"Herencias colaterales" Lluís Llort

A pesar de su extensa obra publicada, no tenía idea de la existencia de Lluís Llort. Tampoco es extraño, teniendo en cuenta que toda esa obra está publicada en catalán. Herencias colaterales es su primera novela traducida al castellano, pero con todo, podría haberme pasado inadvertida de no ser porque también ha sido la primera novela en ganar el Premio Paco Camarasa de Novela Negra. Me enteré a la vez de que se había creado el Premio y de que lo había ganado esta novela en su primera edición. 

Por si queda alguien que no lo sepa, Paco Camarasa fue el alma durante varios años del Festival Internacional BCNegra (Barcelona Negra). También fue el dueño de la librería Negra y Criminal desde 2002 hasta 2015, librería que estaba situada en la calle La Sal de la Barceloneta, concretamente en el número 5. Nunca me tiraré de los pelos lo suficiente sabiendo que la segunda vez que he estuve en Barcelona, en 2009, ya estaba allí la librería. Lo malo es que yo no tenía idea de tal cosa y me quedé sin conocerla. Además Paco Camarasa es autor de un libro que es como la biblia del género negro. Sangre en los estantes es de esos libros escritos con tanta sabiduría como amor. Amor a un género, a los libros, al oficio de librero, a los autores, a la librera... a la vida. Un libro imprescindible para los amantes del género y también para los amantes de la literatura y su historia. Paco Camarasa murió en 2018 y dejó huérfano todo un género literario y a varias generaciones de escritores y lectores del mismo. Ahora, nueve festivales de género negro (Aragón Negro, BCNegra, Las Casas Ahorcadas de Cuenca, Getafe Negro, Semana Negra de Gijón, Granada Noir, Pamplona Negra, el Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca y Valencia Negra) han creado este premio para homenajear al librero. 

Pues bien,  a Paco Camarasa le hubiera encantado Herencias colaterales y creo que le hubiera gustado mucho saber que se había llevado el primer premio que lleva su nombre. En la página Web de Barcelona Cultura leo:  «De la obra del autor ganador el jurado destaca «la original trama, en apariencia absurda, sostenida en un realismo esperpéntico y en una cínica crítica a la burguesía rentista». también ha dicho "Llort utiliza el humor negro, un elemento con escasa presencia en este género, de una forma muy eficaz. Un humor fruto de la desesperación o de la desdicha contra los acontecimientos irreversibles que se explicitan en la novela". En el veredicto también se afirma que la novela huye de los lugares comunes y que utiliza personajes y ambientes cotidianos».

Herencias colaterales empieza con un falso revisor de gas. El falso revisor del gas se aprovecha de ancianas que viven solas, pero cada vez es más difícil engañarlas. Aunque todo viene de más atrás. «La acumulación de bilis no empezó con la complejidad, y a menudo con el fracaso, de estos pequeños timos. Viene de más lejos: del barrio, de la familia, de las limitaciones permanentes, del rechazo y de las pocas posibilidades de mejora, de la desoladora colección de negativas, de la falta de aire y de oportunidades». Los que le prestaron dinero y le han propuesto entrar en el negocio están contentos con él porque aprende deprisa. Y es que hasta los timos a ancianos desvalidos se constituyen como un  negocio con sus empresarios y sus empleados más o menos aplicados. Toda una jerarquía del timo. Y nuestro revisor aprende rápido. Entiende la psicología de los viejos, sabe tratarlos, improvisa, averigua sus puntos débiles. Lo malo es que cuando entró en la casa de aquella anciana que lo recibe en silla de ruedas, no sabía que se estaba metiendo en medio de un asunto que lo sobrepasaba, que venía de años y que podía terminar... de cualquier manera.

Pero eso no es más que el primer capítulo. El segundo nos lleva a 1989, veintisiete años antes. Aquí es cuando Ernest Claramunt conoce a la vieja y hace el negocio del siglo. Tan buen negocio que invita a cenar a su familia: mujer y dos chicos adolescentes, niño y niña. «Dentro de poco, tal vez unos años, tendremos un magnífico piso junto al paseo de Gràcia». La mujer, un tanto pija, un tanto avariciosa, quiere mudarse ya mismo, pero la cosa no es tan fácil y como le hace ver su hija, el cerebrito de la familia, el padre ha dicho en unos años.  «He cerrado un trato con una viejecita. Una renta vitalicia. [...] Le pagaré una pensión y, cuando muera, su piso será mío. Nuestro». Lo lógico es que la viejecita no viva demasiado, es lo que pasa con las viejecitas, y si muere en uno o dos años, el piso será de los Claramunt casi regalado.

Y es que en Barcelona todo son promesas de prosperidad en vísperas de las Olimpiadas y Ernest Claramunt y su socio están ganando más dinero del que nunca imaginaron. Bien puede Vicky soñar con mudarse al paseo de Gràcia. 

Pero no siempre las cosas serán iguales. Años después, las tornas han cambiado y aquella fortuna se ha visto muy mermada. Tras el despertar de los sueños olímpicos  y varias crisis, las cosas no son lo que fueron y ahora los Claramunt «sumergen la angustia en un recuerdo placentero. Y cuando el recuerdo se evapora y pierde su poder balsámico, la angustia del presente vuelve a hurgar en la boca del estómago. Pero durante unos segundos han respirado no lo que siempre han soñado, sino lo que siempre habían vivido».

En Herencias colaterales el tiempo va y viene. De la actualidad de 2016 iremos a 1989, avanzamos a 2005, 1999, 1975, 2011, 2005, 2007, de nuevo 2016.  Retrocederemos a 1911 y a la República y a la Guerra Civil. También a la posguerra, años cuarenta, cincuenta, sesenta... Pero no asustarse. En ningún momento me he perdido. Las distintas etapas cuentan diferentes épocas de los personajes, de diferentes personajes en diferentes historias. Sabremos cómo se conocieron los Claramunt y cómo es su vida matrimonial. Sabremos también la historia de Francesca, su desgraciado matrimonio, el triste destino de su hija y cómo una máscara antigás tuvo su importancia. Seguiremos a los hijos de los Claramunt ya mayores y, sobre todo, seguiremos los avatares de la herencia del piso. Y la máscara antigás seguirá teniendo su importancia.

Lluís Llort

Herencias colaterales es una novela esperpéntica porque esperpéntica es la realidad que retrata. El humor asoma la patita por detrás de cada historia, de cada personaje, de cada situación. Pero no nos equivoquemos. No es una novela de humor.  Hay humor negro, humor ácido, humor sarcástico, humor caustico, irónico y hasta absurdo. Hay mucho humor, pero pocas risas. Sonrisas como mucho. Es ese humor que, por contraste, pone de manifiesto el drama, lo vano de algunos afanes, lo ridículo de algunas apetencias, lo trágico de muchas vidas, la vergüenza de ciertas vanidades.

Herencias colaterales es un libro en el que no hay ganadores. Es un libro en el que todos pierden. A unos les vence la familia;  a otros, sus propias equivocaciones. Otros son derrotados por la venganza ajena. Todos son destruidos por el tiempo que pasa inexorable arrasando con todo. Sin olvidar el importante papel de la máscara antigás. Cuando llegamos al final, soltamos aire, como un neumático pinchado. Y nos quedamos esperando que las próximas novelas de Lluís Llort se traduzcan al castellano simultáneamente a su publicación.

Se ha dicho de Herencias colaterales:

«Para conseguir sorprender al lector en cada página, el autor tiene que arriesgarse. Llort se arriesga de manera temeraria.

Y sale airoso de la aventura.» Andreu Martín en las citas del principio de la novela.

«[...] sigue la tradición americana de novela negra, es decir, la que no intenta poner orden sobre el caos, la que hace un retrato social crudo caiga quien caiga. Todo un baño de realismo con mayúsculas.» Paco Gómez Escribano en Zendalibros.

Si, sin duda Paco Camarasa estaría orgulloso del primer libro que ha ganado el premio que lleva su nombre.

Este libro participa en el Reto Escritores de la A a la Z que organiza el blog Lecturápolis. Con él relleno la letra Ll.

Título del libro: Herencias colaterales

Autor: Lluís Llort
Nacionalidad: España
Editorial: Alrevés

Año de publicación: 2019

Año de publicación original: 2019

Nº de páginas: 206