"Postales de invierno" Ann Beattie
Hace unos días publiqué la reseña de "La reina de las nieves", una novela que transcurría en una Nueva York cubierta de la quietud y paz que transmite la nieve; una Nueva York blanca y mullida.
Hoy traigo una novela que tiene algunas semejanzas con ella. "Postales de invierno" transcurre en "una ciudad a la que nunca se nombra (pero que es Washington)" dice Rodrigo Fresán en el prólogo que acompaña a la edición El Asteroide, confuso por el estilo, pero interesante por el contenido; una ciudad igualmente cubierta por la nieve que bloquea las cerraduras de los coches y hiela los deseos de supervivencia de unos jóvenes que se quedaron en tierra de nadie tras la revolución, el amor libre y el LSD de los sesenta, y se ven de pronto en los setenta, perdidos y desengañados; con treinta años, amores fallidos en los bolsillos, trabajos que no son lo que esperaban y un mundo que para nada ha cumplido sus promesas.
"Susan: paso cinco días a la semana en un trabajo de mierda y por las noches me acuerdo de mi amante. El fin de semana salgo a emborracharme con Sam y luego me encuentro mal. Tu madre también se encuentra mal y me llama en plena noche, y también al trabajo. No estoy de muy buen humor, eso es todo". Esas palabras que le dice Charles a Susan, su hermana, a poco de iniciarse la novela, revelan con claridad cuál es su situación.
Está a punto de empezar 1975. Charles vive solo aunque ahora su hermana Susan ha venido de visita para pasar la Navidad y el Año Nuevo. Charles ha perdido a su amante, Laura, que ha decidido volver con su marido y con la hija del anterior matrimonio de él a la que quiere como propia. Para él Laura es una obsesión que le lleva a recorrer su calle de madrugada tan solo para ver la luz en las ventanas de su casa e imaginarla en el interior.
Susan estudia en la universidad. Ella no está desengañada ni frustrada, o al menos no lo sabe. Se muestra segura y aspira a casarse con su novio estudiante de medicina y tener una vida fácil. Ella no recuerda con nostalgia la década anterior. Es demasiado práctica para enredarse en nostalgias que no conducen a ninguna parte.
Por allí anda también Sam, amigo de Charles desde primaria, que recién ha perdido a su perra y pasa más tiempo en la confortable casa que Charles heredó de su abuela que en su destartalado y frío apartamento. "Sam está de pie en la entrada con una caja de cervezas. Desde que su perra murió, Sam bebe mucha cerveza. Llueve y el cabello de Sam le chorrea sobre la cara". Sam quería ser abogado, pero no tiene dinero y los padres no se lo van a proporcionar porque lo necesitan para mantener las dos viviendas, casa y apartamento, que utilizan cuando están separados, aunque la mayor parte del tiempo están juntos y si vendieran la casa podrían costear la carrera de Sam "pero ni el uno ni el otro quieren a Sam tanto como para hacerlo" y Sam malvive vendiendo chaquetas para hombre.
También está Clara, la madre de Charles y Susan. Clara está trastornada. Pasa el día desnuda en la bañera rodeada de mantas eléctricas enchufadas. Es una hipocondríaca que mantiene en vilo y pendientes de ella a todos los que la rodean, sobre todo a Pete su segundo marido. Pero ahora Pete está de viaje en Chicago y son Charles y Susan los que se tienen que hacer cargo de su vulnerable madre hasta que llegue Pete y tome el relevo.
Pete solo aspira a que Charles y Susan lo quieran como a un padre, pero eso nunca sucederá. "A Charles le gustaba su padre. Se murió de repente, a los treinta y nueve años, volviendo del trabajo a casa en autobús. Charles recuerda vagamente a Pete en el funeral: Pete trabajaba con su padre. Cuando su padre murió, Pete apareció en casa una noche con una bolsa de naranjas. Volvió a aparecer otras noches, invitado por su madre; traía manzanas, pomelos, peras y, al final, cajas de bombones Whitman’s, flores y una maletita con el pijama y el cepillo de dientes".
"Postales de invierno" es una preciosa novela sobre la perplejidad y el desencanto. Con treinta años, nuestros personajes se sienten expulsados del pasado y y con un futuro que se presenta hostil ante ellos. Resignados a pasar por el aro del matrimonio, "El matrimonio es la muerte. No dejamos de esparcir las cenizas de la institución, pero el viento vuelve a echárnoslas a la cara. Al final lograremos arrojar este atavismo al viento"; incluso deseándolo aunque no encuentren con quién llevarlo a efecto; temerosos de su futura vejez sin unos hijos en los que apoyarse o que les acompañen, aunque solo sea por Navidad.
"Postales de invierno" está llena de referencias literarias, musicales y cinematográficas. Pasear por sus páginas es meterse en el mundo de "El Graduado" y "2001, una odisea del espacio" y "Jules et Jim" y "El último tango en París"; en el mundo de gran Jay Gatsby que esperó a Daisy Buchanan toda su vida y la perdió, de "El guardián entre el centeno", de Austen, Pynchon, el Humbert Humbert que sedujo a Lolita; de las canciones de John Lenon y Bob Dylan y Lou Reed y George Harrison... y Janis Joplin.
Termino con unas palabras de Rodrigo Fresán para el prólogo mencionado al principio. Creo que son bastante descriptivas de lo que puede ser la novela leída en estos días, más de cuarenta años después de su publicación. "Vuelvo a leer en estos días Postales de invierno después de tanto tiempo. La leo —para escribir este prólogo— en el aire, en un par de aviones que hacen la ruta Barcelona-Newark-Barcelona y descubro que —tanto tiempo después, aunque yo ya esté tan lejos de todo eso y de esto— Postales de invierno sigue siendo una gran novela.
Y me sigue haciendo temblar de emoción y de risa y de frío".
Esta novela entra además en el II reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1990, concretamente, "Postales de invierno" es de 1976.
Hoy traigo una novela que tiene algunas semejanzas con ella. "Postales de invierno" transcurre en "una ciudad a la que nunca se nombra (pero que es Washington)" dice Rodrigo Fresán en el prólogo que acompaña a la edición El Asteroide, confuso por el estilo, pero interesante por el contenido; una ciudad igualmente cubierta por la nieve que bloquea las cerraduras de los coches y hiela los deseos de supervivencia de unos jóvenes que se quedaron en tierra de nadie tras la revolución, el amor libre y el LSD de los sesenta, y se ven de pronto en los setenta, perdidos y desengañados; con treinta años, amores fallidos en los bolsillos, trabajos que no son lo que esperaban y un mundo que para nada ha cumplido sus promesas.
"Susan: paso cinco días a la semana en un trabajo de mierda y por las noches me acuerdo de mi amante. El fin de semana salgo a emborracharme con Sam y luego me encuentro mal. Tu madre también se encuentra mal y me llama en plena noche, y también al trabajo. No estoy de muy buen humor, eso es todo". Esas palabras que le dice Charles a Susan, su hermana, a poco de iniciarse la novela, revelan con claridad cuál es su situación.
Está a punto de empezar 1975. Charles vive solo aunque ahora su hermana Susan ha venido de visita para pasar la Navidad y el Año Nuevo. Charles ha perdido a su amante, Laura, que ha decidido volver con su marido y con la hija del anterior matrimonio de él a la que quiere como propia. Para él Laura es una obsesión que le lleva a recorrer su calle de madrugada tan solo para ver la luz en las ventanas de su casa e imaginarla en el interior.
Susan estudia en la universidad. Ella no está desengañada ni frustrada, o al menos no lo sabe. Se muestra segura y aspira a casarse con su novio estudiante de medicina y tener una vida fácil. Ella no recuerda con nostalgia la década anterior. Es demasiado práctica para enredarse en nostalgias que no conducen a ninguna parte.
Por allí anda también Sam, amigo de Charles desde primaria, que recién ha perdido a su perra y pasa más tiempo en la confortable casa que Charles heredó de su abuela que en su destartalado y frío apartamento. "Sam está de pie en la entrada con una caja de cervezas. Desde que su perra murió, Sam bebe mucha cerveza. Llueve y el cabello de Sam le chorrea sobre la cara". Sam quería ser abogado, pero no tiene dinero y los padres no se lo van a proporcionar porque lo necesitan para mantener las dos viviendas, casa y apartamento, que utilizan cuando están separados, aunque la mayor parte del tiempo están juntos y si vendieran la casa podrían costear la carrera de Sam "pero ni el uno ni el otro quieren a Sam tanto como para hacerlo" y Sam malvive vendiendo chaquetas para hombre.
También está Clara, la madre de Charles y Susan. Clara está trastornada. Pasa el día desnuda en la bañera rodeada de mantas eléctricas enchufadas. Es una hipocondríaca que mantiene en vilo y pendientes de ella a todos los que la rodean, sobre todo a Pete su segundo marido. Pero ahora Pete está de viaje en Chicago y son Charles y Susan los que se tienen que hacer cargo de su vulnerable madre hasta que llegue Pete y tome el relevo.
Pete solo aspira a que Charles y Susan lo quieran como a un padre, pero eso nunca sucederá. "A Charles le gustaba su padre. Se murió de repente, a los treinta y nueve años, volviendo del trabajo a casa en autobús. Charles recuerda vagamente a Pete en el funeral: Pete trabajaba con su padre. Cuando su padre murió, Pete apareció en casa una noche con una bolsa de naranjas. Volvió a aparecer otras noches, invitado por su madre; traía manzanas, pomelos, peras y, al final, cajas de bombones Whitman’s, flores y una maletita con el pijama y el cepillo de dientes".
Ann Beattie |
"Postales de invierno" es una preciosa novela sobre la perplejidad y el desencanto. Con treinta años, nuestros personajes se sienten expulsados del pasado y y con un futuro que se presenta hostil ante ellos. Resignados a pasar por el aro del matrimonio, "El matrimonio es la muerte. No dejamos de esparcir las cenizas de la institución, pero el viento vuelve a echárnoslas a la cara. Al final lograremos arrojar este atavismo al viento"; incluso deseándolo aunque no encuentren con quién llevarlo a efecto; temerosos de su futura vejez sin unos hijos en los que apoyarse o que les acompañen, aunque solo sea por Navidad.
"Postales de invierno" está llena de referencias literarias, musicales y cinematográficas. Pasear por sus páginas es meterse en el mundo de "El Graduado" y "2001, una odisea del espacio" y "Jules et Jim" y "El último tango en París"; en el mundo de gran Jay Gatsby que esperó a Daisy Buchanan toda su vida y la perdió, de "El guardián entre el centeno", de Austen, Pynchon, el Humbert Humbert que sedujo a Lolita; de las canciones de John Lenon y Bob Dylan y Lou Reed y George Harrison... y Janis Joplin.
Termino con unas palabras de Rodrigo Fresán para el prólogo mencionado al principio. Creo que son bastante descriptivas de lo que puede ser la novela leída en estos días, más de cuarenta años después de su publicación. "Vuelvo a leer en estos días Postales de invierno después de tanto tiempo. La leo —para escribir este prólogo— en el aire, en un par de aviones que hacen la ruta Barcelona-Newark-Barcelona y descubro que —tanto tiempo después, aunque yo ya esté tan lejos de todo eso y de esto— Postales de invierno sigue siendo una gran novela.
Y me sigue haciendo temblar de emoción y de risa y de frío".
Esta novela entra además en el II reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1990, concretamente, "Postales de invierno" es de 1976.
¡Hola Rosa! Pues me ha apetecido mucho, ya me apetecía según iba avanzando la reseña y al ver las referencias que mencionas ya me ha convencido. La añado a mi lista pero creo que va a escalar algunos puestos.
ResponderEliminarBesos.
Es una novela hermosa y sencilla que se lee muy bien y creo que gustará a cualquiera con una mínima sensibilidad literaria. Ya si la sensibilidad es mayor, mayor será el disfrute.
EliminarUn beso.
Leí otra crítica de esta novela y era bastante buena. Parece una historia muy humana y la ambientación me ha gustado mucho. Tengo muchísimo por leer, pero me la apunto porque me ha parecido muy interesante!! Un besote guapa!!
ResponderEliminarYo también la apunté por ver una crítica que me pareció muy atractiva, pero por más que busco, no logro saber dónde ni a quién se la leí. Da igual. El asunto es que he leído la novela y me ha encantado de principio a fin.
EliminarTe la recomiendo.
Un beso.
Recordé dónde había leído una reseña de la novela: fue en el blog de Raquel Jimenez Alarcon, "El baúl de los libros asombrosos" Una compi de Tarro-Libros con un blog de lo más interesante.
EliminarMenuda banda sonora de fondo Bob Dylan, Lou Reed, Lenon...sólo por eso me dan ganas de leerlo Rosa, y luego ya si te hace temblar de emoción y de risa, creo que no podré resistirme a su lectura.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí,sobre todo, me llama la atención la banda literaria y fílmica, mas que la sonora. Soy de pocas músicas, aunque Bob Dylan y Lou Reed son palabras mayores incluso para mí.
EliminarNo es una novela para resistirse a ella, sino para dejarse atrapar y arrastrar.
Un beso.
Estupenda reseña Rosa, he disfrutado leyéndote e imaginando esa música de fondo de la novela pero también me ha parecido triste ese desencanto y de momento no la apunto, quizás en otro momento.
ResponderEliminarA mi me gusta mucho la nieve, esa sensación de silencio que tengo asociada a ella quizás porque no la tengo que sufrir y la disfruto de viernes a domingo pero ha de ser duro vivir en lugares donde la nieve es muy frecuente y encontrar todos sus inconvenientes.
Un beso enorme
Fíjate que, a pesar de lo que pueda parecer, la novela no resulta triste. Al fin y al cabo, en una u otra década, quién no se ha sentido un poco estafado al pasar de las ilusiones de la juventud a la realidad de la edad adulta.
EliminarEsa nieve que aparece en las dos novelas mencionadas lo llena todo de suavidad y silencio y hace las historias más relajadas a pesar de lo demás.
Un beso.
Las referencias literarias, musicales y sobretodo cinematográficas que citas hacen de este libro una lectura muy apetecible para mí. Creo que como dices, un paseo por estas páginas además de merecer la pena, es meterse en un mundo tan emocional como son las palabras de Rodrigo Fresán con la que cierras tu estupenda reseña: "Y me sigue haciendo temblar de emoción, risa y frío". Besos Rosa y buen fin de semana.
ResponderEliminarEs pura referencia cultural esta novela. Y seguro que se me escapan muchas porque solo apunté algunas, las que más me llamaron la atención.
EliminarCreo que es una novela muy recomendable.
Un beso.
Ese choque de trenes que supone el desencuentro de una generación joven, con un orden social que no ha sabido, o querido, colmar sus expectativas y deseos de cambio, siempre me ha parecido un argumento literario muy potente.
ResponderEliminarLos escritores de la Generación Beat lo han abordado con brillantez. Entre ese sueño incumplido de la generación joven, y una sociedad que les defrauda, suele abrirse un abismo de drogas, desesperanza... el legendario "No future", pero también estimula la vena creativa de muchos jóvenes, como signo de rebeldía... por ejemplo dedicarse a la literatura, como la propia Ann Beattie.
Tus lineas auguran una buena experiencia con este libro, la galería de personajes célebres que desfilan lo hacen muy atractivo.
Me quedo con la copla... ;)
Un fuerte abrazo, Rosa.
Si tienes tiempo, no lo dejes pasar. me ha encantado la historia, el tono, la forma, los personajes... todo en realidad.
EliminarMucha música, mucha literatura, mucho cine para poner en ambiente la narración y vaya si lo consigue. Me encantó una parte en que Sam cree haber oído que ha muerto Rod Stewar y andan todos preocupados buscando en las noticias.
Los escritores de la generación Beat no han sabido conectar conmigo, pero esta autora lo ha hecho a la perfección.
Un beso.
me lo pngo en espera porque leyendote me llama la atencion besitos!
ResponderEliminarEs muy buena esta novela. Ya nos contarás.
EliminarUn beso.
Chica, qué quieres que te diga, ni la temática ni el escenario me animan mucho. Esa nieve ahora mismo me atrae menos que nunca, porque estoy echando de menos el verano que se hace de rogar en Madrid.
ResponderEliminarEl desencanto y el estado inicial de Susan, ese malestar y malhumor, me deprimen mucho, prefiero algo más "movidito". Soy así de simple, hija mía.
Genial reseña, pero esta la dejo pasar.
Como sabes, me encantan las historias intimistas, en las que la mayor parte de las cosas suceden dentro de los personajes. Y es curioso porque por otra parte adoro la novela negra con todos sus acontecimientos luctuosos. La verdad es que, salvo algún género con el que no acabo de conectar, me gusta todo si es bueno, aun de esos géneros para mí malditos.
EliminarNo es cuestión de ser simple, es cuestión de gustos. Todos tenemos los nuestros.
Un beso.
Me gusta lo que cuentas pero no sé si e este momento conseguiría disfrutarla. Me cuesta acertar con las lecturas y conseguir concentrarme.
ResponderEliminarUn beso ;)
Esa situación la he vivido y lo que suelo hacer es coger algo que ya haya leído y sepa que me gusta mucho.
EliminarYo tampoco estoy en mi mejor momento, pero, afortunadamente, no me ha afectado a las ganas de leer. Es genial porque la lectura me ayuda a superar el mal trago.
Un beso.
Un tema universal el que trata esta novela. Los treinta es una edad contra la que te estampas. La adolescencia es la ilusión, el descubrimiento; la veintena, la libertad..., pero a los treinta de repente te encuentras con las consecuencias de las decisiones tomadas. Las opciones se limitan y comenzamos a sentir el peso del equipaje de nuestra vida.
ResponderEliminarLa novela parece tratar de eso con el valor añadido de esas referencias a tantas novelas y cintas que orbitan el mismo tema y que aportan una sensación de completud. A tener en cuenta, Rosa. Un fuerte abrazo!
Y si la libertad de los veinte te pilló en los sesenta con sus promesas de más libertad aún, sexo, drogas y rock and roll... que te voy a contar. Pasaron de los demócratas a Nixon y de las esperanzas a los trabajos chungos. Vamos que se les juntó todo y Anne Beattie lo cuenta de maravilla. Una novela muy a tener en cuenta.
EliminarUn beso.
Sin duda una novela con mucha "miga", que puede invitar a la reflexión y a la nostalgia, pues quizá el lector pueda verse reflejado en alguna de esas situaciones de infelicidad, amores imposibles, pérdida de confianza, soledad, etc. Aun así, se me antoja una historia, o historias, con un poso deprimente, o depresivo. No es que solo quiera leer novelas sobre historias felices, pero del mismo modo que no me gustan las películas de extrema violencia, no me atraen las novelas con un trasfondo pesimista o de mucha aflicción. Quizá resulte esta una percepción excesivamente imaginaria, pues no puedo juzgar con mis propios ojos, así que quizá me alejo mucho de la realidad y no sea tan triste como me ha parecido y merezca ser leída incluso cuando uno está en baja forma, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo, Rosa.
Yo huiría antes de las novelas alegres que de las tristes, aunque si son buenas, tanto me da. De todas formas, como le digo a Conxita, no me ha resultado especialmente triste, e incluso tiene su sentido del humor con el que puedes sonreír y hasta reírte.
EliminarEn todo caso es una novela muy buena que no puedo dejar de recomendar.
Un beso.
No se si esta historias tan nostálgica donde el desencanto y la frustración se hacen reinas como la nieve en New York, vaya a ser algo que me apetezca leer en estos tiempos donde parece que el gris de los días no quiere dejarnos. Tu reseña me basta para conocer ciertos libros que desafortunadamente tienen poca probabilidad de ser leídos por un servidor.
ResponderEliminarGracias por reseñar tan bonito.
Besos.
Gracias a ti, Francisco, por tus palabras. Lo de "reseñar tan bonito" me ha llegado al alma. Yo les doy las gracias a los escritores por escribir tan bonito y a los que me seguís y leéis.
EliminarNo se puede leer todo y a la hora de escoger cada uno tenemos nuestras preferencias y las mías, cada vez con más frecuencia, me llevan a los USA. Creo que llegará el día en que allí se quedarán para siempre.
Un beso.
Curiosamente me topé con esta novela hace bien poquito. Estuve tentada a leerla pero al final no me la llevé. Creo que me fijé en ella porque su portada me transmitió calma. Curioso que me transmitiera esa sensación un libro cuyos personajes se me antojan infelices y viviendo un inconformismo pasivo. Supongo que quitar el in de la palabra inconformismo es cómodo y que el conformismo puede procurar tranquilidad. Bueno, igual me estoy yo montando una novela paralela en mi cabeza. Respecto a la novela de verdad, quién sabe si la próxima vez que me la cruce me la lleve.
ResponderEliminarBesos
Hay, en efecto, conformismo y desesperanza; la desilusión de la edad madura ante el incumplimiento de las promesas que miente la juventud; la decepción tras la locura de libertad de los años sesenta.
EliminarLos personajes no son felices y eso del inconformismo pasivo los define de maravilla. Y es cierto que la portada transmite paz y calma. Es la nieve que cubre las ciudades y atenúa los ruidos de todo tipo.
Una novela sumamente interesante.
Un beso.