"El espejo de nuestras penas" Pierre Lemaitre

Quienes creían que la guerra empezaría pronto se habían cansado de esperar hacía tiempo, y el señor Jules, antes que nadie. Más de seis meses después del reclutamiento general, el dueño de La Petite Bohème, descorazonado, había dejado de creerlo. Durante el servicio, Louise incluso lo había oído afirmar que, en realidad, «nadie había creído en esa guerra». Según él, aquel conflicto no era más que una inmensa transacción diplomática a escala europea, con unos discursos patrióticos espectaculares y anuncios grandilocuentes, una partida de ajedrez gigantesca en la que el reclutamiento general sólo había sido un aspaviento más".

Haciendo honor a su nombre, la Trilogía de entreguerras (aunque he visto que se ha renombrado como Los hijos del desastre, no sé muy bien por qué), que se abrió con "Nos vemos allá arriba" y el final de la Gran Guerra, termina con el inicio de la Segunda Guerra Mundial que, como todos sabemos, no se limitó a una transacción diplomática o a una partida de ajedrez gigantesca. Pero eso Jules no podía adivinarlo. En medio nos queda "Los colores del incendio" que nos relata episodios vividos entre 1927 y 1936.

En "El espejo de nuestras penas" recuperamos un personaje al que no habíamos vuelto a ver desde "Nos vemos allá arriba". Se trata de Louise Belmont, la hija de la señora Belmont en cuya casa vivían Albert Maillard y Édouard Péricourt, la niña de once años que hacía máscaras con Édouard. "Por lo general, Édouard no quería ver a nadie, pero a aquella cría no había quien la parara". 

Ahora, Luise ha crecido. Ya no es una niña y hace mucho que casi ha olvidado a aquellos dos excombatiente que se hospedaron en la casa de su madre en la que Louise sigue viviendo. Pero un trágico suceso, otra cara destrozada, "se superpuso a la del antiguo combatiente que, con su compañero de armas, había hallado refugio allí en otros tiempos. Aquel joven, Édouard Péricourt, usaba máscaras para ocultar el rostro, cuya parte inferior le había arrancado un trozo de obús". 

Louise, ahora con treinta años, es maestra y además ayuda al señor Jules en el comedor de La Petite Bohème. Su madre había muerto siete meses antes cuando el anciano doctor Thirion, un huésped habitual del restaurante, le hace una petición insólita, más insólita aún si se tiene en cuenta que la conoce de toda la vida porque el doctor hace veinte años que viene cada sábado y se sienta en la misma mesa delante del ventanal. La petición que le hace es insólita, pero cuando se muestra dispuesto a pagar un precio a todas luces excesivo por ver cumplidos sus deseos, estos desembocan en extravagantes. La petición, se puede decir sin peligro de destripar ningún misterio, consiste en que quiere verla desnuda tan solo una vez; tan solo para mirarla. Y por ese capricho está dispuesto a pagar diez mil francos. Louise acepta sin sospechar que a partir de ese momento, su vida cambiará para siempre; acepta, porque imagina todo lo que puede comprar con semejante suma; acepta porque, además, Louise no es una mujer convencional, "iba a aceptar que un hombre le pagara por desnudarse. Era una puta. Aquella constatación le sentó bien. Estaba en consonancia con la idea que tenía de sí misma".

Mientras Louise en París decide que ser una puta es perfectamente compatible con ella y su manera de verse a sí misma, lejos de allí, en la frontera, la línea Maginot es defendida con cierta apatía por unos soldados que ven muy lejos al enemigo y que se sienten indestructibles tras las inexpugnables defensas. El sargento primero Gabriel del que, salvo que algo se me haya escapado (que bien podría ser), no llegamos a saber apellido, y el cabo Raoul Landrade están a punto de encontrase para desgracia del primero pues, a pesar de su mayor graduación, Gabriel desconoce todo tipo de chanchullos, estafas y demás pillerías en las que el cabo es maestro desde pequeño. "Gabriel no sabía cómo era en la vida civil, pero en el Mayenberg se había impuesto rápidamente como el traficante principal, el epicentro de todos los trapicheos. Lo llevaba en la sangre. Para él, la vida era un vivero inagotable de amaños y chanchullos". Gabriel caerá en manos de Raoul quien no vacila a la hora de aprovechar el cargo del sargento, ahora promovido a subteniente de abastecimiento, para sus propios intereses turbios.

Aunque el verdadero maestro del timo, la suplantación y el engaño es el letrado Désiré Migault, aunque también ha sido conocido como el doctor Désiré Michard, el profesor Désiré Mignon y el piloto Désiré Mignard. En el momento que nos ocupa lo encontramos ofreciendo sus servicios al Ministerio de Información como experto en lenguas orientales: vietnamita, camboyano, tailandés, malayo... aunque ya que lo que realmente se necesita es alguien que entienda el turco, Désiré lo sabrá solucionar y se convertirá en la voz que llena de optimismo a los franceses, esa voz que clama contra el desánimo y el derrotismo. "En tiempos de guerra, la exactitud de la información es menos importante que la información que reconforta. Nuestro objetivo no es contar la verdad. Nuestra misión es más elevada, más ambiciosa. Nosotros somos los responsables de la moral de los franceses. [...] Analizar, Escribir, Influir, Observar, Utilizar —especificó Désiré—. Por este orden: Observo, Escribo, Analizo y Utilizo para Influir. Influir en la moral de los franceses. Para que la tengan lo más alta posible". Y aún lo veremos en papeles más inauditos. 

Fernand duda entre sacar a su mujer fuera de París o huir los dos. Los alemanes avanzan y el 6 de junio de 1940 su entrada en París es algo más que una quimera sin fundamento. El estado de salud de la mujer no hace razonable que espere en París la más que probable llegada de los alemanes. Ella partirá hacia Villeneuve-sur-Loire, donde vive la hermana de Fernand, y él permanecerá en la capital pendiente de un negocio que podría hacer posible que el sueño de Alice de visitar el país de "Las mil y una noches" se cumpla. 

Y estos son los personajes que van a formar el reparto de "El espejo de nuestras penas". Estos son los personajes que van a terminar confluyendo en su huida de París, porque todos ellos, de una forma u otra, libres o formando pate de un convoy de presos, bien como prisioneros o bien como guardianes, van a dirigirse hacia el sur, hacia Orleans, con la intención de cruzar el Loira. "Los miles de parisinos que cada día cogían el portante no tomaban más que una dirección, el Loira. Se creía que, pasado Beaugency, el ejército alemán sería vencido. O estaría agotado. O desmotivado. Mejor aún: que las fuerzas francesas habrían conseguido organizar un frente de resistencia o, ¿por qué no?, una contraofensiva. A la pesadilla, le seguía la fantasía. Era una idea absurda, pero, como resultaba útil, había calado, se había generalizado. Orleans era la nueva Jerusalén".

No obstante, nuestros personajes no huyen de los alemanes. Se ven impulsados hacia el sur por distintos motivos y todos terminarán encontrando más de lo que buscaban o algo distinto de lo que buscaban. Algunos, incluso, se encontrarán a sí mismos.

Pierre Lemaitre

Aunque la historia empieza en abril de 1940, el grueso de "El espejo de nuestras penas" tiene lugar en unos pocos días entre el 6 y el 13 de junio. Justo cuando las tropas alemanas, ya cruzada la línea Maginot, avanzan hacia París y después hacia el sur. Según el autor en una entrevista concedida a El Cultural, "En francés se llamó la Debacle a la derrota militar de Francia, mucho más tratada en novelas y película, pero del éxodo, núcleo de mi novela, sólo encontré tres o cuatro novelas, así que quedaba espacio para alguien como yo". A mí se me viene a la cabeza "Suite Francesa" de Iréne Nemirovski como una de esas tres o cuatro novelas. 

La novela empieza en la época llamada La drôle de guerre, (guerra de chiste), es decir la época entre septiembre de 1939 hasta mayo de 1940, cuando la guerra ya estaba declarada y era un hecho, pero aún los franceses no habían sufrido sus consecuencias y pensaban que así seguirían. De ahí se pasa a ver una verdadera amenaza cuando, en mayo se 1940, los alemanes invaden Holanda, Bélgica, Luxemburgo y cruzan las fronteras de la propia Francia. "Un ejército entero invadía el país desfilando ante los ojos de aquel puñado de soldados franceses vencidos, agotados, desmoralizados y terriblemente solos".

Mientras los alemanes se acercan a París, una gran parte de la población huye, en automóviles, en carros, en bicicleta o andando. Huyen con la esperanza de que los alemanes sean vencidos antes de que les alcancen. No saben que barrerán a su paso "a todo un ejército valeroso y esforzado, pero dramáticamente mal preparado para una situación que ningún jefe de Estado Mayor había sido capaz de prever". No saben que, en el camino hacia ese sur ansiado, serán bombardeados y ametrallados por la aviación alemana y muchos de ellos quedarán en el camino sin llegar a ver lo más terrible de cuanto se podrían imaginar: al ejército enemigo entrando en París. El día 13 de junio de 1940, el general Weigand, comandante en jefe del Estado Mayor, declarará París ciudad abierta salvándola así de la destrucción. Creo que nunca se lo podré agradecer lo suficiente. "Los alemanes están llegando a París [...] Se puede intentar defender la ciudad, pero, en ese caso, la bombardearán, la machacarán, la convertirán en un montón de ruinas en cuestión de días. Declarándola «ciudad abierta», el gobierno les dice que no es necesario destruirla. Se la ofrece en bandeja". A veces las peores decisiones pueden terminar siendo las mejores.

"El espejo de nuestras penas", como ya le sucediera a "Los colores del incendio", sigue sin alcanzar las cotas de excelsa calidad que tenía "Nos vemos allá arriba", pero es una novela muy buena, como no podía ser de otra manera tratándose de Pierre Lemaitre, que recomiendo sin dudar.

Otras novelas de Pierre Lemaitre leídas y con enlace a las reseñas son:

"Nos vemos allá arriba" (trilogía de entreguerras)

"Irène" (serie Camille Verhoeven)

"Alex" (serie Camille Verhoeven)

"Vestido de novia"

"Rosy & John" (serie Camille Verhoeven)

"Camille" (serie Camille Verhoeven)

"Tres día y una vida"

"Recursos inhumanos"

"Los colores del incendio" (trilogía de entreguerras)

Título del libro: El espejo de nuestras penas

Autor: Pierre Lemaitre
Nacionalidad: Francia
Título original: Miroir de nos peines

Traducción: José Antonio Soriano Marco

Editorial: Salamandra

Año de publicación: 2020

Año de publicación original: 2020

Nº de páginas: 448