"El tiempo sin ventanas" Elena Chizhova

«Mi primer recuerdo: la nieve... Puertas. Un caballo blanco, flaco. Voy con las abuelas detrás del carruaje. Qué grande el caballo, y qué sucio. Y ese pértigo tan largo, que se arrastra por la nieve. Dentro del carruaje hay algo oscuro. El ataúd, dicen las abuelas. Reconozco la palabra y me extraño más todavía: el ataúd debería ser de cristal, como en los cuentos. Entonces todos verían que mamá está dormida y que pronto se despertará. Todo esto lo sé, pero no puedo explicarlo.
De pequeña no sabía hablar. Mamá me llevó a varios médicos, a los especialistas, todo en vano: ninguno encontró la causa. Tendría ya unos siete años cuando, de pronto, rompí a hablar, aunque no me acuerdo de cómo ni por qué ocurrió. Las abuelas tampoco lo recordaban; ni siquiera cuáles fueron mis primeras palabras. La de veces que se lo habré preguntado, pero solían contestar que lo entendía todo y que, además, no paraba de dibujar, así que tenían la sensación de que les hablaba. Se habían acostumbrado a responder por mí. Preguntaban y contestaban... Antes mis dibujos se guardaban en una caja. Qué pena que se hayan perdido: me habría acordado de todo. Pero nada, no recuerdo nada. Ni siquiera la cara de mamá».

La niña se llama Susana. Así al menos figura en su partida de nacimiento, pero cuando sus abuelas la bautizaron en secreto decidieron llamarla Sofía. Sus abuelas son tres, Gliceria, Eudocia y Ariadna. Estamos en Rusia, la república más importante de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, concretamente estamos en Leningrado en los años sesenta del pasado siglo. A Susana y a su madre, Antonina, les han otorgado una habitación de nueve metros cuadrados en un piso. Tras compartir habitación con ocho camas en una residencia, el haber tenido una hija le da derecho a una habitación para ellas solas. El hecho de que el padre haya desaparecido antes de poder casarse con la madre no reviste importancia en la sociedad de la Justicia y la Igualdad. 

«A lo hecho, pecho. ¿Acaso tiene la culpa la criatura? Ha nacido y no la vas a meter dentro de nuevo. La madre es la pieza clave: alimentará, criará. ¿Y qué más da que no tenga marido? Hoy día todas las mujeres merecen ayuda y respeto [...] No eres la primera, ni serás la última. Que quede claro: la criatura es nuestra, de la fábrica. Es decir, común. No hay hijastras en nuestro país, todas son hijas propias».

Y así es como Susana y su madre se encontraron en su habitación, compartiendo piso con las tres ancianas que, por supuesto, no son las abuelas de la niña. Las ancianas tienen su pasado. Cuentan las pérdidas con los dedos de ambas manos. Pérdidas durante la guerra, fue muy duro el sitio de Leningrado; pérdidas durante las purgas, es muy dura la vida del revolucionario en según qué circunstancias. Sea como sea, sea cual sea la dureza particular de cada una, el caso es que las tres están solas y acogen a Antonina y a Susana como la hija y la nieta que todas ellas necesitan. Se turnan para pasear a la niña, leerle cuentos y jugar con ella a todo lo que se les ocurre. Es así que Susana, su Sofía, aprende a leer en ruso y en francés antes de saber hablar. 

Susana es muda. No es sordomuda, eso está claro. Si lo fuera no podría haber aprendido a leer solo de oír los cuentos y seguir las líneas con los deditos. Si lo fuera no hubiera hablado nunca como sabemos que hizo porque ella misma nos lo confiesa en el inicio del libro que es también el inicio de la presente reseña. Susana oye perfectamente y tal vez se quedó muda de las cosas que vio, de las estrecheces, la comida que escasea, el frio imbatible, las historias de las abuelas, la terrible contradicción del lugar en el que vive. Porque qué espantosa contradicción entre lo que se predica y los que se ve que se practica. Qué contradicciones hacen que las abuelas discutan y sin embargo todas ellas tengan su parte de razón.

«—Antes de esa revolución suya —Eudocia arruga los labios—, no era necesario meter los clavos*. Y no faltaba la harina.
—Antes de la revolución —Ariadna agacha la cabeza—, la gente también sufría. No de esta manera, claro... Pero, a su modo, muchos sufrían.
—¡Vaya sufrimiento! —Eudocia menea la cabeza—. Sufrían de holganza, ese era su sufrimiento. Los que trabajaban, no sufrían.
—Basta —Gliceria agita la mano—, ya se nos ha pasado la vida. ¿Para qué gastar las palabras?
—Si a mí ya casi ni me va ni me viene —se calma Eudocia—. Yo ya estoy más allá que aquí. En el otro mundo no necesitaré la harina. Es por Sofía, me da pena. Tiene toda la vida por delante».

El tiempo sin ventanas cuenta la historia de las cinco mujeres hasta que Antonina muere. No hay ventanas en este tiempo que iluminen el paisaje. Lo único que no es gris es la nieve recién caída, pero hiela tanto los huesos que vuelve gris el alma y los pensamientos. Tan solo los muy cercanos a la cúpula del poder se libran de la escasez, del hacinamiento, de una vida que se convierte en mera supervivencia, en una lucha diaria para conseguir lo más necesario, en una lucha titánica para obtener lo que se consideraba un lujo: una habitación propia, no digamos ya un piso, un televisor...

Y, sin embargo ese mundo tenía sus cosas buenas. Años después, a mediados de los setenta, Susana ha podido estudiar gracias a las becas que tan solo exigían talento y esfuerzo. Hay dos capítulos dedicados a ese tiempo que se transforma en futuro, un tiempo en el que Susana ya se ha separado de las abuelas y vuela por sí misma y se hace artista. Nada de ahorrar toda la vida para la Universidad. 

«—¿Es verdad que en América echan de las fábricas a las madres solteras?
—¿Cómo? —Se asombra—. ¿A qué viene eso y a ti qué más te da? Gracias a Dios no vivimos en América...
—No me lo acabo de creer. ¿Acaso allí son unos animales?
—No lo sé —dice—, a lo mejor, animales no son, pero no se preocupan por sus obreros. Lo que sé seguro es que no reparten las viviendas, las compra cada uno.
—¿Qué dices —me extraño—, cómo que las compran? ¿En una tienda?
Se encoge de hombros, vete a saber, a lo mejor sí, en una tienda».

Elena Chizhova

El tiempo sin ventanas es una preciosa y dura historia que nos muestra una realidad de la que aquí tenemos y hemos tenido a lo largo de la historia distintas idea. Denostada por unos y reverenciada por otros, la vida en la URSS no fue ni tan mala como la veían los primeros ni tan maravillosa como la percibían los segundos. Es cierto que la Revolución Rusa llenó de esperanza a los más desfavorecidos y de una idea de Justicia e Igualdad a todos los que siempre son sensibles a esos sentimientos. Es igual de cierto que la puesta en práctica de esa Revolución se tornó en un infierno para la mayoría de los rusos. No fue el comunismo lo que falló, fueron las personas encargadas de su materialización. 

Esta novela está contada con crudo realismo, con resignación, con la misma resignación con la que vivían su vida los rusos de la era soviética. Lo que vino después no fue el Paraíso, aunque puede que lo que vivieron entonces se pareciera levemente al Infierno.

Termino con las mismas palabras con las que termina la novela, que tal vez son el resumen de todo. Y quiero decir de Todo.

«Se juntaron la Verdad con la Falacia, ellas fueron las que combatieron. Trataba la Falacia de vencer a la Verdad. Pero la Verdad vuestra es más feroz que la ferocidad misma. Venció, pues, la Verdad a la Falacia. Y se fue al cielo con el mismo Cristo, con el Zar celeste. Sentóse a la diestra del Padre, a la vera del Espíritu Santo y de la Santísima Madre. La Falacia recorre la tierra, recorre el pueblo cristiano. Tiembla la tierra por la Falacia, pero calla el pueblo y, mortificado por la Falacia, volvióse el pueblo inicuo, inicuo y vil. La Verdad feroz en los cielos se sienta. No bajará a la tierra pecaminosa...».

*«Calientan los clavos, luego los sacan con tenazas. Están curvados, rojos. Cuando se enfrían, los meten en los tarros con la harina, para que no se pudra». No sé qué fundamento tendrá, pero así lo cuenta Elena Chizhova en la novela en boca de Antonina.

Este libro participa en el Reto Escritores de la A a la Z que organiza el blog  Lecturápolis. Con él relleno la letra CH.

Título del libro: El tiempo sin ventanas
Autora: Elena Chizhova
Nacionalidad: Rusia
Título original: Vremya Zhenshchin
Traducción: Ioulia Dobrovolskaia y José María Muñoz Rovira
Editorial: Debolsillo
Año de publicación: 2011
Año de publicación original: 2009
Nº de páginas: 240

Comentarios

  1. ¡Hola! No es un libro que me hubiese llamado la atención al verlo en una librería, pero después de leerte me ha picado la curiosidad, así que me lo llevo apuntado.
    Besos :)

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    1. Tampoco es una portada de las que me atraen, más bien lo contrario, pero no siempre hay que dejarse llevar de las apariencias y afortunadamente había leído, no sé en dónde, una reseña del libro que me convenció. El resultado ha sido casi mejor de lo esperado. Últimamente, me pasa a menudo.
      Un beso.

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  2. Hace tiempo que me ronda este libro, hace tiempo que me apetece, se va directo a mi lista de pendientes.

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    1. No lo dejes pasar. Me ha gustado mucho y creo que merece la pena conocer un poco más de la historia del siglo XX en ciertos lugares de Europa. En toda Europa el siglo XX fue digno de estudio.
      Un beso.

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  3. Una portada preciosa para un libro hondo y con diferentes lecturas históricas o sociológicas. Me ha llamado la atención como se unen los tiempos por circunstancias sin importar si la sociedad era la antigua comunista o la ahora capitalista. Lo digo porque en este "paraíso liberal" europeo decenas de miles de personas -formadas y trabajadoras- no tienen más remedio que vivir en una habitación por la imposibilidad de acceder a una vivienda digna. Me parece que la perspectiva de los personajes más tu buena valoración hacen del libro uno de los más interesantes de los reseñados en lo que va de año.
    Besos, Rosa.

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    1. La portada no es de mis favoritas, pero la novela me ha gustado mucho. Esa unión de tiempos y situaciones entre el antiguo socialismo y el actual capitalismo, no es casual. La amenaza socialista de la URSS y sus países satélites dio lugar al estado del bienestar en el mundo capitalista. Había miedo a una revolución similar a la rusa y se abrió la mano con ese estado del bienestar que tuvo su mayor expresión en países como Alemania y los países escandinavos. Al caer el telón de acero y desaparecer la amenaza, el capitalismo ha ido suprimiendo esas ventajas, el estado del bienestar ha desaparecido casi por completo y ahora hay trabajadores que viven unas condiciones tan precarias o peores que las descritas en este libro. Al menos en él la casa o la habitación era gratis y estaba garantizada, cosa que ahora...
      Sí que es un interesante libro.
      Un beso

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  4. Hola. Ahora mismo estoy con Guerra y paz así que tengo un poco de empacho de tema ruso aunque sea una época totalmente distinta.
    Esta época era un tema que le gustaba mucho a mi abuelo y siempre me contaba historias. Me lo guardo para más adelante.
    Besos

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    1. Bueno, Guerra y paz y El tiempo sin ventanas son dos Rusias que nada tienen que ver. Pero entiendo que prefieras cambiar de escenario en tu próxima lectura porque además Guerra y Paz con sus más de mil páginas te dejará con muchas ganas de algo totalmente distinto.
      Espero que cuando te decidas te guste. Es una historia que le hubiera gustado a tu abuelo por lo que cuentas.
      Un beso.

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  5. ¡Hola Rosa!

    Ufff, que historia más dura, sin duda ahora mismo no estoy en el momento para esto jajaja pero de todas formas tiene muuuuy buena pinta, me gusta que la autora sea tan realista y que sí, te cuente las cosas duras de la URSS pero también te cuente las cosas que estaban bien, como todo en esta vida, nada es blanco o negro.

    ¡muchos besos!

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    1. Es una historia dura y conmovedora. En ella la voz narrativa pasa de unos personajes a otros y eso nos permite ver distintas visiones de la realidad. Me ha gustado mucho. La empecé sin saber muy bien qué me iba a encontrar y la sorpresa ha sido muy agradable.
      Un beso.

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  6. Un gran tema, desde luego. A mí este tipo de historias me encanta y por lo que cuentas la novela tiene una pinta estupenda así que ya está anotada. Un beso, Rosa y gracias. No conocía a la autora.

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    1. Yo tampoco la conocía. La tenía apuntada de alguna cosa que había leído sobre ella y me había atraído el tema y la época, pero las expectativas han sido superadas. Te gustará.
      Un beso.

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  7. Hola.
    Me interesa muchísmo. Conozco a unas cuantas personas, que ya son bastante mayores, que crecieron en esa URSS y me han contado las cosas como tú las cunetas, ni era tan malo ni tan bueno, y obviamente no falló el comunismo, fallaron las personas.
    Muchísimas gracias por la reseña y muy feliz tarde.

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    1. Tenía sus cosas buenas y malas, pero al menos partía de una buena idea que era el reparto igualitario de la riqueza. Ya sabes, a cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades. Por eso cuando oigo que lo comparan con el nazismo me indigno. El nazismo nunca tuvo nada bueno, ni en principio ni en final. Una cosa es que una idea se desvirtúe con el tiempo y con las personas en cuyas manos cae, y otra es que ya nazca corrompida.
      Un beso y buen fin de semana para ti también.

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  8. Una novela muy interesante y, aunque lo que cuenta la autora en boca de sus protagonistas sea algo sobradamente conocido, en literatura hay muchas obras cuyos argumentos nos resultan redundantes, pero cuando se trata de rememorar el sufrimiento de quienes estuvieron sometidos a una dictadura, como la de la antigua Unión Soviética, o a cualquier tipo de sometimiento o de maltrato (como sería el caso de los campos de concentración), las historias contadas por quienes lo conocieron de cerca o de primera mano, como es este el caso, mantienen vivo el interés y nos siguen conmoviendo.
    Un beso.

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    1. Lo que se cuenta es conocido en líneas generales, pero aquí se abordan detalles concretos que yo desconocía. La narración está hecha desde un punto de vista (o varios, porque hablan todos los personajes) muy personal y muy doméstico. No se ven grandes represiones ni sucesos escabrosos, alguno en el recuerdo, pero sin cargar las tintas. Lo que más me ha gustado es que es el día a día de las cinco mujeres y algún personaje más, pero qué bien se transmite lo que fue toda una época desde la perspectiva de esas cinco mujeres y su día a día.
      Un beso.

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  9. ¡Hola, Rosa! Tras leer tu reseña, volví a la portada y desde luego que me parece un tanto desacertada. Mi primera impresión era el estar ante una novela romántica, de época. Por lo que comentas es mucho más, estos del márquetin tienen esas cosas.
    Es curioso pero no he podido evitar evocar a Orwell y su Rebelión en la granja conforme te leía. Y es que no hay ideal malo, sino idealistas que al llegar al poder descubren los beneficios del mismo. No existe régimen político que no haya seguido ese mismo camino, y es que mientras el mundo sea mundo el Poder siempre será el Poder y los ciudadanos de a pie recogeremos las migajas que nos ofrezca.
    Me parece muy acertado que nos muestre que en la URSS no todo era tan malo o tan bueno. Nunca nada lo es, aunque los medios o la propaganda "contraria" siempre tienda al maniqueísmo o la caricatura, como podemos ver en esta recidiva de bloques que vivimos y que parecía ya superada por la Historia. Una novela que sin duda viene al pelo en esta época para relativizar y ponderar. Un abrazo!!
    PD Me picó la curiosidad eso del clavo en la harina. Buscaré a ver si eso es así... Je, je, je..

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    1. Yo tampoco creo que la portada sea la más adecuada a la historia. es de esas portadas que me disuade de leer. En una librería jamás habría cogido el libro en la mano. Menos mal que algo leí del libro que me atrajo y me lancé a comprarlo. Lo tenía en casa hace mucho tiempo (2013) y por fin le llegó la hora en un intento de ir aligerando la estantería de pendientes (y de rellenar la CH de Autores de la A a la Z, para decirlo todo). Por eso la sorpresa ha sido grande.
      Volvemos a los dos bloques, pero ahora ninguno tiene en su ideario la solidaridad y el reparto, aunque luego les falle. Ahora es una mera cuestión de poderes. De ver quién manda más y se lleva el gato al agua.
      Sí, el clavo en la harina es muy curioso.
      Un beso.

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  10. Buenas tardes, Rosa:
    Que novela tan diferente e interesante nos traes hoy. Esta parte de la historia rusa siempre ha llamado mi atención, primeramente por la caída del régimen zarista, luego por el cambio de vida para los rusos. Sociológicamente me parece fascinante, además de la repercusión que todo ello tuvo sobre la cultura. Apunto con mucho interés este título. ¡Muchas gracias por acercárnoslo!

    Un abrazo y muy feliz fin de semana!!

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    1. Es una etapa de la historia muy interesante en Rusia. Son los años sesenta. En el resto de Europa se seguía avanzando en la recuperación tras las dos guerras mundiales, se recuperaban la economía y la política, avanzaba la democracia en casi todos los sitios con la excepción de España, y Portugal en alguna etapa, y la vida continuaba. Pero en Rusia y en los países de su influencia, esa recuperación se veía más lejana y compleja. Es muy interesante y resulta toda una experiencia ver cómo era la vida cotidiana en esos países.
      Un beso y buen fin de semana para ti también.

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  11. Cierto es que nada de lo que nos cuentan o llega a nuestros oídos es la verdad al completo. Todos los gobiernos y personajes tienen sus intereses definidos y la manera de preservarlos a costa de lo que sea.
    Me quedo con esta frase tan contundente, que incluye esta historia que me parece muy interesante.

    "La Falacia recorre la tierra, recorre el pueblo cristiano. Tiembla la tierra por la Falacia, pero calla el pueblo y, mortificado por la Falacia, volvióse el pueblo inicuo, inicuo y vil"
    Agradezco tu reseña.
    Un beso, Rosa.

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    1. Esa cita final de la reseña es también el final de la novela y pertenece a El Libro de la paloma que es una recopilación de versos populares del siglo XIII. La novela termina con una larga cita del libro y de ahí salen esas frases sobre la Verdad y la Falacia que son un broche perfecto para la historia. Hay verdad y falacia en lo que los Estados cuentan a sus ciudadanos. Según sea el Estado cambian las mentiras y las falacias y la proporción entre ambas, pero en todos existe una lucha entre ambas. Los soviéticos dijeron mentiras sobre las virtudes de su régimen, pero me temo que las perversiones que contaban del capitalismo eran verdad.
      Un beso.

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  12. Hola, Rosa. Imagino que todo tiene su lado bueno y su lado malo. Y el comunismo no se libra pero creo que el pueblo ruso ha sufrido demasiado y sigue haciéndolo. Pienso que debido a su pasado ocurre lo que ocurre hoy. Pero es un pueblo como el judío, que a base de ser víctima mucho tiempo ahora se ha convertido en verdugo. ¡Qué pena!
    Un beso.

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    1. Yo creo que los verdugos no son ni los rusos ni los judíos, son sus estados cuando caen en manos de gente autoritaria y en exceso nacionalista. Luego ya arrastran al pueblo, pero es que no hay tentación más fácil de seguir que los nacionalismos. Lo tienen todo: te hacen sentir grandioso, te dan un enemigo al que culpar de todo, te ponen en el centro del mundo, aunque sea solo tu mundo y tan pequeño que da risa.
      Y después de ese rollo, sí, es cierto que el pueblo ruso, por mor de las circunstancias, de sus propios gobernantes, de los ataques externos, etc. es un pueblo que ha sufrido y sigue sufriendo. Esta novela lo muestra de forma sencilla, sin grandes acontecimientos, sin alardes, como probablemente fue.
      Un beso.

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