La luz del tren
La entrada del blog de Carmen Pinedo "El viaje de Marta Zamarska", está, en gran medida dedicada a los trenes. Me ha conmovido especialmente porque mi padre fue maquinista de RENFE y como nunca quiso comprar coche (decía siempre que ya conducía bastante) y los viajes en tren nos salían gratis, son muchas las horas que me he pasado viendo deslizarse el mundo por la ventanilla de un tren en marcha. Es por eso por lo que decidí robarle una de las pinturas de Marta Zamarska a Carmen y hacer mi propio relato inspirado en ella.
"Vías de tren" Marta Zamarska |
La luz del tren ya se ve a lo lejos. No tardará en llegar ni un minuto. Un minuto que pasaré recordando otros trenes y otros viajes, tantos ya. Los primeros con mi madre y hermana y abuelos (mi padre trabajaba en verano y solo venía en los descansos) a pasar unos días de vacaciones en algún apartamento alquilado o en alguna casa de pensión "con derecho a cocina". Siempre al lado del mar.
Más tarde, los viajes en solitario, ilusionados a la ida y melancólicos y ansiosos del paso de la semana a la vuelta, cuando visitaba a mi chico que hacía la mili en una provincia cercana.
Luego llegaron los viajes a y desde mi lugar de trabajo. Tardes de viernes alegres y madrugadas de lunes pesadas y perezosas pasadas en un tren, leyendo o intentando dormir.
Ahora estoy aquí, en mi coche, con el que traicioné a los trenes de mi vida y por lo que, tal vez, se disponen a vengarse.
Ya está aquí. Su luz se agranda y lo cubre todo, el sonido de su bocina se superpone a cualquier otro sonido.
Ya está aquí. Su luz se agranda y lo cubre todo, el sonido de su bocina se superpone a cualquier otro sonido.
Las ruedas quedaron atrapadas en los raíles cuando intenté cruzar el paso a nivel demasiado deprisa, demasiado justo. El tirón que sufrió el coche al detenerse, debió de atascar la hebilla de mi cinturón de seguridad o los nervios y la falta de tiempo debieron de atascar mis dedos temblorosos.
El tren ya está aquí y la hebilla se resbala entre mis manos...
El tren ya está aquí y la hebilla se resbala entre mis manos...
Me encanta la imagen. Tu relato comienza y se desarrolla de modo entrañable. Qué pena que ese tren al final se vengara. Acaba de manera dramática y me quedo sin saber cómo digerirlo. Un beso, Rosa.
ResponderEliminarNo se puede abandonar a los trenes sin pagar un precio. Y yo los tengo bastante abandonados. Espero que se venguen de un modo menos trágico.
EliminarUn beso.
Muy chulo. besos.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste.
EliminarUn beso.
Los trenes tienen algo mágico, así que puede ser que la venganza también forme parte de ellos. Un relato lleno de sensaciones. Me ha encantado y la foto también.
ResponderEliminarUn besillo.
Tienen mucha magia y casi vida propia, así es que los veo muy capaces de vengarse de las infidelidades y las mías han sido notables. El año pasado en junio, viajé a Madrid en tren y puedo asegurar que hacía más de veinte años que no cogía uno más allá de los viajes de cercanías entre este pueblo en el que vivo y Santander lo que casi ni se puede considerar un viaje en tren.
EliminarUn beso.
Pues ayer precisamente utilicé el cercanías. Una de las pocas veces en las que he desistido de utilizar el coche en mi provincia, bien comunicada por carretera, mal comunicada en cualquier otro medio de transporte. Y ayer rescaté una sensación que no me trae el AVE, quizás por los tiempos, quizás por lo que veía a través de la ventanilla.
ResponderEliminarNunca he viajado en AVE, pero no debe de ser lo mismo que los trenes tradicionales. Puede que por las vistas desde la ventanilla, pero más quizás por el ruido que hacen las ruedas sobre los raíles.
EliminarUn beso.
Uffff con lo fanática que soy de los trenes me ha encantado, pero el final...me ha recordado a una vez, cuando era pequeña, que falló el paso a nivel y nos quedamos atascados mientras venía el tren, lo pasamos fatal y fue como de película, ya íbamos a salir del coche cuando el ferroviario logró abrir aquella odiosa barrera y pasamos.
ResponderEliminarUn besito y es un relato recioso.
Esa ha sido siempre una de mis obsesiones. Quedarme atrapada entre las barreras y que no me dé tiempo a salir del coche. Pero el paso a nivel del relato ni siquiera tenía barreras. Menudo susto pasaríais.
EliminarUn beso.
Muy bonito, pero, hija, ese final deja muy mal cuerpo. Esa magia de los trenes podía manifestarse de otro modo que no sea la venganza, no te parece?
ResponderEliminarUn beso
De hecho, la magia del tren se manifiesta siempre de maneras más benévolas, pero en esta ocasión yo creo que es el cargo de conciencia culpable del personaje.
EliminarUn beso.
Cierto que los trenes tienen algo especial, ese encanto de películas y libros o al menos a mi me lo parece, aunque mira que nunca los hubiera imaginado vengativos. Desde luego ese final no era el que esperaba para nada.
ResponderEliminarSiempre me han dado miedo los pasos a niveles como peatón y en coche, no sé por qué y ahora después de leerte aún peor, mira que si te toca el tren rencoroso.
Bonito relato.
Un beso
Cada vez que cruzo un paso a nivel en coche lo paso fatal y no digamos ya si no tiene barreras, porque además suelen estar en curva y es la sensación de cruzar a la aventura. De todas formas, como le digo a Irene, no creo que fuera un tren rencoroso, más bien fue la sensación culpable del conductor la que le hizo tomárselo así. Una manera de no reconocer la culpa, digo yo.
EliminarUn beso.
Yo diría que entrar en la estación ya parece trasladarte a una Tierra de Nadie, o de todos según se mire. Luego el viaje en el que aprovechas para leer, o simplemente reflexionar. No estás obligado a nada, simplemente a dejarte llevar, un paréntesis maravilloso. Además, es muy posible que los "puntos de giro" de la vida de cada uno partan de un viaje en tren.
ResponderEliminarPor otro lado, estupendo relato una venganza en toda regla. Momentos de reflexión y resignación al destino que ya le llega. Muy acorde con el cuadro que muestra un aspecto turbador, casi amenazante de esas vías. Saludos!
Durante un curso viajé de León a Pamplona casi todos los domingos por la noche. Tenía que hacer trasbordo en Venta de Baños donde esperaba de doce a dos de la madrugada, eso si el tren no traía retraso. Esas dos horas de sueño y frío en una estación helada que encima me alejaba de mi casa y mi familia no tenían ninguna magia... al menos entonces porque recordándolas ahora que han pasado muchos años, las veo con bastante nostalgia. Aquel año leí un montón de horas en los trenes.
EliminarUn beso.
Un relato con un final triste y duro, pero aún así el cuadro que cogiste prestado es precioso.
ResponderEliminarA mi los viajes largos en tren me encantan, guardo un grato recuerdo de uno en coche litera, viaje a Paris desde Barcelona, fue toda una aventura, luego han habido otros, pero ese le tengo un grato recuerdo. un beso. TERE.
Yo fui a París en tren desde Hendaya, pero el viaje más largo que he hecho fue de Madrid a Cádiz. Yo debía de tener unos once o doce años y por averías, o qué se yo, tardamos dieciséis horas. Recuerdo que mi madre estaba desesperada (fíjate con dos niñas de las que yo era la mayor). Yo, como niña, me lo pasé en grande y no entendía el cabreo de mi madre.
EliminarUn beso.
Buenas, Rosa. Me gusta el ritmo del relato, ¡qué nervios! También percibo cierta ambigüedad, ¿accidente o premeditación?...
ResponderEliminarYo no encuentro ninguna ambigüedad, pero el relato es tuyo cuando lo lees. ¿Tú la encuentras? Igual el personaje no es tan claro como yo lo veo.
EliminarMe alegro de que te guste.
Un beso.
Rosa, las traiciones se pagan (je, je...). Bonito homenaje al tren ,sí señora.
ResponderEliminarGracias, Juan Carlos. Como puedes ver, ya es el tercer micro que escribo ambientado en trenes y estaciones. Algo me hace escoger esas pinturas. El tren ha estado muy ligado a mi familia durante mucho antes de nacer yo. Ya eran maquinistas mi abuelo y mi bisabuelo, que yo sepa. Creo que los trenes merecen un homenaje por mi parte.
EliminarUn beso.
Cuánto me gusta cuando "te metes en harina" con los relatos, Rosa. Aunque sucede pocas veces el resultado siempre es es estupendo.
ResponderEliminarEn este caso me ha gustado mucho la nostalgia de los recuerdos con la que has ambientado la historia para dar luego un giro de ciento ochenta grados. Un final sorprendente que sin embargo tiene algo de inevitable, de aceptación por parte del prota. Me has suscitado una mezcla de sensaciones contrapuestas, y eso que has usado tan pocas palabras. ¡Muy bueno!
Un abrazo grande y feliz comienzo de semana.
Las evocaciones del pasado son todas reales, aunque creo que se nota. El giro se me ocurrió después. Cuando empiezo micros me vuelvo traviesa y me gusta hacer trastadas con los finales.
EliminarFeliz semana, guapa. Un beso.
Yo creo que justo en eso consiste ser narradora, en tener la capacidad de plasmar experiencias reales y luego darles un toque de creatividad totalmente ficticio que resulta tan creíble como lo que es cierto. Te lo he dicho antes en otro comentario, pero lo repetiré aquí: creo que aún no has descubierto lo buena narradora que eres y lo mucho que tienes que regalarnos aún en ese campo :))
EliminarApúntame otro beso para la cuenta.
Ay, Julia, muchas gracias!! Qué ilusión me hacen esas palabras. Lo que pasa, como he dicho, es que pocas veces me viene la inspiración suficiente y la mayor parte del tiempo, si lo intento, por más que me estrujo las neuronas no sueltan nada las muy ladinas.
EliminarTe apunto un beso y te mando otro.😘
Un relato con final inesperado, al igual de inesperado leer algo tuyo que no sea una reseña. deberías explayarte más a menudo con estos escritos y deleitarnos con ellos.
ResponderEliminarLos trenes tienen su magia no me cabe duda, pero cuando el viaje era largo eran aburridos y cansados también, como para que encima tomen venganza de uno.
Besos Rosa.
Me cuesta mucho escribir estas cosas. De repente, me viene una idea y me sale con relativa facilidad. El problema es que la mayor parte de las veces no me viene nada a la cabeza digno de ser escrito. Y no creas que no lo intento, pero no tengo tu imaginación.
EliminarNo me importa. Lo mío son las reseñas y, de vez en cuando, sorprenderos con un micro, pero siempre como excepción.
Un beso.
Que bonito Rosa, hacía tiempo que no entraba a tu blog, y esta entrada me intrigó ya que no veía el título del libro.
ResponderEliminarTendré que volver a retomar estas lecturas tan estupendas. Un beso
Claro, es que no había libro. Esta vez me he vuelto a dejar incitar por una pintura de las que publica Carmen y esto es lo que ha salido. Pura historia real, adobada con una pizca de imaginación.
EliminarA ver si te animas y me visitas más 😜
Un beso.
Genial, Rosa, tus escasas incursiones en el mundo del relato de ficción son estupendas. Opino como otros comentaristas que deberías animarte más a menudo.
ResponderEliminarSacaría una moraleja de este bonito relato: la traición automovilística de la protagonista le supuso ese final tan trágico y tan simbólico.
Enhorabuena.
Un beso grande.
Puede que sean estupendas porque son escasas. Como le digo a Francisco, casi nunca tengo ideas, o sea que, mejor, me reservo para cuando se me ocurre alguna pasable.
Eliminarme ha llamado la atención lo que dices de "la protagonista" porque a pesar de que todo lo primero es extrictamente verídico y me pasó a mí, mi idea de la persona que recuerda su vida en sus último minuto, atrapado en el coche, siempre fue "el protagonista" y no he sido consciente hasta leerte.
Un beso y muchas gracias por tus palabras.
Pues si tu idea era "el protagonista" a mí me ha podido el subconsciente y los prejuicios (que no sabía yo que tenía al respecto) porque al decir que iba a ver a "su chico" que hacía la mili, pensé en una mujer.
EliminarNo, si todo eso me pasó a mí y el chico era mi chico y yo soy una mujer (creo) pero no sé porqué, cuando imaginaba al hombre en el coche, pues eso, era un hombre.
EliminarHola Rosa:
ResponderEliminarMuchas horas de mi niñez y adolescencia han transcurrido montada en un trenet, es decir, un trenecito de la FEVE. El tiempo pasa y todo cambia, por eso, el trenet se transformó en metro. Ha perdido su encanto y yo también lo he traicionado por el coche. Tu relato me ha hecho reconocer mi traición.
Esperemos que nuestros trenes sean más benévolos que el de mi relato y no decidan vengarse de manera tan cruel. No obstante, cada vez que cruzo un paso a nivel, lo hago temblando, aunque tenga barrera.
EliminarUn beso.