"Vidas escritas" Javier Marías

Últimamente me gusta compaginar la novela que leo durante el día con algún libro de relatos o ensayo. A veces, el libro complementario me arrastra y se queda como libro principal. Otras veces, como en este caso, queda como libro complementario, del que voy leyendo un par de capítulos diarios. Tampoco eso significa que sea mejor ni peor. Sencillamente puede que a mí me haya atrapado con menos fuerza o que sea más razonable leerlo poco a poco e ir digiriendo bien cada parte. 

Eso es lo que ha sucedido con "Vidas escritas", un libro en el que Javier Marías nos introduce en aspectos poco conocidos de veinte escritores. "La elección de los veinte que aquí aparecen fue arbitraria (tres norteamericanos, tres irlandeses, dos escoceses, dos rusos, dos franceses, un japonés, una danesa, un italiano, un alemán, un checo, un polaco, un inglés de la India y un inglés de Inglaterra, si nos atenemos a sus lugares de nacimiento). Sólo me impuse como condición que todos estuvieran muertos, y descarté la posibilidad de ocuparme de españoles [...] Lejos de la hagiografía, y de la solemnidad con que a menudo se habla de los maestros artistas, estas Vidas escritas están contadas principalmente, creo, con una mezcla de afecto y guasa. Lo segundo está presente sin duda en todos los casos; lo primero reconozco que falta en los de Joyce, Mann y Mishima". Esto nos dice el autor en el prólogo 

Pudo atraparme este libro como lo hizo "El infinito en un junco" ya que si ese hablaba de libros, este habla de escritores y poco hay más apasionante para una apasionada de la lectura que el hecho de que le hablen del objeto de su pasión. Pero me pareció que leer cada día lo referente a uno o dos autores era suficiente y que más mezcla podía derivar, dada mi memoria y mi despiste, en atribuir a unos las anécdotas y características de otros. Cosa que espero que no suceda. 

William Faulkner, Joseph Conrad, Isak Dinesen, James Joyce, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Henry James, Arthur Conan Doyle, Robert Louis Stevenson, Ivan Turgueniev, Thomas Mann, Vladimir Nabokov, Rainer María Rilke, Malcolm Lowry, Madame du Deffand, Ruyard Kipling, Arthur Rimbaud, Djuna Barnes, Oscar Wilde, Yukio Mishima, Laurence Sterne. Estos son los autores de los que nos habla Javier Marías y de ellos cuenta anécdotas que no sabemos si son ciertas o ficticias. ¿Cómo saber si Faulkner odiaba el correo de cuando trabajó como administrador de la oficina de correos de la Universidad de Mississippi? ¿Será cierto que odiaba que le interrumpieran la lectura y que por eso la venta de sellos decayó porque el autor "no estaba dispuesto a levantarse continuamente para atender a la ventanilla y mostrarse agradecido con cualquier hijo de perra que tuviera dos centavos para comprar un sello"? Resulta difícil de creer. Pero hay cosas muy increíbles que terminan siendo verdad.

¿Será cierto que Henry James era de sentimientos caprichosos y poco justificables? "[...] admiraba a Turgueniev tanto literaria como personalmente (lo veía poco menos que como a un príncipe), detestó siempre a Flaubert por haberlos recibido en bata una vez, al susodicho Turgueniev y a él". 

Las vidas que aquí escribe Javier Marías abarcan desde el siglo XVIII, con Madame du Deffand y Laurence Sterne hasta bien entrado el siglo XX con autores como Nabokov o Mishima muertos en la década de los setenta. Lo que se nos cuenta son anécdotas que dan fe de lo desastrosos que pueden ser los artistas en sus costumbres privadas. Son anécdotas contadas con cariño y mucho sentido del humor. Puede que Joyce, Mann o Mishima no le provoquen mucho afecto, pero creo que se nota la admiración por el escritor y su obra, ya que no por el hombre y su vida. "La muerte de Yukio Mishima fue tan espectacular que casi ha logrado hacer olvidar las numerosas majaderías en que incurrió a lo largo de su vida, como si el constante exhibicionismo previo hubiera sido sólo la manera de asegurarse la atención en el momento culminante, el único que probablemente le interesaba de veras". 

Me vienen enormes tentaciones de contar distintas peripecias de cada autor de los que Javier Marías trata en esta obra, pero lógicamente no voy a hacerlo. Que cada uno descubra por sí mismo los secretos que las vidas cotidianas esconden entre los pliegues ignotos de tanta obra sublime. Son unas seis páginas cada vida. Diez minutos diarios muy bien empleados. Salvo que a alguien le atrape y se la lea de dos sentadas que bien podría ocurrir. 

Javier Marías

Además, completa el libro, al menos en esta edición, con dos apartados más. Uno de ellos titulado Mujeres Fugitivas, en el que se nos habla de Lady Stanhope, Vernon Lee, Adah Isaacs Menken, Violet Hunt, Julie de Lespinasse y Emily Brontë.  Si la mayoría me suenan de nombre, tan solo he leído a la última. "La vida de Emily Brontë fue tan corta y callada y es ya tan remota que no muchas cosas se saben de ella, lo cual no es obstáculo para que sus compatriotas biógrafos la relaten en gruesos volúmenes por lo general muy vacuos". Tan pocos años de una vida tan doméstica no deben dar para biografías muy extensas. tal vez por eso, Javier Marías nos cuenta más bien, a rasgos generales, la vida de todos los hermanos Brontë. 

El otro apartado, Artistas perfectos, nos describe distintos retratos de varios escritores."[...] los autores de los últimos dos siglos han dejado numerosos retratos, en cuadro o en fotografía, y tal vez por eso yo he ido desarrollando la costumbre, a lo largo de los años, de coleccionar postales con esos retratos. La colección, hecha sin método y meramente acumulativa, consta hoy de unas ciento cincuenta imágenes. Son las que estoy acostumbrado a ver, aquellas con las que estoy familiarizado". Algunos ya los hemos visto en el primer apartado como Oscar Wilde o Henry James. Otros aparecen aquí por primera vez. El único rasgo común de todos esos retratos según Marías es que todos los retratados son escritores y todos están muertos. Por lo tanto son artistas perfectos. 

Aquí no importa la vida ni la obra de los protagonistas, solo sus gestos, su naturalidad o artificio, lo que una persona deja tras de sí cuando sabe que se la está inmortalizando en un retrato, o escultura o fotografía. Así en un retrato de Dickens, este "no finge estar escribiendo, lo cual sería una vulgaridad y difícil de fingir además, sino que finge estar pensando con la pluma en la mano, ambas tocan el papel". Sin embargo, Mallarmé "mantiene alzada una pluma que no toca el papel, y por tanto él sí finge estar escribiendo, pero lo hace muy mal, con su chal doblado sobre los hombros, ante sí la mesita contra un fondo blanco delator. A diferencia de Dickens, que logra desentenderse y dominar a la cámara que lo retrata, Mallarmé no sólo está pendiente de ella, sino fascinado y esclavizado".

Y de esta forma, la pluma ágil, hábil e inteligente de Javier Marías nos interpreta las imágenes que los grandes autores, ya muertos, han dejado para la posteridad. Unos retratos que en la escritura del autor cobran vida, una vida que puede que sea la propia de Javier Marías, porque como dice Benjamín Prado a propósito de esta obra, "Javier Marías ha utilizado su idea de Faulkner, Conrad o Joyce para escribir un libro acerca de sí mismo, para buscar el contenido de su propia mirada [...] un autor sólo puede contar su propia historia hablando de los demás, cuando la experiencia y la complicidad consiguen que todos ellos reunidos sean él mismo". 

Título del libro: Vidas escritas

Autor: Javier Marías
Nacionalidad: España
Editorial: Debolsillo

Año de publicación: 2018

Año de publicación original: 1992

Nº de páginas: 336