"La dependienta" Sayaka Murata.

Cuando estoy inmersa en la lectura de "La dependienta" de Sayaka Murata, me llega la información de una serie de Netflix, "Unorthodox", y me llega mediante un enlace que me envía a un artículo de Berna González Harbour en El País titulado "Seamos unorthodox", donde entre otras cosas muy interesantes afirma que en esta situación de confinamiento que vivimos la crisis nos sirve "para repensar las capas de encierros que afrontamos cada uno sin estado de alarma, los territorios en que cada uno somos ortodoxos al calor de una comunidad que espera tal comportamiento de nosotros a cambio de una idea de pertenencia. La idea entonces de ser “unorthodox”, una “desortodoxia” inexistente en español pero más interesante que “heterodoxo, nada o poco ortodoxo" [...] es suculenta. Acaso no es preciso romper con el dogma, la secta, la idea fija, la religión. Sino no permitir que te aplaste".

Pero creo que ya me he ido por las ramas y os estaréis preguntando qué tienen que ver la serie, muy recomendable por cierto, "Unorthodox" y un artículo sobre ella en El País, con "La dependienta". Ya antes de ver el artículo de Berna González Harbour había yo reflexionado sobre esa inortodoxia o desortodoxia de Keiko Furukura, la protagonista de la novela. 

Todos nacemos siendo unorthodox, cierto que unos más que otros. Los niños son espontáneos, no se atienen a las normas, no hay encierros mentales que los aprisionen y los aplasten... hasta que llega la educación y los somete al redil, los hace orthodox, los deja en condiciones de vivir en este mundo. Puede que de otra forma, la vida en sociedad fuera invivible, puede que las normas nos proporcionen el respeto y la tolerancia (?) necesarios para vivir en grupo, pero ¿hasta dónde llega lo aceptable y dónde empieza la aniquilación mental que todos aceptamos de mejor o peor gana?

Keiko no encaja en este mundo desde muy pequeña, ni siquiera encajaba con otros niños, por muy unorthodox que siguieran siendo, cuando un pájaro muerto los llenaba de angustia  y a ella solo le hacía pensar en lo rico que estaría frito. "A papá le gustaba el pollo, y a mi hermana y a mí nos encantaban los fritos. Si el parque estaba lleno de pájaros, no entendía por qué no podíamos comerlo y teníamos que enterrarlo". Más tarde, ya en el colegio, ante dos compañeros que se peleaban y la súplica de alguien para que se separaran, "dispuesta a detenerlos, abrí el armario de las herramientas, saqué una pala, me acerqué corriendo a los niños que se peleaban y golpeé la cabeza de uno de ellos. Los demás empezaron a gritar a mi alrededor, y el niño se desplomó al suelo sujetándose la cabeza. Al ver que se quedaba quieto con la cabeza entre las manos, levanté la pala con la intención de detener también al otro"

Keiko no sabe en qué obra mal. Su lógica tropieza con las normas, pero sabe que sus padres están desconcertados y como no quiere disgustarlos ni que tengan que disculparse por ella, decide no hablar casi y limitarse a imitar a los demás. Su hermana, dos años más joven pero "normal", la fue enseñando a pasar desapercibida en un mundo que no entendía y que no la hubiera entendido a ella de no ser por las excusas que su hermana le enseñaba: estaba delicada de salud, sus padres necesitaban sus cuidados. Una forma de camuflarse porque "el mundo normal es un lugar muy exigente donde los cuerpos extraños son eliminados en silencio. Las personas inmaduras son expulsadas"

No, Keiko nunca ha encajado en las premisas de este mundo, al menos no encajó hasta que casualmente vio que se necesitaban dependientes para una nueva tienda. La descubrió casualmente una noche paseando. Era la próxima apertura de una Smile Mart frente a una estación. Las Smile Mart son konbini, tiendas que abundan en Japón y que están abiertas de forma ininterrumpida las veinticuatro horas del día los siete días de la semana. Era un buen trabajo para una estudiante. Un trabajo por horas que está bien visto como manera de ganar algo de dinero mientras se estudia, como algo provisional propio de gente muy joven. Un trabajo que para Keiko supuso mucho más que un trabajo provisional por horas porque ya el primer día "sentí por primera vez que formaba parte del mundo, como si acabara de nacer. Aquel día había surgido una nueva pieza que encajaba con total normalidad entre las demás: yo"

El caso es que han pasado dieciocho años y Keiko sigue trabajando por horas, algo que ya nadie hace a los treinta y seis años, sigue trabajando en el turno de mañana todas las mañanas excepto la del viernes, y sigue soltera y sin tener hijos. Pero Keiko no entiende por qué debería cambiar su vida. Por fin, encajada en la maquinaria de la konbini, se siente como una pieza colocada en su lugar. Es la dependiente perfecta, la que más alto y con más alegría saluda a los clientes, la que mejor se preocupa de colocar los productos en la forma perfecta para aumentar las ventas y la comodidad de los compradores. En la tienda Keiko es feliz, aunque la critiquen sin comprenderla sus amigas y sus padres y hasta su hermana. 

Tan adaptada se encuentra que ya no se considera humana, sino más bien dependiente, aunque disimule y finja: "pensé que estaba interpretando a la perfección el papel de «humana» y suspiré aliviada". Y es que tiene que fingir sentimientos humanos de los que se siente muy alejada. Cuando sus compañeras se sienten indignadas ante la falta de compromiso de otro dependiente, ella no entiende esa indignación la ira no existe en sus emociones. Tan solo una cierta incomodidad ante la escasez de personal válido.

Sayaka Murata

"La dependienta" es una novela metafórica. Es una metáfora de los compromisos con los que la vida nos va atando a conveniencia de la sociedad de la que formamos parte y es también una metáfora de lo poco que ha cambiado la vida en sociedad desde la Edad de Piedra, de lo cruelmente primitiva que sigue siendo la sociedad con los especímenes que no se adaptan a lo que se espera de ellos. "El mundo no ha cambiado desde la Edad de Piedra. Las personas que no aportan nada a la comunidad son marginadas, como los hombres que no cazan o las mujeres que no tienen hijos. Aunque digan que la sociedad actual es individualista, quienes no se esfuerzan por establecer algún vínculo con la comunidad reciben toda clase de presiones y coacciones hasta que, al final, se les expulsa"

"La dependienta" no ha llegado a convencerme. Demasiada metáfora para mi gusto y una historia que se me deshilvana entre los dedos sin llegar a tomar consistencia, me hacen sentir fría y poco satisfecha ante la novela. Se trata de una crítica a la sociedad (no solo japonesa) y a sus exigencias, al mercantilismo que hace que a cierta edad se espere de la gente que tenga un trabajo fijo y de cierto nivel, al machismo que espera que toda mujer tenga que tener pareja y ser madre. Toda esa crítica aparece, es cierto, pero me gusta que me lo cuenten con historias menos evidentes y algo más elaboradas. Tal vez el problema sea que no termino de comprender la literatura oriental en general y japonesa en particular.

Título del libro: La dependienta
Autora: Sayaka Murata 
Nacionalidad: Japón
Título original: Konbini Ningen
Traducción: Marina Bornas
Editorial: Duomo
Año de publicación: 2019
Año de publicación original: 2016
Nº de páginas: 176


Comentarios

  1. Vaya, según estaba leyendo la reseña (súper currada, por cierto) me estaba dando la sensación de que te había gustado. La literatura japonesa a mí me requiere más esfuerzo que las occidentales, pero no he tenido malas experiencias con ella.

    Besos!

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    1. Igual he tardado un poco en dejar ver mi opinión, ja, ja.
      No me gustan las historias en las que la crítica es tan evidente. Prefiero que se vaya viendo de manera sutil y en esta queda demasiado en evidencia. Además no acabo de hacerme con la historia porque la relación entre Keiko Furukura y Shiraha (de la que no hablo en la reseña por no extenderme no termino de entenderla. No sé muy bien cómo funciona Shiraha ni lo que pretende ni el sentido de su relación. Puede que sea una limitación mía, pero el caso es que no he llegado a pillar el sentido de la historia o puede que tampoco tenga mucho sentido.
      Un beso.

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  2. No he leído La dependienta y me he animado a conocer tu reseña antes de hacerlo, cosa que no hago con otros libros. Veo que te pasa un poco como a mí con la literatura oriental que se escribe en estos tiempos. El último libro que leí: Un invierno en Sockcho de Elisa Shua Dusapin. Sientes el crudo frío de invierno como metáfora de la frialdad de las relaciones humanas en un mundo decrépito, el olor del pescado y la humedad que sufren las mujeres en el puerto, la crítica a que toda mujer de cierta edad se case, a las operaciones de estética... En fin, sé que algunos críticos la han catalogado como una pequeña obra maestra. A mí me dejó un vacío, es verdad que todo eso está con una minuciosidad de detalles donde la autora demuestra el dominio del arte de la escritura, pero... no me llegó con esa redondez de una obra que te hace exclamar: ¡"Muy buena, sí señor!

    Besos.

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    1. Eso me ha pasado a mí con esta. La he terminado y me he quedado fría. No sabía muy bien lo que me quería contar. Bueno, sí lo sabía porque es demasiado evidente, pero precisamente por esa evidencia, no me parecía el mejor modo de contarlo.
      Lo último que he leído de literatura japonesa han sido relatos de Murakami que, al contrario que esta novela y siendo mucho más cortos, cuentan muchas cosas y de una forma subyugante. Tampoco es mi literatura favorita aunque he leído cosas interesantes.
      Un beso.

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  3. Jo, vaya chasco me he llevado al leer el final de tu reseña, porque al principio estaba decidida a apuntarme la novela (y eso que los escritores orientales no me hacen tilín), pero luego ya... como que no.
    Hace poco comenté, ya no sé dónde, que lo de la solidaridad y la empatía son cosas que se inventaron para hacernos especiales, pero que en realidad el ser humano, si se comporta como lo que es, un animal de la naturaleza, tiende a sobrevivir y en ese aspecto a lo peor se tiene que comportar de manera egoísta. Y egoísmo es lo que se está viendo en mucha gente ante esta pandemia, ni buen rollito, ni cantemos todos juntos, ni ná de ná, e-go-ís-mo puro y duro. Lo que más me enerva de todo esto es que quienes están demostrando este egoísmo son los que se dan golpes de pecho y presumen de ser caritativos y cosas así: dime de qué presumes y te diré de qué careces. Podría seguir hablando, como ejemplo de lo que digo, sobre qué está haciendo la Iglesia (la que lleva la I mayúscula) con todo esto, porque aparte de dar misas en San Pedro con la basílica vacía, no se ve nada más, no sé, aportar dinerito para hospitales?, o pagar los impuestos por los inmuebles exentos?
    En fin, lo dejo, y perdona el rollo pero me he venido arriba, no sé qué me ha pasado, será cosa del confinamiento.
    Un besote, guapa.

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    1. Keiko carece de empatía, aunque creo que no podría ser una asesina en serie, ja ja. Su mundo se mueve por la lógica más aplastante. Si los pájaros fritos están ricos, ¿por qué enterrar uno muerto cuando se puede freír y comer? No entiende el disimulo ni la hipocresía pero tiene que acudir a ellos para sobrevivir y en eso le enseña su hermana.
      Voy a confesar aquí una cosa. Ni un solo día he salido a aplaudir porque no me gusta participar de actos en los que no sé quién me acompaña. Mucha de la gente que aplaude será de la que luego quiere echar de la comunidad de vecinos a un sanitario por miedo al contagio. Todo ese postureo me pone mala. O pondrán a parir a los profesores porque no atienden bien a los niños, cuando están trabajando con sus propios medios, los que los tienen. Han dado los teléfonos privados a las familias para poder comunicarse. Muchos tendrán que cambiar de número cuando esto termine.
      No, no hay solidaridad ni empatía y mucho me temo que después de esto seremos más desconfiados y más egoístas. Lo siento, pero es lo que hay.
      Un beso.

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  4. Yo leí la dependienta porque hubo un boom muy grande y todo el mundo la ponía por las nubes. A mí me gustó, pero sin ser maravillosa. Entiendo lo que dices, que falla el modo de explicar toda esa crítica social. De hecho, creo recordar que cuando hice la reseña dije que me había parecido demasiado corta. Es como una anécdota, más bien. Creo que va un poco en línea con lo que dices del modo de explicar las cosas.
    Por cierto, tengo pendiente ver Unorthodox!

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    1. Eso me pasó a mí, con el boom tomé nota y además era de las que me dan buen pálpito a pesar del boom. La he leído con facilidad y me ha entretenido, pero no la veo una historia compacta. me da la sensación de que tiene muchas pretensiones que no se cumplen. Con un poco más de extensión tampoco creo que se hubiera solucionado el problema que le veo y es que no me gustan las metáforas tan evidentes. es como literatura "con mensaje" que es algo de lo que huyo.
      No te pierdas "Unorthodox". Es una serie muy buena y son solo cuatro episodios. Me gustaría leer el libro en el que se basa, pero no está traducido. Una lástima.
      Un beso.

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  5. Hola, Rosa.

    Tengo la impresión de que tu reseña es mucho más interesante y descriptiva de lo que me aportaría la lectura de este libro. Supongo que de alguna manera todos buscamos esa integración social o adaptación del personaje de la novela. Por otro lado, no soy demasiado de ver series pero vista tu respuesta a María de que solo tiene cuatro episodios quizás me anime con ella.

    Besos.

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    1. A mí, desde luego, me ha aportado poco. Lo que sí que aporta es la serie "Unorthodox". me ha parecido de lo más interesante. A la hora de hablar de normas y de los que se niegan a aceptarlas, aporta mucho más sin ninguna duda. Me interesa mucho el mundo de los judíos ortodoxos y hay un par de series en Netflix de lo más interesante. Esta solo tiene cuatro episodios de unos cuarenta y cinco minutos. Se ve casi sin enterarse.
      Un beso.

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  6. Hola, Rosa. Pues yo tampoco he leído la novela y me estaba gustando tanto tu reseña que pensaba apuntármela pero después de ese final... La emoción a mí también me parece algo fundamental. Sí que buscaré la serie que comentas. Besos.

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    1. Me gusta dejar mi opinión para el final, y si ves los comentarios, no eres la única que ha estado a punto de tomar nota de esta serie. Tampoco me atrevo a decir que mi opinión sea algo más que mi opinión, pero si sirve de algo, a mí me parece que aporta muy poco. La serie sí que te la recomiendo. Está en Netflix.
      Un beso.

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  7. La novela no sé si me interesa mucho esta vez. Lo que sí me ha interesado de tu reseña es la alusión que haces a la serie de TV "Unorthodox". Es una miniserie de sólo cuatro episodios y me ha parecido magnífica. Te la recomiendo vivamente. Para quienes como tú y como yo amamos la literatura norteamericana y nos atrae el ambiente neoyorquino asistir a la vida que en esa ciudad lleva una secta judía ultraortodoxa es sorprendente y muy digno de seer visto. Y no te cuento más; ahora bien te invito a que la veas. Es en Netflix.
    Y sobre que la vida en sociedad apenas si ha cambiado desde la edad de piedra a nuestros días creo que es bastante cierto. La crisis sanitaria por la que pasamos creo que lo demuestra mejor que nada: los remedios que estamos poniendo (haciendo abstracción de lo que se hace en los hospitales, naturalmente) es lo que siempre se ha hecho: alejarse de los apestados, autoconfinarse, rechazar el contacto con los otros, esperar a que pase el tiempo y así a ver si los infectados desaparecen y la damos por concluida. Bueno, esto ya se hacía en la época de Dante y seguramente mucho antes.
    Estoy leyendo la de Jon Didion que reseñaste el otro día y me está gustando bastante.
    Un beso

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    1. He visto la serie, Juan Carlos y es fabulosa. Hay otra, más larga, ambientada en un barrio ortodoxo de Jerusalén que creo que es aún más interesante. Se titula "Shtisel" y está también en Netflix. No cuenta nada en particular. Sencillamente la vida de una familia, pero es tan exótico para lo que estamos acostumbrados que resulta interesantísima. Te la recomiendo si no la has visto. Trabaja la misma protagonista.
      Es cierto que lo más esencial del ser humano ha cambiado poco. Hemos desarrollado una cultura material impresionante, la tecnología ha avanzado de forma increíble, pero en el fondo seguimos siendo un animal con sus miedos, sus miserias y su instinto de supervivencia por encima de cualquier otra cosa.
      Me encantará leer tu reseña del libro de Joan Didion. Hay por cierto un documental en Netflix, "El centro cederá", sobre la vida de la autora que es una maravilla (así me lo pareció al menos). Ver a Joan Didion con más de ochenta años, sus gestos, sus risas que se congelan de pronto en un gesto de dolor, sus movimientos de manos... maravillosa.
      Un beso.

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  8. La leí en noviembre y me gustó muchísimo. Qué interesante esta entrada. Muchos besos.

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    1. Como ves, no coincidimos en la opinión sobre la novela. Es entretenida y se lee con facilidad, pero no puedo decir que me haya gustado.
      Un beso.

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  9. Es una pena que no te haya convencido, porque el punto de partida me parecía muy sugerente. El enfoque es tan importante como la idea y el estilo, conjugar las tres cosas no es fácil. Resulta agotador ser normal y llega un momento en el que o te conviertes en una comparsa o claudicas. Extraño que en nuestra lengua no haya una palabra para designar a esos "unorthodox", me temo que es síntoma de la eficaz labor de aplastamiento hacia los que se alejan del redil. Como dice una canción de Extremoduro: "¿qué hace esta cabra fuera del rebaño? ¡vamos a tirarla desde el campanario!".
    Buena racha de literatura japonesa, aunque no lleguen a atinar. Me estás sorprendiendo.
    Un abrazo.

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    1. Es curioso, pero estas dos novelas han estado siempre juntas en mi memoria. No sé si es porque me llegaron noticias de ambas con poco espacio de tiempo, ambas japonesas, escritas y protagonizadas por mujeres, muy cortitas y ambas muy aclamadas en casi todos los foros. El caso es que casi estaba cantado que las leería seguidas. Incluso pensé hablar de ambas en una misma entrada y empecé a escribirla, pero enseguida me di cuenta de que cada una merecía la suya.
      En algún sitio que he visto traducido el título de la serie, lo hacen como "Poco ortodoxo", pero esa es la definición que se da de heterodoxo y desde luego, inortodoxo es algo que se parece, pero no termina de ser heterodoxo. De ello habla también Berna González Harbour en su artículo.
      Buena la frase de Extremoduro. Nadie puede estar fuera del rebaño, pero me gustaría que me lo contaran con una historia de otro tipo.
      Un beso.

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  10. Bueno, Rosa, no creo que tu poco entusiasmo con la novela sea, como tú afirmas, que tal vez no terminas de comprender la literatura oriental en general (que es de lo más variopinta incluso en estilos narrativos) y la japonesa en particular, pues poco tienen que ver entre sí Murakami, Kenzaburo Oe, Mishima y Banana Yashimoto, por ejemplo. Aunque veo que encadenas dos novelas japonesas. Digo que no lo creo porque, entre otras cosas, te considero una gran lectora, muy capaz de detectar las distorsiones que pueda tener una novela, sea japonesa o francesa.

    Pienso, sencillamente, que lo metafórico de esta novela parte de un planteamiento muy radical, viendo el perfil de ese personaje inadaptado, como si dando una vuelta más de tuerca a la singularidad de la protagonista, la escritora pretendiese hacer más contundente el mensaje que quiere transmitir, pero la literatura también seduce y convence con sutilezas y, quizás, aquí no estén bien hilvanadas o integradas en la historia, es la impresión me llevo esa impresión leyendo lo que cuentas de la protagonista y su sentido en la sociedad, parece que faltó más sutileza para equilibrar lo radical del planteamiento. Bueno, ya me dirás.
    Un beso.

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    1. He leído a todos los escritores japoneses que mencionas excepto a Mishima y la verdad es que todos me han gustado. Kawabata me resulta un tanto agobiante, pero no se puede decir que no me guste. Es cierto que cada una tiene su estilo propio y su personalidad, pero creo que en toda esa literatura hay un algo simbólico, mágico, que tiende a salirse de la realidad y que en nuestra literatura es mucho menos frecuente. No sé, hay algo que veo en la literatura oriental (china y japonesa, pues creo que no he leído nada más o al menos no lo recuerdo) que se aleja de la realidad y que hace que, aunque algunas novelas me han gustado mucho, siempre note una cierta pereza a ponerme con ella.
      El problema es que darle contundencia al mensaje a fuerza de hacerlo tan explícito me resulta un tanto burdo. Prefiero tener que ser yo la que extraiga el mensaje, la que lo interprete en una historia menos evidente. Eso aparte de que hay alguna situación y algún personajes que no llego a entender bien.
      Un beso.

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  11. Cuando hace muy poco, Pedro Fabelo, en su blog Absurdamente, que tú y yo frecuentamos, hizo una reseña de esta novela en su entrada titulada "Surfeando el confinamiento", ya expresé mi opinión sobre lo que me inspiraba. Comparaba a Keiko, la protagonista de La dependienta, con Sam, el protagonista de la serie de Netflix Atypical, solo que este es un adolescente perteneciente al especto autista, que tampoco entiende las reglas de la sociedad (tiene las suyas que, para él, sí tienen sentido) y se ve forzado a seguirlas para no ser tachado de raro. Para ello, intenta seguir los consejos de su único amigo (un dependiente que, como él, trabaja en una tienda donde Sam compagina trabajo y estudios) y de su hermana menor que intenta protegerlo a toda costa, sobre todo de las chanzas de los compañeros del instituto al que ambos asisten.
    Pero no he venido hasta aquí para habar de "mi serie", ja,ja,ja, sino de "tu novela"; pero como no la he leído, poco más puedo añadir a esta comparación que, quizá, no sea del todo acertada.
    Un beso.

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    1. Es que cuando empecé a leer la novela, pensé que Keiko padecía algún trastorno del espectro autista. Yo he tenido alumnos con síndrome de Asperger y me los recordaba mucho, pero en ningún momento da el libro la más mínima pista de que la cosa vaya por ahí. En todo momento se manifiesta el mensaje de la persona que no se adapta a las normas y no es aceptada. Ese es el problema, que se muestra y yo creo que en una novela el mensaje tiene que subyacer y nunca mostrarse.
      No conocía la serie que mencionas, pero tomo nota. "Atypical", "Unorthodox" (que te recomiendo), muy similar.
      Estoy viendo "Los asesinatos de Valhala", por tu recomendación y me está gustando.
      Un beso.

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    2. He visto Unorthodox y me gustó mucho. Y aunque luego he leído que hay detalles que no coinciden con la historia real, ello no le quita un ápice de valor e interés. A los que nos ha gustado esta miniserie, Netflix recomienda ver Disobedience, película protagoniszada por Rachel Weisz.

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    3. Tomo nota de esa película. Se me amontona el trabajo, ja ja. Y si te interesa el mundo judío ortodoxo, en otro plan muy distinto, también en Netflix tienes "Shtisel", ambientada en un barrio ortodoxo de Jerusalén. me encantó.

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  12. Pues me parece muy bien hilada tu reflexión sobre el "Unorthodox", ese término que no existe en español.
    Tengo esta novela en cuarentena desde que salió y la cuarentena y se ha hecho tan extensa que no sé si llegaré a leerla. Tanto la protagonista como el planteamiento y la temática me llaman la atención pero mi intuición me dice que la novela no es para tanto como dicen de ella. De todas formas sigue produciéndome curiosidad, así que tal vez alguna vez me anime y, como tengo las expectativas ya un poco rebajadas, igual hasta me gusta.
    Bueno, me tenías ya casi decantada hacia el sí con tu reseña. Al final me has hecho retroceder otra vez a mi punto de partida.
    Besos

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    1. Pues yo te animaría a leerla. Se lee rápido y me encantará saber tu opinión sobre ella. Ja ja, es una postura egoísta lo sé. Me gustará ver si corroboras mi opinión o si la rebates, en cuyo caso me darás motivo para más reflexión.
      Si no has visto "Unorthodox" te la recomiendo. es una serie muy inetersante de un mundo que por aquí nos resulta bastante desconocido.
      Un beso.

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  13. Hola, tengo la novela apuntada desde hace tiempo porque he leído reseñas muy favorables, pero creo que me voy a dar un tiempo para que esas opiniones no me condicionen, pero cuando eso pasa los libros suelen decepcionarte. Besinos..

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    1. Yo había leído muchas opiniones muy favorables, pero también he tardado bastante en leerlo y es cierto que las opiniones se van difuminando y lees el libro con menos influencias ajenas. Ya nos contarás.
      Un beso.

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  14. Hola, Rosa

    Creo que la crítica que plantea el libro puede ser interesante y que puede resultar estimulante ver cómo la refleja la autora a través de la vida de su protagonista, pero yo no estoy muy segura de que consiguiera empatizar con ella. Tal y como dices la cultura oriental dista mucho de la nuestra y es difícil, a veces, identificarnos con sus costumbres y su forma de sentir. En este caso, si además dices que la historia no es muy allá, creo que me ahorraré el intento de leerla.

    Curiosísima la palabra que nos traes, sobre todo porque no tiene una traducción exacta al castellano, y eso que está considerada una de las lenguas más ricas.

    ¡Un beso y mil gracias por tu estupenda reseña!

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    1. Desde luego, yo no he empatizado con la protagonista, aunque sí al principio con su situación de inadaptación, pero, a partir de un determinado momento, tiene comportamientos que se me escapan por completo y que hasta me parece que se contradice con su trayectoria anterior. Como dices, tal vez sí que encaje con la cultura japonesa de la que tantos detalles se nos escapan. No obstante, a pesar de que no han sido muchas, he leído suficientes novelas japonesas como para saber que sus historias suelen ser mucho más elaboradas e interesantes de lo que me ha parecido esta.
      "Unorthodox", sugerente palabra y una muy buena serie que sí te recomiendo.
      Un beso.

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  15. Vaya, y yo creyendo que te había gustado. Supongo que tanta metáfora difumina un poco la historia.
    Muy feliz día y tomo nota de la serie.

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    1. Como ya dije más arriba, creo que tardé un poco en dar mi opinión. Se me fue el santo al cielo hablando de mis cosas y de lo que trata la novela antes de decir que no me había convencido. Tampoco es que me haya parecido nefasta, que conste.
      La serie muy buena. Esa sí que te la recomiendo.
      Un beso y feliz fin de semana.

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  16. ¡Hola, Rosa! ¡En buena tesitura me dejas! Hasta llegar a tu valoración me iba diciendo que esta novela iba a leerla sí o sí. El conflicto individuo-sociedad es algo que me apasiona. Además, las soluciones del personaje me parecían de lo más deliciosamente eficientes, je, je, je... De esos personajes que me llama la atención.
    Tu valoración final me echa un tanto para atrás, quizá la idea que ya me he formado de la historia pueda no ser la que realmente esté escrita.
    Bueno, como parece que tiene 176 páginas, me esperaré a que abran las librerías para echarle un ojo a las primeras páginas y ver el tono de la misma.
    Por cierto, me acabo de dar cuenta de que soy un unorthodox en toda regla. No tengo móvil, no veo Netflix ni series...
    Un fuerte abrazo!!

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    1. Yo soy muy orthodox en lo material. Me encanta la tecnología y los aparatitos. Me gusta tener de todo y disfruto mucho con ello. En ese aspecto soy bastante consumista. Otra cosa es en lo social y en lo mental. Ahí ya mis comportamientos y mis pensamientos se alejan un poco de lo ortodoxo.
      Veo que no he enfocado bien el análisis de la novela, pues sois ya muchos los que decís que os ibais animando a leer la novela pensando que me había gustado. Trataré de tener más cuidado para otra vez.
      De todas formas, si te atrae, no dejan de ser unas pocas páginas que se leen en poco tiempo y puede que tú la veas de otra forma y te guste. Al fin y al cabo, hay tantas novelas en cada una como lectores se acercan a ella y bien pudiera ser que la tuya fuera mucho mejor que la mía.
      Un beso.

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  17. Tampoco es fácil ser unorthodox, yo siempre he sido "acusado" de ello, mi hermano prefiere llamarme peculiar. No me ha hecho infeliz ni desgraciado ni nada por el estilo, pero a veces no es cómodo, digamos.
    Me había interesado esta lectura, aunque tampoco soy muy amante de las metáforas sin son en exceso, pero tu conclusión me ha dejado un poco frío, y tengo mucho pendiente, así que de momento lo dejo. Gracias.
    Un beso.

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    1. Yo también he sido siempre un poco bicho raro. El ser lectora empedernida ya era suficiente para no ser muy comprendida por la gente a mi alrededor. Recuerdo que en sexto de bachillerato en Historia de la Literatura, yo había leído muchos de los autores que se mencionaban. Casi todos a partir del siglo XIX. Mis compañeras ponían los ojos en blanco cuando se daban cuenta. pero no en mal plan. Eran mis amigas y nunca me sentí mal por esos detalles.
      Pero claro de ahí a las cosas que le pasan a Keiko hay una gran distancia.
      Peor fue más adelante cuando todos mis amigos pretendían que me uniera a la juerga de copas hasta la madrugada y yo me iba a mi casa.Nunca he entendido en qué le podía molestar a la gente que yo me retirara. Nunca pretendí que se retiraran conmigo 😂
      Un beso.

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  18. Saludos, Rosa.

    En esta ocasión, la casualidads ha querido llamar a mi puerta. Y dos veces, como es su costumbre. Lo bueno es que lo ha hecho a media mañana, y no de madrugada. Aunque, con esto del confinamiento, mi reloj biológico lo tengo tan desajustado como la percepción que tienen los políticos de la realidad. ; )

    Aludía a la casualidad porque hace relativamente poco me leí la novela que reseñas. Vaya por delante que a mí me encantó, aunque entiendo lo que argumentas para no considerarla una maravilla. Me sorprendió lo adictivo que me resultó su lectura, pues me la ventilé en dos tardes. Es cierto que se trata de una novela corta, pero, por mi experiencia, a lo largo de mi vida me he topado con novelas cortas que se me han hecho larguísimas, como "El viejo y el mar" de Hemingway, por citar una. La forma que tiene la autora de mostrarnos el carácter y la forma de pensar de su protagonista me pareció un acierto, pues en ningún momento cae en el victimismo, o yo no lo percibí. También me gustó el uso de un lenguaje sencillo y nada recargado. Por mi experiencia con la literatura japonesa, la sencillez o accesibilidad no son moneda común entre sus autores. Me sentí gratamente sorprendido al hallar, al fin, a una autora nipona capaz de contarme algo de manera sencilla y accesible, y con una amenidad que me resultó entrañable. En cualquier caso, celebro la diversidad de opinión. Detesto la idea de pensamiento único.

    La serie "Unorthodox" me la apunto. Tiene buena pinta. : )

    Un beso.

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    1. Vi tu reseña en su momento. La verdad es que casi todas las que he leído han sido muy positivas. Para mí la historia carece de coherencia; es como si se me deshiciera entre las manos. Y no es porque sea corta. las he leído más cortas y me han gustado mucho más (no "El viejo y el mar" que es una novela que no me ha convencido nunca; bueno, Hemingway en general no me convence).
      Es cierto que el lenguaje es sencillo y está bien escrita, pero no llego a entender a la chica a partir de su relación con el compañero de trabajo, relación que tampoco entiendo, aunque bien cierto es que puede que la limitación sea mía.
      Como bien dices, diversidad de opinión que es inevitable entre gente con criterio 😉.
      La serie "Unorthodox" sí que te la recomiendo.
      Un beso.

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  19. Rosa, esta novela la vi reseñada hace tiempo en algunos blogs. NO recuerdo en qué sentido hablaban aquellos lectores de esta obra. Imagino que habría de todo. A mí, a priori, me interesa. No es como para lanzarme de cabeza porque la literatura oriental y yo no congeniamos muchos, pero siento una leve curiosidad. Así que, este libro sé que está ahí y si el destino lo considera, seguro que lo cruza en mi camino. En cuanto a la serie que comentas, la tengo en la parrilla de salida. También tengo mis más y mis menos con respecto al argumento y con respecto a lo que me han comentado algunas personas que la han visto, pero quiero intentarlo. Gracias por la reseña y espero que estés bien. Besos

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    1. La mayor parte de reseñas que yo he leído la ponen muy bien. Yo tampoco me llevo de maravilla con la literatura oriental, pero voy leyendo cosas y la verdad es que la mayoría me gustan. Entiendo tu curiosidad por esta novela. Desde luego, no es para desecharla del todo ni me atrevería a decir que es una mala novela, pero a mí, por las causas que comento en la entrada y que completo en comentarios, no ha llegado a llenarme del todo.
      La serie, por el contrario, me ha gustado mucho. No tengo ninguna objeción contra ella. La entiendo no como una crítica a la comunidad jasídica de Nueva York, sino como una crítica a todo sistema que anula la personalidad de la gente, llena su vida de normas y le impide pensar por sí misma. Creo que merece la pena.
      Un beso.

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  20. Cómo sabes, la he leído a fines de año pasado y me ha gustado, por más que no es una gran novela. Creo recordar que señalabas tus limitaciones con la literatura oriental -allí, o en alguna otra ocasión-. Por lo que he visto, las opiniones están repartidas.
    De la serie, ni idea.
    Un beso, Rosa.

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    1. La literatura oriental me da mucha pereza y en principio no suele atraerme, aunque cuando me gusta la disfruto mucho.
      En esta novela me parece la historia flojea y no llega a coger entidad, además está llena de metáforas y su mensaje resulta demasiado evidente y eso es lo que me disgusta.
      La serie "Unorthodox" sin embargo, me parece muy buena.
      Un beso.

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  21. Hola, Rosa.
    Tras leer tu comentario en mi reseña de la novela vengo a la tuya para ver con mayor profundidad lo que me contaste en mi blog. Fíjate que tengo 'Unorthodox' marcada para verla desde hace no sé cuánto pero sigue pendiente. Y tengo que animarme ya a verla.
    A mí sí que me gustó mucho esta novela. A mí Japón-Plutón me atrae mucho desde siempre y de lo que he leído de autores japoneses he sacado conclusiones como que viven en una sociedad aún mucho más encorsetada que la nuestra, quizá más parecida a la que teníamos cuando vivíamos en la dictadura —no solo política sino también religiosa— y donde sacar los pies del tiesto puede resultar hasta peligroso para la integridad.
    Ser alguien más libre en ese contexto tiene que ser tremendo y la mejor manera ha de ser fundirse con él para pasar desapercibid@. A mí me parece que esta novela es más realista que metafórica, de hecho creo que transmite bastante fielmente la experiencia de la propia Sayaka Murata, que también pasó 18 años trabajando en una konbini como su alter ego Keiko. Es esta una autora bastante amiga de reivindicar a las minorías de todo tipo —sobre todo femeninas— que existen en su país, pero también en el resto de la humanidad. De ahí su éxito a nivel internacional.
    Me gusta esa sencillez al escribir y la claridad de los conceptos. Para mí merece bastante la pena ser leída.
    Un beso.

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    1. Lo primero, recomendarte la serie Unorthodox que me pareció fantástica. Así como lo japonés me resulta muy ajeno, las culturas judía y musulmana me fascinan (y en algunos aspectos, me repelen, pero hasta esa repulsión me resulta atractiva a la hora de acercarme a ellas). Se ve que la convivencia de tantos siglos ha dejado su huella y las encuentro muy cercanas y sobre todo interesantes.
      Respecto a la novela, tal vez me precipité al calificarla de metafórica. No indagué en la autora y no sabía que es bastante autobiográfica y que ella misma vivió una situación similar. Tal vez es más real de lo que yo imaginaba. Aun así, recuerdo que la historia me pareció que flaqueaba un poco y no terminó de adquirir consistencia para mí. De todas formas, no me disgustó tanto como para tacharla o no recomendar su lectura, sobre todo siendo consciente de que hay mucho de gusto personal en mi apreciación de esta lectura.
      Un beso.

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    2. A mí la religión, cualquier religión, en general me repele bastante desde hace tiempo. Creo que, como alguien dijo, parecen haber sido creadas para someter a la mujer, pues ninguna se libra del machismo. Aunque someten en general a todo el mundo, no digamos ya a los que se salen del patrón heterosexual.
      En cuanto a Murcia, siempre que indago un poco en la vida de los autores de las novelas que comento me doy cuenta que todas tienen un punto autobiográfico más o menos claro. Eso de que escribir solo sobre lo que se conoce bien es aburrido o estrecho de miras no parece calar demasiado en los autores. Además, siempre está ese puntito de autosanación a través de la escritura.
      Un beso.

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    3. Esa Murcia era Murata, por si te despista el dichoso corrector del móvil.

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