cosas reprocha, aunque bien es cierto que es el único apoyo de su madre. Su hermana Esther no siente ni tiene ni se le exige obligación alguna. Bastante tiene con cuidar de su familia. Lo malo de no tener hijos ni marido es que parece que tu vida es algo que debe estar siempre a disposición de los demás. Como si la vida de una mujer tuviera que tener siempre un dueño ajeno a sí misma y si no son los hijos o el marido, serán los padres. No se suele ver la vida de una mujer como parte de su propio patrimonio. "No recuerdo cuándo se convirtió en mandamiento familiar proteger a Esther, supongo que a raíz de la enfermedad. Pasó a ser un objeto precioso que había que resguardar de las inclemencias de la realidad, qué importaba si para ello había que sacrificar a algún otro miembro de la familia menos perentorio". Y es que Esther de pequeña tuvo una enfermedad que a punto estuvo de acabar con ella. Otra vez la enfermedad, los síntomas, la paranoia.
La madre sufre de toda clase de padecimientos que le hacen estar a merced de los medicamentos psiquiátricos. Para estar animada, para dormir, para la ansiedad. Medicamentos que la mantienen en un estado de medio letargo, ni dormida de noche ni despierta de día. Virginia ha sufrido varias enfermedades, alguna de la que nadie más que ella tiene conocimiento. El padre está en coma a merced de un inexorable fallo multiorgánico que ponga fin a su estado. Y todos ellos pendientes de sus síntomas y de los síntomas de los demás.
"Esther dice que soy hipocondriaca pero no es verdad. Si lo fuera, no tendría relaciones a pelo con desconocidos. Es sólo que me interesa la enfermedad, que no consigo olvidar el sentido trágico de la existencia, el hecho de que mi cuerpo quiere acabar conmigo y finalmente va a conseguirlo. Que camino hacia la decrepitud, que se me caerán los dientes, como pinzas de tender desde un séptimo piso, con el ruido insignificante que hacen las cosas importantes al caer". Pero el lector, al menos esta lectora, cree que Esther tiene razón. Virginia es un poco hipocondriaca. Es cierto que se acuesta con hombres que apenas conoce sin usar las más mínimas precauciones, pero eso es porque quiere tener un hijo y no quiere que su hijo tenga padre. No quiere dejarle a su hijo la trampa de un padre al que no pueda querer a pesar de tener sus genes y al que no pueda odiar porque tiene sus genes. Un padre desconocido es lo mejor que Virginia cree que puede dejarle a su hijo.
Por lo demás, vemos que la relación de Virginia con la enfermedad y la muerte no tiene nada de normal. Si es capaz de relacionar la diverticulitis de su amiga Nati con el trabajo de contable de su marido, es que algo no funciona en Virginia. Su obsesión se manifiesta a cada momento en cada pensamiento: "La mayor perplejidad proviene sin duda del interior. Nada como el anormal funcionamiento de un órgano, un bulto foráneo, una falta del periodo para que el mundo ahí fuera se transforme. Hay una verdad teológica en la anatomía [...] En la infancia, el infierno son claramente los otros, en la edad adulta el enemigo pasa a estar dentro y podría resumirse en una sola palabra: enfermedad"; en las anotaciones de su libreta: "La enfermedad parece el género realista por excelencia, pero en el fondo se enmarca dentro de la ciencia ficción".
Una que ha tenido sus escarceos con la hipocondría entiende perfectamente a Virginia. Ese silencio introspectivo de quién pretende escuchar los mensajes que le envía su cuerpo; escuchar las confesiones de cada órgano y creer ver en ellas algo anómalo, algo que no estaba antes ahí; sentir las alertas en forma de leves dolores o molestias con que los distintos rincones de nuestro cuerpo intentan llamar nuestra atención en busca de socorro ante la patología presentida. Todo ello, la llamada de los síntomas, se agudiza cuando el hospital se convierte en el entorno cotidiano. Yo también he pasado días de hospital pendiente de los síntomas de mi padre: la mueca de dolor, la dificultad para respirar, los ataques de tos... Afortunadamente, él no estaba en coma ni yo deseaba vengar con su muerte viejos agravios. Afortunadamente volvió a casa y aún vivió para reír y disfrutar unos cuantos meses más.
Pero Dicen los síntomas no es una novela agobiante sobre enfermedades y hospitales. También hay recuerdos en los que Virginia nos cuenta su vida, sus amores, sus enfermedades, sus descubrimientos sobre su padre y la familia paterna: "Tenía más de veinte años cuando me enteré por la tía Sole de que mi padre no era hijo único, que había tenido un hermano que murió en 1943, a los ocho años de edad, probablemente a causa de una meningitis"; se topará con Brígida K. en un ramo de flores y descubrirá que su padre tiene más secretos de los que ella conoce. Un padre al que, por otra parte, tampoco tiene nada grave que reprochar ni nada reseñable que agradecer. Y es esa nada lo que más le duele según ella misma confiesa.
Y sabremos también de la relación que se establece entre Virginia y el extraño, un hombre que ocupa la otra cama de la habitación cuando muere la mujer que había sido su anterior ocupante y cuya hija era obesa y hablaba a gritos. "Tras la familia inculta pero normal, llega ahora el hombre extraño, de cincuenta y tantos años, pelo cano, gafas sin montura, que lee, que ni siquiera levanta la vista del libro cuando entro". Con el extraño pasará de una manifiesta hostilidad a compartir vino, tabaco y comidas suculentas, pero poco adecuadas a la salud del hombre.
Dicen los síntomas es una novela sobre los conflictos de la vida. Los conflictos del cuerpo que se convierte en el escenario del debate entre la salud y la enfermedad; los conflictos entre el amor y la indiferencia e incluso el resentimiento hacia el padre, la madre, la hermana...; el conflicto entre el presente y el pasado, lo que se conoce y lo que se ignora, lo que se recuerda y lo que se prefiere olvidar. Virginia es un personaje que termina por fascinarme en cuanto que se debate entre su desequilibrio y su clarividencia. O al menos, así lo interpreto yo.
Bárbara Blasco |
En Dicen los síntomas las referencias a libros y películas son constantes. Conozco algunas de las obras mencionadas: Mortal y rosa, La hora violeta, Terciopelo azul, Alguien voló sobre el nido del cuco, Manchester by the sea; otras me son totalmente desconocidas. En todas ellas acecha la enfermedad y la muerte. Todas ellas forman parte del imaginario de Virginia. Algunas también del mío.
No sabía nada de esta autora y de esta novela hasta que no tuve noticia de Arena de Miguel Ángel Oeste. Poco antes había leído una entrevista con el autor en la que contaba que a pesar de que la novela no ganó el Premio Tusquets Editores al que se había presentado la editorial, excepcionalmente, decidió publicarla. En la reseña que escribí de Arena decía "Tras leerla, me queda mucha curiosidad (no creo que tarde en leerla) por saber cómo será la ganadora, Dicen los síntomas, de Barbara Blasco, porque desde luego, Arena es una gran novela". Bueno pues Dicen los síntomas también lo es. En un estilo totalmente distinto, en un ambiente mucho más cerrado, con un personaje que nada tiene que ver con Bruno. El verano y las playas de Málaga son aquí el hospital con sus espacios cerrados, deprimentes y claustrofóbicos; los personajes jóvenes, dispuestos a beber, bailar y meterse de todo y en toda clase de líos, se convierten aquí en una mujer hipocondríaca, obsesionada por la enfermedad y deseosa de tener un hijo sin padre. Lo único que veo en común entre ambas novelas es el estado de decepción y abandono de ambos protagonistas con relación a sus respectivos progenitores. Eso y la magnífica calidad de ambas.
Título del libro: Dicen los síntomas
Autora: Bárabara Blasco
Nacionalidad: España
Nacionalidad: España
Editorial: Tusquets
Año de publicación: 2020
Año de publicación original: 2020
Nº de páginas: 272
Que reseña más buena Rosa,... me ha encantado,... Nunca leí nada de esta mujer pero me parece un tema tan actual que sin duda buscaré tiempo para leerla.
ResponderEliminarFeliz domingo!
Yo ni siquiera la conocía de nombre, pero viendo lo buena que fue Arena, tenía que leer esta que se llevó el premio por encima de aquella. Y ha sido todo un descubrimiento de novela y de autora.
EliminarUn beso y buen domingo también para ti.
Hola, Rosa. Después de leerte me he comprado la novela en digital, mil gracias por tus impresiones.
ResponderEliminarBesos y buen domingo.
Pues espero que te guste tanto como a mí. Ha sido toda una experiencia leerla porque es bastante original en su planteamiento y está muy bien escrita.
EliminarUn beso y buen domingo.
Tengo claro que no puedo leer este libro. Su premisa es demasiado dura para mí ahora mismo. Quizá en otro momento, cuando pase algún tiempo.
ResponderEliminarBesos.
A mí no me ha resultado demasiado duro, a pesar de que creí que podría serlo, pero las condiciones de cada uno son distintas y entiendo que puede resultar complicado de leer.
EliminarUn beso.
Es dura sin duda porque el ambiente hospitalario y la muerte parecen estar muy bien descritos en esta novela. También las relaciones de los que rodean a la protagonista y un pasado que marca el presente.
ResponderEliminarPero siendo dura, no descarto leerla en algún momento, ahora mismo desde luego no, lo tengo claro, pero tomo nota de ella para no olvidarme de ella y así cuando mi mente y mi cuerpo den señales de que pueden hacerlo la leeré.
Un beso y buena semana.
Pues espero que pronto estés lo suficientemente bien como para poder leer esta novela. A mí tampoco me ha parecido tan dura, pero cada uno es cada uno, y entiendo que esta historia cueste leer a algunas personas y en ciertas circunstancias.
EliminarUn beso.
Muy buena reseña Rosa, me alegra que te haya gustado pero la temática que trata aunque no te haya parecido excesivamente dura, a mi personalmente no me atrae en estos momentos.
ResponderEliminarNo conocía a la autora y parece que tiene mucho por contar.
Un beso
Yo también creo que tiene mucho y muy interesante para contar.
EliminarVeo que sois varios los que comentáis la dureza que presentís en el libro. Aunque no me lo ha parecido, lo entiendo.
Un beso.
Hola.
ResponderEliminarPues no sé si sería capaz de leerla o no. No por elambientehspitalario, es porque creo que hay que estar concentrada y yo ahora no lo estoy demasiado.
Mi hermana también tuvo sus escarceos con la hipocondría, y se pasa mal.Menos mal que ella, y tú por lo que parece, ha dejado eso atrás.
Muchas gracias por la reseña y feliz semana.
Yo tengo temporadas. Ahora la hipocondría se concentra más en mi hijo. Cada vez que me dice que le duele algo, me echo a temblar y veo tragedias por todas partes. Sí que se pasa mal.
EliminarEl libro no es especialmente duro, pero entiendo que tampoco es para cualquiera en cualquier momento.
Un beso.
Hola, Rosa. Ya había leído alguna reseña de esta novela y me daba muy buena impresión. Lo que cuentas sobre el tono y el personaje me parece muy interesante así que la tengo en cuenta. Besos y buena semana.
ResponderEliminarCreo que es una novela interesante y muy a tener en cuenta. No pasan en ella grandes cosas, pero sí hay grandes sentimientos y sensaciones. Es una novela intimista y, a la vez entretenida. Yo la he leído enganchada, a pesar de que el tema pueda asustar un poco.
EliminarUn beso.
¡Hola Rosa! ya conocía esta novela que descarté en su día, únicamente porque el tema en este momento no me apetece (sí, ya sé que no es una novela agobiante sobre enfermedades y hospitales, pero francamente aunque no sea agobiante, prefiero no leer sobre esos temas). Aún así, tu reseña me ha parecido genial, como siempre.
ResponderEliminarEsta vez no me la llevo, aunque ya sabes que suelo ir siguiendo tu estela lectora
Besos
Te entiendo perfectamente, como entiendo a todos los que se manifiestan de igual forma en comentarios anteriores. Yo misma tuve mis dudas, pero tenía que saber qué novela había desbancado a Arena en el premio de la editorial.
EliminarAhora que nadie nos oye, te diré que a mí, particularmente, me gustó más Arena. No digo que sea mejor, pero es una novela que se adapta más a mis gustos particulares. Ahora, Dicen los síntomas me ha gustado mucho.
Un beso.
Hola, Rosa
ResponderEliminarsiempre he huido de libros que tengan que ver con enfermedades y aunque nos dices que no es solo un libro de enfermedades, parece que están muy presentes y yo ahora mismo no me veo capaz de leer algo así.
Un beso
Estamos en una época en la que leer sobre enfermedades y hospitales puede volverse muy duro. Entiendo que prefieras otras cosas. A pesar de que el libro nos es especialmente duro, según en qué circunstancias sí podría serlo.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, no conocia la novela, pero por lo que cuentas me llama la atención, en algunas cosas entiendo a Virginia, y eso puede ser tanto bueno como malo. Tomo nota. Besinos.
ResponderEliminarVirginia es un personaje muy controvertido. Yo la entiendo perfectamente. Creo que comparto con ella algunas cosas, tanto de las buenas como de las malas. Desde luego, no la de tener un hijo sin padre. Cuesta con padre, y sin padre, mucho más.
EliminarUn beso.
Me parece interesante aunque también parece bastante dura: son temas de mucho calado y hay que tener el ánimo para adentrarse en ella. No obstante me la llevo anotada. Muy buena reseña.
ResponderEliminarBesos
Me alegro de que te haya gustado la reseña. La novela es interesante y, a pesar de su dureza, hasta tiene sus puntos de humor. Creo que merece la pena a pesar de lo dura que en principio pueda parecer.
EliminarUn beso.
Hola. A pesar de que no se centre solo en enfermedad y hospitales la historia en el fondo es triste y demasiado realista. Estoy en un momento en el que prefiero que me hablen de otras cosas aunque sea de otras realidades. Igual más adelante.
ResponderEliminarBesos
Es cierto. A veces es preferible enfrentarse a historias fantásticas que nos alejen de tanta realidad indeseable. No suele ser mi caso, porque siempre me gusta más la realidad que la fantasía, pero hay realidades muy duras en verdad. Si te terminas animando, espero que te guste.
EliminarUn beso.
Me ha recordado un poco a Clavícula de Marta Sanz. Probablemente ambos libros no tengan nada que ver pero, al igual que Marta Sanz recurre a su dolor de clavícula para hablarnos de unas cosas, en esta novela parece que la protagonista recurre a la hospitalización del padre para hablarnos de otras. Me gusta ese planteamiento y los temas que parece tratar. Ya me había fijado en ella y sigo manteniendo mi interés tras leerte. Me da la impresión de que me voy a entender con Virginia en algunas cosas y en otras me va a descolocar. Supongo que es lo que resumes como su alternancia entre el desequilibrio y la clarividencia.
ResponderEliminarBesos
Pues mira, no había yo pensado en Clavícula, pero es cierto que ambas protagonistas pueden tener cosas en común. Ambas creo que somatizan insatisfacciones e inseguridades de su vida por medio de afecciones físicas, de síntomas a los que escuchan para ver qué les dicen.
EliminarTe pasa como a mí con Virginia. Nos crea sentimientos ambivalentes. De ahí que yo la vea tan pronto desequilibrada como clarividente. Puede que solo sea mi visión del personaje, pero esas contradicciones, ya sabes que me encantan.
Un beso.
Pues menos mal que no es una novela agobiante sobre enfermedades y hospitales, porque si no..., je.je.
ResponderEliminarEntiendo que, entre síntoma y síntoma, y entre estados de hipocondría, hay recuerdos de la protagonista que aportan un poco de aire fresco y de luz entre tanta tiniebla existencial.
Quizá será que no estoy en uno de mis mejores momentos fisicos, pero la trama me resulta un tanto inquietante. La enfermedad y la muerte no es precisamente un plato de gusto para hacerme con él ahora mismo :).
Un beso.
Te entiendo perfectamente. es cierto que aprovecha los síntomas para contarnos otras cosas de su vida, pero, como le digo a Lorena, creo que somatiza en su hipocondría, las insatisfacciones de su vida.
EliminarNo es un libro para cualquier momento o etapa de la vida, pero sí que merece ser tenido en cuenta.
Un beso.
Ay, me gusta mucho que te haya gustado. A mí, esa madre me encantó. Me recordó mucho a la mía. Y en cuanto al final,.. ay, me cogió un pellizco. Gracias por el enlace, Rosa. Sigamos descubriendo lecturas. Besos
ResponderEliminarEs genial descubrir lecturas de la mano de otros blogs. Esta en concreto, me ha encantado. Contigo descubrí Arena y Dicen los síntomas (por mencionar solo las dos que optaron al Premio Tusquets) y ambas han sido dos grandes hallazgos por los que te doy las gracias.
EliminarUn beso.
Intuyo en esta novela una lectura dura pero también atractiva porque me llama la atención las diferentes maneras en que las personas se relacionan con la enfermedad, bien a través de sus propios síntomas o a través de los de los demás. Será deformación profesional, pero esa manera de afrontar la enfermedad, real o imaginada, de uno o de los demás, despierta mi curiosidad. Creo que en eso, esta novela me va a gustar.
ResponderEliminarGracias por el descubrimiento.
Un besote.
A mí tampoco me ha resultado especialmente dura, como he dicho en alguna respuesta. Sí muy interesante por esas variadas relaciones entre las personas y las enfermedades.
EliminarTambién resulta muy atractivo el recuerdo del pasado por parte de la narradora y de su vida actual. Realmente ha sido un descubrimiento agradable.
Espero que te guste.
Un beso.
¡Hola, Rosa! Aunque reconozco que entre mis muchos defectos no está la hipocondría, aunque quizá padezca el contrario: no piso la consulta de un médico hasta que no me puedo mover de la cama. Pero me ha llamado mucho la atención la complejidad de emociones que según tu reseña se muestran en la novela. Emociones contradictorias, inconfensables, pero que absolutamente todos hemos sentido a lo largo de nuestra vida. Eso la hace compleja, profunda y desde luego apetecible. Si la Literatura debe mostrar la complejidad de la vida, tu fantástica reseña me ha convencido de que esta novela lo cumple con creces. Un abrazo!
ResponderEliminarPues no sé qué es peor, jaja. Más vale prevenir y con la hipocondría se previene mucho. Lo ideal es ni una cosa ni otra, aunque imagino que en algo en lo que uno se juega tanto es difícil alcanzar el equilibrio.
EliminarLa novela tiene muchas emociones, contradictorias ciertamente, y no todas relacionadas con la enfermedad y los síntomas, aunque estos sean los que vertebran la historia. Sí que es una novela que cuenta la vida y sus complejidades.
Un beso.