56 Festival Internacional de Cine de Gijón.
Por tercer año consecutivo he pasado un fin de semana en el Festival Internacional de Cine de Gijón.
La verdad es que se está convirtiendo en una escapada de lo más agradable. Un poco ajetreada, pero que permite cambiar de rollo, ver cine, generalmente bueno, y disfrutar de la gastronomía asturiana que siempre es un aliciente añadido.
Como en años anteriores, ha sido una escapada de poco más de veinticuatro horas que ha dado para tres películas, algún paseo por la ciudad y unas sidrinas.
Llegamos el sábado hacia las doce del mediodía con el tiempo para instalarnos en el hotel, salir a dar un pequeño paseo y comer, y dirigirnos hacia el teatro Jovellanos donde, a las cinco de la tarde, ya teníamos la primera película. Como hay que llegar casi media hora antes para poder coger buen sitio (las butacas no están numeradas), no da tiempo para nada más.
La elección de las películas está muy mediatizada. Primero, por las fechas. Al ir solo un par de días, hay que limitarse a lo que se proyecta en esos días. Como tampoco nos apetece alejarnos del centro ni andar con el coche, solemos ir al teatro Jovellanos.
En esta ocasión, la película que inauguró para nosotros el Festival fue la producción francesa "La prière" de Cédric Kahn.
Se trata de una historia sobre una de esas comunidades que ayudan a salir de la drogadicción a base de trabajo y mucha religión. Siempre he pensado que se trata de sustituir una adicción por otra, pero puestos a escoger yo tengo muy claro que prefiero la religión a la heroína. Por otra parte, no se puede negar la labor social que hacen estas instituciones y a la cantidad de gente a la que han devuelto una vida que estaba a punto de despeñarse por un barranco.
Dicho esto y dejando clara mi opinión al respecto, he de decir que la película me dejó, cuando menos, desconcertada. No llego a saber qué me han querido contar. No sé si se pretende criticar este tipo de actividades o si, por el contrario, pretende ser un producto propagandístico de las mismas. Vamos que no sé si va por un camino o por el contrario y esa indefinición me resulta tan tibia que me produce rechazo. Aparecen escenas con situaciones que me parecen muy reprobables, pero se pasa por ellas dándolas por válidas e incluso planteándolas como beneficiosas para el protagonista. Puede que sea problema mío, que no haya sabido captar los matices, pero no es algo que me suela pasar. Más bien creo que los matices eran demasiado sutiles.
La película es de gran belleza técnica. Con una fotografía muy cuidada y una interpretación que le valió a su protagonista, Anthony Bajon, el Oso de Plata al Mejor Actor en el 68 festival de Cine de Berlín.
Nuestro primer encuentro con el cine en este Festival no resultó demasiado alentador.
Después de esta primera película lo único que apetecía era ir al hotel, descansar los pies de los zapatos y los ojos de las lentillas, y relajarse un poco porque después, en poco más de una hora, había que salir para la cena y la película de las 10:30.
La cena fueron dos botellas de sidra con un par de pinchos, que la comida había sido copiosa.
La segunda película fue una coproducción de Francia, Serbia, Croacia, Irán y Qatar (ahí es nada): "The load", del director serbio Ognjen Glavonić. Se trata de una propuesta interesante y original, pero que creo que no consigue plenamente su objetivo.
A finales de los noventa, el conflicto de Kosovo hace que la OTAN bombardee Serbia y, especialmente, Belgrado. Un hombre, Vlada, sobrevive como puede. Hace transportes en camión desde Kosovo hasta Belgrado. No sabe lo que lleva, no pregunta.
La película está estructurada alrededor del viaje, las gentes, las situaciones que se va encontrando Vlada. Nos muestra una situación desesperada, pobreza material y moral, un país y una población víctimas de las guerras en las que sus dirigentes, con engaños, los han metido en los últimos años.
El descubrimiento de su carga le hará a Vlada plantearse su propia culpabilidad en los acontecimientos.
Como digo, interesante y original, pero no terminan de tomar cuerpo la idea central (el viaje de Vlada) y las pequeñas historias que pululan alrededor. No llegan a formar un todo coherente y uniforme. Para alguien que no tenga un conocimiento un poco amplio de lo que fue aquel conflicto, no creo que la película llegue a darle una idea real.
Lo más valioso fue el coloquio posterior con el director. Ognjen Glavonić es un joven serbio que vivió el terror de los bombardeos, pero que no acepta la idea más extendida en su país que es la del victimismo. Un joven tan honrado y valiente como para enfrentarse a la tendencia predominante de que son víctimas del resto del mundo. Ni siquiera admite la postura de sus mayores de que no sabían las barbaridades que Serbia cometió en Kosovo, o en Bosnia, si a eso vamos.
La película se estrena este fin de semana en Serbia. Me gustaría saber como es recibida en ese país. Y me gustaría seguir la carrera de este director porque puede llegar a ser muy interesante con suerte.
El domingo amaneció gris y fresco. Nada que ver con el día primaveral del sábado. Por la mañana dimos un paseo, repetimos un par de botellas de sidra y fuimos a comer. A las cuatro y media estábamos de nuevo a la puerta del Jovellanos para ver un documental español que, en principio, era lo que menos me apetecía de lo que llevábamos planeado. Como pasa muchas veces, lo que en principio parece menos atractivo resulta ser lo mejor y es que no importa lo que te cuenten, sino como te lo cuenten.
"Zaniki", de Gabriel Velázquez, nos cuenta, entre el documental y la ficción, el empeño de Eusebio Mayalde por transmitir su pasión y su por la música y la danza tradicionales.
Eusebio Mayalde es el patriarca de los Mayalde, un grupo musical formado por él mismo, su mujer y sus dos hijos. Si alguien piensa, como yo pensaba, que Mayalde es el apellido de la familia, estará equivocado. Eusebio es de La Maya y su mujer, Pilar, de Aldeatejada, lugares ambos de Salamanca y que al fundir sus nombres dieron como resultado Mayalde.
Son un grupo, pero él se come el escenario, la pantalla y todo lo comible. Su fuerza, su voz, su mirada, su personalidad, dejan muy poco espacio para fijarse en alguien o algo más.
Los Mayalde tocan instrumentos tradicionales, pero además tocan cualquier cosa: cucharas, regaderas, sartenes, platos, las tejas de un tejado, las simples manos contra un madero... cualquier objeto capaz de emitir un sonido les sirve para hacer música.
Yo no les conocía de nada, pero Google me dice que tienen discos publicados, han viajado por España y por el extranjero y se dedican a la enseñanza de la música tradicional y la danza.
El documental es todo un espectáculo musical, con una fotografía maravillosa de los campos salmantinos, un Eusebio Mayalde gigante y un niño pequeño, su nieto Beltrán, que a su edad (no calculo bien, pero le echo entre ocho y diez años), ya toca de todo con gran pericia y se ha dejado agujerear por el mismo gusanillo que corroe a su abuelo.
Después de la proyección, todo el grupo subió al escenario y nos ofreció dos números musicales que fueron todo un regalo.
Lo mejor del festival terminó resultando algo que cogimos por descarte: el domingo a las cinco, no había otra cosa que nos viniera bien.
A las siete cogimos el coche y volvimos para Santander que el lunes había que trabajar. Volveremos el próximo noviembre si nada lo impide.
La verdad es que se está convirtiendo en una escapada de lo más agradable. Un poco ajetreada, pero que permite cambiar de rollo, ver cine, generalmente bueno, y disfrutar de la gastronomía asturiana que siempre es un aliciente añadido.
Como en años anteriores, ha sido una escapada de poco más de veinticuatro horas que ha dado para tres películas, algún paseo por la ciudad y unas sidrinas.
Llegamos el sábado hacia las doce del mediodía con el tiempo para instalarnos en el hotel, salir a dar un pequeño paseo y comer, y dirigirnos hacia el teatro Jovellanos donde, a las cinco de la tarde, ya teníamos la primera película. Como hay que llegar casi media hora antes para poder coger buen sitio (las butacas no están numeradas), no da tiempo para nada más.
La elección de las películas está muy mediatizada. Primero, por las fechas. Al ir solo un par de días, hay que limitarse a lo que se proyecta en esos días. Como tampoco nos apetece alejarnos del centro ni andar con el coche, solemos ir al teatro Jovellanos.
En esta ocasión, la película que inauguró para nosotros el Festival fue la producción francesa "La prière" de Cédric Kahn.
Se trata de una historia sobre una de esas comunidades que ayudan a salir de la drogadicción a base de trabajo y mucha religión. Siempre he pensado que se trata de sustituir una adicción por otra, pero puestos a escoger yo tengo muy claro que prefiero la religión a la heroína. Por otra parte, no se puede negar la labor social que hacen estas instituciones y a la cantidad de gente a la que han devuelto una vida que estaba a punto de despeñarse por un barranco.
Dicho esto y dejando clara mi opinión al respecto, he de decir que la película me dejó, cuando menos, desconcertada. No llego a saber qué me han querido contar. No sé si se pretende criticar este tipo de actividades o si, por el contrario, pretende ser un producto propagandístico de las mismas. Vamos que no sé si va por un camino o por el contrario y esa indefinición me resulta tan tibia que me produce rechazo. Aparecen escenas con situaciones que me parecen muy reprobables, pero se pasa por ellas dándolas por válidas e incluso planteándolas como beneficiosas para el protagonista. Puede que sea problema mío, que no haya sabido captar los matices, pero no es algo que me suela pasar. Más bien creo que los matices eran demasiado sutiles.
La película es de gran belleza técnica. Con una fotografía muy cuidada y una interpretación que le valió a su protagonista, Anthony Bajon, el Oso de Plata al Mejor Actor en el 68 festival de Cine de Berlín.
Anthony Bajon |
Después de esta primera película lo único que apetecía era ir al hotel, descansar los pies de los zapatos y los ojos de las lentillas, y relajarse un poco porque después, en poco más de una hora, había que salir para la cena y la película de las 10:30.
La cena fueron dos botellas de sidra con un par de pinchos, que la comida había sido copiosa.
La segunda película fue una coproducción de Francia, Serbia, Croacia, Irán y Qatar (ahí es nada): "The load", del director serbio Ognjen Glavonić. Se trata de una propuesta interesante y original, pero que creo que no consigue plenamente su objetivo.
A finales de los noventa, el conflicto de Kosovo hace que la OTAN bombardee Serbia y, especialmente, Belgrado. Un hombre, Vlada, sobrevive como puede. Hace transportes en camión desde Kosovo hasta Belgrado. No sabe lo que lleva, no pregunta.
La película está estructurada alrededor del viaje, las gentes, las situaciones que se va encontrando Vlada. Nos muestra una situación desesperada, pobreza material y moral, un país y una población víctimas de las guerras en las que sus dirigentes, con engaños, los han metido en los últimos años.
El descubrimiento de su carga le hará a Vlada plantearse su propia culpabilidad en los acontecimientos.
Como digo, interesante y original, pero no terminan de tomar cuerpo la idea central (el viaje de Vlada) y las pequeñas historias que pululan alrededor. No llegan a formar un todo coherente y uniforme. Para alguien que no tenga un conocimiento un poco amplio de lo que fue aquel conflicto, no creo que la película llegue a darle una idea real.
Ognjen Glavonić |
La película se estrena este fin de semana en Serbia. Me gustaría saber como es recibida en ese país. Y me gustaría seguir la carrera de este director porque puede llegar a ser muy interesante con suerte.
El domingo amaneció gris y fresco. Nada que ver con el día primaveral del sábado. Por la mañana dimos un paseo, repetimos un par de botellas de sidra y fuimos a comer. A las cuatro y media estábamos de nuevo a la puerta del Jovellanos para ver un documental español que, en principio, era lo que menos me apetecía de lo que llevábamos planeado. Como pasa muchas veces, lo que en principio parece menos atractivo resulta ser lo mejor y es que no importa lo que te cuenten, sino como te lo cuenten.
"Zaniki", de Gabriel Velázquez, nos cuenta, entre el documental y la ficción, el empeño de Eusebio Mayalde por transmitir su pasión y su por la música y la danza tradicionales.
Eusebio Mayalde es el patriarca de los Mayalde, un grupo musical formado por él mismo, su mujer y sus dos hijos. Si alguien piensa, como yo pensaba, que Mayalde es el apellido de la familia, estará equivocado. Eusebio es de La Maya y su mujer, Pilar, de Aldeatejada, lugares ambos de Salamanca y que al fundir sus nombres dieron como resultado Mayalde.
Son un grupo, pero él se come el escenario, la pantalla y todo lo comible. Su fuerza, su voz, su mirada, su personalidad, dejan muy poco espacio para fijarse en alguien o algo más.
Los Mayalde tocan instrumentos tradicionales, pero además tocan cualquier cosa: cucharas, regaderas, sartenes, platos, las tejas de un tejado, las simples manos contra un madero... cualquier objeto capaz de emitir un sonido les sirve para hacer música.
Eusebio Mayalde |
El documental es todo un espectáculo musical, con una fotografía maravillosa de los campos salmantinos, un Eusebio Mayalde gigante y un niño pequeño, su nieto Beltrán, que a su edad (no calculo bien, pero le echo entre ocho y diez años), ya toca de todo con gran pericia y se ha dejado agujerear por el mismo gusanillo que corroe a su abuelo.
Después de la proyección, todo el grupo subió al escenario y nos ofreció dos números musicales que fueron todo un regalo.
Lo mejor del festival terminó resultando algo que cogimos por descarte: el domingo a las cinco, no había otra cosa que nos viniera bien.
A las siete cogimos el coche y volvimos para Santander que el lunes había que trabajar. Volveremos el próximo noviembre si nada lo impide.
Lo que dan de sí dos días a orillas del Cantábrico. 24 horas separan ambas fotografías. |
Vaya fin de semana, el festival de Gijón tiene buena fama. Hace unos años un amigo estrenó allí un documental (se encargaba del montaje), "El viejo Rock", sobre el supuesto padre asturiano de Rock Hudson. Así que me quedo con el documental que citas, resulta muy curioso. También me parece interesante el acercamiento del director serbio a un conflicto sobre el que siguen abiertas las heridas y no es para menos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo soy poco de documentales, a pesar de que mi marido ha dirigido cuatro y pronto estrenará el quinto. Era lo que menos me apetecía del Festival y resultó lo mejor.
EliminarLa película serbia me gustó verla. Era la primera obra de ficción de su autor y se notaba. Ha tratado los mismos temas en dos documentales que me gustaría ver, pero me temo que va a ser difícil conseguirlos.
Es un festival con menos glamour que otros, pero con tan buen cine como cualquiera.
Un beso.
¡Hola Rosita! Me alegra tanto que hayas disfrutado del Festival de cine...De las películas que mencionas, me llamó la atención Zaniki, pues me encanta la música y las danzas tradicionales, además eso de que utiliza utensilios como sartenes, platos, cucharas para hacer música, me parece genial...Que tengas un lindo día.¡Besos!
ResponderEliminarPues si todo eso te gusta, este documental está hecho para ti.
EliminarNo sé si se verá en salas comerciales o si lo editarán en DVD. Espero que sí porque merece ser difundido y disfrutado.
Un beso.
Hola Rosa, una gran crónica de un festival muy especial y con ciertos lazos amistosos por mi parte pues conozco a la jefa de prensa de dicho certamen. Me encantan los festivales, me encanta el cine documental (sé que a ti no tanto), y me encanta Gijón por lo que antes o después quiero vivir esa experiencia en directo. Respecto a las tres películas de las que nos has hablado me interesa especialmente la segunda dirigida por el cineasta serbio. Tuve ocasión hace un tiempo de ver y reseñar una gran película del director croata Dalibor Matanic llamada 'Bajo el sol' (Zvidan), que retrataba de una manera muy original a través de tres saltos temporales, como se desarrolló la guerra de la antigua Yugoslavia y las repercusiones hasta la actualidad.
ResponderEliminarBueno, muchas gracias por la crónica en primera persona que ha sido un placer leer.
Besos.
La película Serbia tiene sus fallos, pero a mí también es la que, en principio más me interesaba por el tema. Lo viví en su día con tanta atención como espanto. Buscaré esa película croata que mencionas (y tu reseña).
EliminarYo he ido hace años, al festival de San Sebastián, pero se puso imposible. Imposible encontrar alojamiento, imposible encontrar entradas, difícil moverse por la ciudad... He ido también un par de veces a la SEMINCI, pero nos pilla peor porque está más lejos. Cuando hemos ido es porque ha coincidido con algún puente.
Lo de los festivales es interesante porque se ven pelis que de otra forma nunca se verían.
Un beso.
Hola Rosa
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante lo que comentas del director serbio y ese coloquio posterior debía ser de lo más interesante, me ha gustado eso de superar el victimismo que por otra parte se dice fácil pero superar esa guerra y sus heridas no ha de ser nada fácil ni para los ciudadanos ni para el país aunque resulta fundamental hacerlo para poder avanzar.
Me ha parecido de lo más apetecible ese fin de semana en Gijón con la "excusa" del cine, me ha parecido una propuesta de lo más interesante y esas dos imágenes de día soleado y de día brumoso me han parecido fantásticas, muy bien captadas.
Besos
Me pareció un director de lo más valiente. No sé cómo se tomarán en Serbia su película. Decía que ya ha recibido todo tipo de críticas e insultos antes de estrenarse siquiera. Fue crítico con sus padres, con su país y consigo mismo.
EliminarEl clima del Cantábrico es así: en un día, las cuatro estaciones.
Gijón, su playa, Cimadevilla, las rascas... Lo tiene todo.
Un beso.
me pilla cerquita me suelo dejar caer casi siempre! la cultura es lo que hay qe apoyar es curativa! palabra de enfermera!
ResponderEliminarbesitos!
Pues entonces ya sabes de lo que hablo: cultura, gastronomía, paisaje... De lo más completo.
EliminarUn beso.
Pues vaya escapada más molona;) un fin de semana cinematográfico en Gijón, ciudad que me encanta. Tomar unas sidriñas en la Plaza del Marqués, en el barrio de Cimadevilla, es una experiencia deliciosa… igual que los pasteles de la Confitería Collada, ahí mismo.
ResponderEliminarTengo un porrón de películas por casa, pues coleccionaba todas las que sacaban los periódicos (las del País, Público, ABC, etc, etc) pero también tengo casi la misma cantidad de documentales, pues es un formato que me entusiasma, incluso más que el cine tradicional. Así que a mí me ha llamado mucho la atención el documental, Zaniki, del que he tomado buena nota, además esos tipos como Eusebio Mayalde me cautivan.
Qué interesante actividad la de tu marido, como director de documentales, ¿alguna temática en particular? La verdad es que en documental devoro todo lo que me echen, soy un poco “friki” , como si me ponen uno de la Antigua Grecia y, a continuación, otro de la migración de los caribúes en Alaska, me trago los dos entusiasmado.
Por cierto, si yo me tomo dos sidras con mi mujer, antes de ver las películas… fijo que me tiene que contar el final. Con una aguanto.
Abrazo Rosa.
Esa confitería la tengo que visitar. Esta vez estuve en Aliter Dulcia que quedaba justo detrás del hotel. Un bizcocho delicioso, tan bueno o mejor que los que yo hago.
EliminarMi marido tiene tres documentales que constituyen una trilogía, "La trilogía de la memoria" El primero sobre un maquis de León, el segundo sobre la depuración y represión de los maestros durante la guerra civil y la posguerra y el tercero sobre Luís Quintanilla, un pintor cántabro que tuvo que exiliarse. Los dos primeros los codirigió con mi cuñado, el marido de mi hermana. Con el dirigió también un encargo de CCOO sobre los efectos del Prestige en Cantabria. Y él solo dirigió es tercero de la trilogía y el que está a punto de estrenar sobre las traineras.
Pero yo sigo prefiriendo la ficción, igual que prefiero la novela al ensayo.
No obstante, los documentales, sobre todo históricos, me pueden interesar mucho. Me he tragafo enterito "Shoah".
Menudo rollo te he metido.
Un beso.
Jaja, de rollo nada!! me ha encantado leerte ;)
EliminarPropuestas interesantes. Quizás The load parece la más atractiva para mí veré al ver. Parece ser que no te viniste con sed. Cine y sidra, excelente combinación. Un abrazo.
ResponderEliminarDesde luego, es la más atractiva y la de temática más interesante para mí también. Lo que pasa es que tiene sus fallos que yo creo debidos a la juventud del director y a que es su primer trabajo de ficción.
EliminarTe diré que el alcohol deshidrata o sea que bebí mucha agua. Por edo no pasé sed 😂.
Un beso.
Os lo pasásteis bien y os echásteis al coleto unas cuantas botellas de sidra. Menos mal que es una bebida de baja graduiación alcogólica, jajaja.
ResponderEliminarNo he asistido nunca a festivales de cine y eso que cerca de Barceloa (Sitges) y en mi propia población (Molins de Rei) se celebra una vez al año un festival de cine de terror, un género que me gusta si es de calidad. Por lo que he oído, sin embargo, por una película que sea realmente buena, la gran mayoría son verdaderos bodrios, anque para gustos... Yo prefiero no correr el riesgo de aburrirme y gastarme los cuartos para nada y esperar a la crítica profesional, a la opinión de alguien de confianza o al veredicto de jurados de mayor solvencia como los de los festivales de San Sebastián, Berlín, Cannes, etc.
Desde luego es una forma de distracción como otra y puede ser una buena excusa para salir de casa, hacer turismo y disfrutar de la gastronomía, jeje. Y lo que cuentas viene a demostrar, una vez más, que la cinta más aclamada puede ser la más aburrida y la que menos un descubrimiento.
Un beso.
Generalmente, he visto buenas películas en los festivales. Al de Sitges no me apetece ir porque el género de terror no me gusta mucho. Además queda muy lejos para los que sólo tenemos un fin de semana y vivimos en Santander.
EliminarLa sidra es de baja graduación, y la verdad es que para haber bebido en cada ocadion litro y medio entre dos, fuimos muy sobrios al cine. No me dormí ni nada.
Un beso.
Pues mira que a mí el documental a priori tampoco me llama mucho la atención, pero es verdad que importa mucho cómo te cuentan las cosas y a veces en lo que uno menos espera encuentra lo mejor.
ResponderEliminarEl coloquio con el director serbio también debió ser de lo más interesante.
Yo no suelo ir al festival. En mi círculo no gustan mucho las películas que se alejan de los circuitos más comerciales. A mí en cambio ese cine más independiente y sobre todo procedente de países que no sean España y Estados Unidos, no siempre, pero muchas veces me aportan muchas satisfacciones y me ofrecen una mirada diferente. Espero a que salgan en DVD a ver si puedo conseguir alguna y las disfruto yo solita.
Aquí estará Gijón esperándote para recibirte el próximo noviembre con los brazos abiertos.
Un abrazo
Lorena, tenéis una ciudad maravillosa. La conozco desde que tenía un año y, aunque después de muchos veranos visitándola estuve muchos años sin acercarme a ella, desde hace cuatro o cinco he vuelto a redescubrirla junto a Oviedo que me parece otro sitio de lo más agradable.
EliminarLas películas de los festivales tienen la ventaja de que están escogidas y suelen mantener una calidad bastante aceptable. Aunque no sean lo que se llama comercial, las hay sumamente entretenidas. Bueno, pasa como con los libros, si no tienen una cierta calidad a mí no me entretienen. Me he muerto de tedio con películas que han hecho historia en las taquillas.
las de este año, a pesar de ser más flojas que las de otros festivales, han sido correctas, y el documental, muy bueno.
Un beso.
Hola, Rosa:
ResponderEliminarTu paseo por Gijón fue bien productivo en términos cinematográficos. De las tres cosas que viste me quedo como tú con la última, "Zaniki". Y no sólo porque el documental sea interesante y Eusebio se coma la pantalla, no. Me quedo con el documental porque La Maya y Aldeatejada son dos pueblos salmantinos que tienen relación con mi biografía familiar: yo soy de Salamanca, un tío mío era de La Maya, y a Aldeatejada voy con cierta frecuencia. Además en mi ciudad el grupo Mayalde es de sobra conocido. No es que sea una música que me encante pero sí que la he escuchado, y con tu reseña está claro que intentaré ver este documental en cuanto me lo eche a la cara.
Un beso, cinéfila
Con esos previos, el documental te entusiasmará. Veo que los Mayalde son conocidos en tierras salmantinas, cosa lógica, pero te puedo asegurar que yo no los conocía de nada, lo que también puede deberse a ignorancia propia, pues su fama parece haber trascendido las fronteras de Salamanca.
EliminarEl documental está muy bien hecho y salen unos paisajes preciosos, con unos colores en los campos que son una maravilla.
Pero lo más curiosos es que Eusebio, aparte de comerse la pantalla, donde realmente estuvo grandioso fue en el escenario del Jovellanos. Mira que es grande y había varias personas, pero los ojos se te iban a él, porque además, aquí para entre los dos, es un tío de lo más atractivo e interesante.
Espero que puedas ver el documental sin problemas. Seguro que en Salamanca no hay dificultades para encontrarlo. Incluso se estrenará en las salas.
ya nos contarás.
Un beso.
¡¡¡Has estado aquí!!!
ResponderEliminarBueno, me alegra que algunas proyecciones te gustasen.
Yo no pude ir(vaya semana de médicos) y lo echo mucho en falta, que yo era asidua desde la infancia, pero la semana que viene voy al Jovellanos a ver a mis hijos, y el lunes también tengo un evento con ellos así que me autoconsuelo, jejeje.
Y qué ricas las sidrinas, ¿a qué si?
Feliz finde.
Las sidrinas, buenísimas; Gijón, maravilloso; Aliter Dulcia, para repetir (lástima que habíamos comido mucho y no apetecía merendar; nos levamos un trozo de bizcocho para después del cine nocturno. Todo eso por no hablar del cine. Las películas no fueron de lo mejor, pero fueron mejores que mucho de lo que se ve por ahí y, después de reposarlas, veo que todas tuvieron su punto.
EliminarComo le digo a Lorena, tenéis una gran ciudad.
Un beso y buen finde a ti también.
Desde luego siempre son apetecibles estos "panzones" ya sea de cine o de cualquier otro medio artístico. La atmósfera que se vive, ese organizarte las comidas y las sesiones, escuchar y empaparse de cine a través de los propios profesionales. Los debates... Una gozada enriquecedora. Me alegra que la hayas disfrutado. Las propuestas además son distintas a lo que se suele proyectar en las salas lo que además supone una excelente ocasión de descubrir tesoros.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!
La verdad es que la escapada a Gijón un fin de semana de noviembre se ha convertido en una costumbre de lo más agradable.
EliminarLas películas están seleccionadas por lo que es difícil pillar algo malo. Pueden parecerte algo flojas o no saber muy bien lo que te cuentan, pero todas tienen algo que hace que merezcan la pena. Además, es muy difícil verlas luego en salas comerciales a no ser que las nominen al Oscar.
Incluso las dos que me parecieron más flojas han ganado mucho con el reposo y el recuerdo.
Un beso.