"Salvo mi corazón, todo está bien" Héctor Abad Faciolince
«Lo que no tiene sentido a estas alturas, Lelo, es hablar mal de los curas. Estos ya están caídos, jodidos, y no tienen cómo defenderse. ¿Al caído caerle? Jamás. Hasta un ateo como yo puede sentir compasión y nostalgia por la fe y por los curas. [...] Últimamente los curas, y hasta el Papa, no hacen otra cosa que pedir perdón con humildad por todos los errores de la Iglesia en la historia, y cuanto más perdón piden, más los atacan y desprecian. [...] Ahora resulta que todos ustedes, todos sin excepción, son unos abusadores de niños, unos pervertidos, unos seres asquerosos y lascivos, malolientes y sucios. Y no es así, no. Al menos vos y el Gordo nunca han sido así. [...]Ahora a los curas, además de caídos, odiados y derrotados, les piden que se entierren con sus propias manos. Víctimas de los mitos de la Iglesia ustedes dos, sin duda, y de esa locura del celibato obligatorio, también, pero pervertidos no, perversos, jamás. Yo por ti y por el Gordo no siento sino cariño y compasión, solidaridad y un poco de tristeza por esa vida tan dura y tan absurda que les impusieron de un modo tan brutal».
Yo también soy atea, o puede que agnóstica, ni me molesto en clasificarme como sí hace Joaquín. Lo que sí tengo claro es que estoy totalmente de acuerdo con él. Joaquín es el personaje que pronuncia estas palabras con las que abro esta entrada, unas palabras con las que no se abre el libro, sino que aparecen ya avanzada la historia, casi al final. Me ha parecido interesante empezar la entrada con estas palabras porque la novela trata de curas buenos. Lo es Lelo, Aurelio Sánchez, el narrador de esta historia, y lo es por supuesto Luis Córdoba, el Gordo, el protagonista absoluto de la novela, un hombre al que terminaría matando su gran corazón. Y no, no es una forma de hablar, Luis Córdoba tenía un corazón más grande de lo normal.
Lelo es el amigo, compañero de vocación en los curas cordalianos, habitante de la misma casa, amigo incondicional. Lelo es Aurelio Sánchez, profesor de estudios de la Biblia en la universidad y experto en literatura. Lelo es quien nos cuenta la historia de Luis que empieza cuando sale del hospital.
«Aunque Luis fuera cura, como yo, muy pocas personas le decían padre. Yo le decía Córdoba, y casi todos sus amigos le decían Gordo. Ahora a él, al padre Luis Córdoba, le habían impedido regresar a nuestra casa en la esquina de la carrera Villa con la calle San Juan. Al fin se le permitía salir de la habitación compartida donde había pasado las últimas semanas, en la Clínica León XIII, pero no podía volver a su casa, a la casa donde vivíamos juntos desde hacía veinte años. Para él, eso era como un destierro, y para mí, su compañero y su mejor amigo, como un exilio que me impedía cuidarlo, como un divorcio involuntario que los dos estábamos obligados a aceptar. Mi único consuelo era que había encontrado un buen sitio donde refugiarse mientras esperaba a que alguien muriera para salvarlo a él. Su vida dependía de una muerte ajena, y este era un sacrificio que yo, aunque quisiera, no le podía ofrecer».
Y es que la casa donde viven Lelo y Luis con otros curas, seminaristas y misioneros cordalianos tiene escaleras que Luis no puede subir. El lugar en el que esperará la muerte del posible donante que le regale a él la vida es precisamente la casa de la familia de Joaquín, el viejo amigo que abre esta entrada con sus palabras. Y digo de la familia porque Joaquín se ha ido con otra mujer más joven y ahora en la casa viven su mujer, Teresa, sus dos hijos, Julia y Alejandro, y una especie de criada que es más amiga que otra cosa, Darlis, con su hija Rosina. De esa manera Luis pasa a vivir algo que, aunque experimentado en su infancia, descubre ahora desde otro punto de vista: la vida en familia ahora como padre, porque los tres niños de la casa llegan a ser para él como hijos a los que enseñar todo lo que sabe y lo que le apasiona: el cine y la ópera. «Joaquín sostiene, y yo estoy de acuerdo con él, que si todavía hay algo de afición por la ópera y sobre todo por el buen cine en Medellín, e incluso en Colombia, buena parte de esto se le debe a Luis Córdoba».
Luis es un cura bueno, aunque tal vez no sea un buen cura. Ama la vida y cae con frecuencia en el pecado de la gula, el pecado que puede acabar con él. Luis descubre, tal vez demasiado tarde, que privarse del amor físico (nunca ha caído en la lujuria) puede haber sido un gran error en su vida, un error que quisiera subsanar. Luis se ha dado a placeres poco ortodoxos como el cine, no siempre el más adecuado a su condición de sacerdote católico, y la ópera. No, puede que no sea un buen cura (o puede que él sí lo sea y sean los demás los que se alejan de lo que debería ser su obligación sacerdotal), pero nadie puede negar que es un buen hombre. También lo es Lelo, aunque él sí que peca contra el sexto mandamiento y además, como lo considera la Iglesia, contra natura.
La novela tiene dos narradores fundamentales. Aurelio Sánchez y Joaquín Restrepo, este sobre todo mediante conversaciones con Aurelio. Tan solo toma la palabra al final, en el último capítulo titulado Coda. «Los papeles que acaban de leer me fueron entregados a mí, Joaquín Restrepo, en un sobre de manila sellado, directamente de las manos del padre Aurelio Sánchez [...] Puedo asegurar que, salvo unas pocas correcciones ortográficas o gramaticales, no intervine el texto. Creo poder decir que simplemente lo pasé en limpio». Joaquín empezó a obsesionarse con los recuerdos de Luis al enfermar él mismo del corazón. Entonces acudió a Lelo como la persona que mejor había conocido al sacerdote para que le contara todo lo que supiera sobre el Gordo.
Héctor Abad Faciolince |
No había leído nada acerca de este libro y he de decir que hasta el final estuve dudando sobre la veracidad de la historia. ¿Existieron Luis Córdoba, Aurelio Sánchez y, ya puestos, Joaquín Restrepo? Tuve que llegar al final del libro, después incluso de la Coda en que Joaquín nos cuenta cómo le llegaron los papeles de Aurelio, para leer lo siguiente: «Si alguien llegara a sospechar que esta historia se basa libremente en la vida de Luis Alberto Álvarez, un sacerdote extraordinario, un cura bueno de quien fui amigo, estaría en lo cierto», palabras que firmaba HAF. A partir de ahí, ya empecé a consultar y a leer entrevistas con el autor y supe que Salvo mi corazón, todo está bien es tan solo una novela. Una novela inspirada por un personaje real, Luis Alberto Álvarez, también apodado el Gordo, que solo tiene en común con Luis Córdoba su amor por la comida, el cine y la ópera. Y el hecho de ser buenas personas.
Esta es una novela escrita por un agnóstico y dedicada a su madre, una mujer muy creyente. Es una novela atípica, como el propio autor dice en una entrevista, «Hoy en día una novela correcta políticamente habla siempre de curas perversos, pederastas, de violadores de niños, de abusadores. Mi novela es incorrecta y va contra esa corriente porque los curas protagonistas, Aurelio Sánchez (el narrador), Luis Córdoba (el alter ego de Luis Alberto) o Carlos Alberto Calderón (otro cura real del que también se ocupa la novela), son los tres hombres cultos, buenos, absolutamente dignos y valiosos».
Luis Alberto Álvarez |
Es una novela que por su temática nunca me habría animado a leer, pero la firmaba Héctor Abad Faciolince y eso suponía una garantía y una tentación demasiado fuertes. Es la tercera novela que leo del autor y no desmerece ninguna de la otras dos, "El olvido que seremos" y "La Oculta".
Título del libro: Salvo mi corazón, todo está bien
Autor: Héctor Abad Faciolince
Nacionalidad: Colombia
Nacionalidad: Colombia
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2022
Año de publicación original: 2022
Nº de páginas: 360
Tampoco yo he leído nada de este libro. Lo estoy viendo mucho últimamente, pero no me he detenido ni a interesarme por su sinopsis. No he leído nada del autor. Sé de El olvido que seremos y de lo maravillosa que todo el mundo dice que es esa novela. Y creo que si aún no me he animado a leerla es por miedo a que no cumpla tan altas expectativas.
ResponderEliminarNo dudo para nada que entre los curas haya buenas personas. Habrá de todo, como en todas partes. No sé si el Gordo (tanto el ficticio como el real) además de buen hombre sería buen cura. Sí sé que me resulta difícil conciliar que se pueda ser buen cura sin ser buen hombre.
Besos
Yo leí El olvido que seremos mucho antes de la fama que obtuvo posteriormente, sobre todo a raíz de la película. La leí para la tertulia del instituto y me entusiasmó. De hecho, nos entusiasmó a todas (hay dos hombres en la tertulia, pero como son minoría admiten de buena gana el femenino). Entiendo las reticencias que tienes pues serían las mismas que tendría yo en tu lugar.
EliminarEsta nueva novela del autor también la he leído para la tertulia, pero ha habido más opiniones tibias o incluso negativas que positivas. A mí me ha gustado, pero reconozco que no es una historia para cualquiera y el tema que trata no es del gusto de todos.
Un buen cura siempre debería ser un buen hombre, pero el protagonista de este libro es un buen hombre que no responde a la ortodoxia de un buen cura..
Un beso.
Creo que es un buen intento, colombia despues de Gabo no ha sacado otro grande. Un tanto snob se me antoja el autor.
ResponderEliminarHéctor Abad Faciolince es un autor que me gusta, pero compararlo con Gabriel García Márquez es algo que no se me ocurriría. Snob. ¿Por qué? No me lo parece. Aunque la verdad es que sólo he leído tres novelas suyas.
EliminarUn beso.
Me gustó mucho El olvido que seremos y la peli que el año pasado hicieron a partir de la novela. Desde entonces nada he leído de Abad Faciolince. Tomo nota de esta novela que me resulta curiosa.
ResponderEliminarUn beso
Leí El olvido que seremos en 2011, mucho antes de la película. De hecho nadie había oído hablar de la novela cuando alguien la propuso para la tertulia del instituto. Me sorprendió mucho y me gustó muchísimo.
EliminarEsta última historia, como le cuento a Lorena, es mucho más polémica. Al menos polémica hubo en la tertulia pues eran más los que no estaban muy convencidos que los que la hemos disfrutado. Por lo que me han contado porque yo no pude asistir. Si la lees me gustará saber tu opinión.
Un beso.
Creo con sinceridad que de todo hay en la viña del Señor. Curas pederastas ¡claro! y bomberos irresponsables y políticos deshonestos y policías corruptos naturalmente. Estamos hablando de personas humanas con debilidades, enfermedades, desviaciones y sicopatías variadas. Pero de eso a atacar con saña a todo un colectivo, porque haya mucha rabia enquistada y ganas de revancha, va un abismo.
ResponderEliminarEs cierto que un hombre consagrado y con ciertos votos que cumplir ha de ser más consecuente con sus acciones y ejemplos.
No juzguemos si no queremos ser juzgados. Y sobre todo respeto a quien se lo merezca por sus méritos y comportamiento ejemplar.
De este autor solo El olvido que seremos ha sido leído. Y me pareció una historia entrañable.
Besos, querida amiga.
A pesar de mi descreimiento siempre he pensado que algunos religiosos, curas y monjas, hacen una labor encomiable y necesaria que sin ellos nadie más haría. Y los hay malos, como dices, igual que en cualquier otro grupo humano. Los delitos sexuales que abundan entre ellos puede que se dieran con mucha menor frecuencia sin la lacra del celibato. No disculpo nada por supuestísimo, pero creo que eso es lo que explica la mayor incidencia de este tipo de delitos en el estamento religioso.
EliminarLos curas de esta historia son buena gente, al menos los protagonistas porque pulula por ahí alguno que también tiene lo suyo.
Un beso.
La tengo a medio leer. Hay partes que me gustan más que otras, pero sí es una historia que me atrae. Para mí también era una garantía que fuera Faciolince su autor. Recuerdo que cuando lo entrevisté para esta novela, hablaba siempre con los ojos cerrados. Decía que así se concentraba mejor en las preguntas y en las respuestas. Besos
ResponderEliminarTenía el libro apuntado desde que leí tu entrevista a Héctor Abad Faciolince. Casualmente lo pusieron para la última tertulia literaria y a la mayoría de la gente le pasó como a ti, partes bien y partes menos bien. A mí me ha gustado todo. Sí que algunas cosas atrajeron más mi interés, pero eso pasa con todas las novelas en mayor o menos grado. El balance general ha sido muy positivo.
EliminarUn beso.
Justo estoy con este libro. Me animé a leerlo después de escucharle en una entrevista de Libros de arena. Es el primero que leo de este autor.
ResponderEliminarA ver qué opinas de él. Yo he leído otros dos y todos me han gustado mucho. Espero que lo disfrutes.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. Yo sí había oído al autor hablar en varias entrevistas sobre esta novela y ya la tenía anotada. La verdad es que de Faciolince solo he leído "El olvido que seremos" pero me gustó muchísimo y por tu reseña creo que esta también me va a gustar. Enfermó del corazón mientras la escribía y creo que retrasó la operación para terminarla por lo que pudiera pasar...
ResponderEliminarAlgo había leído acerca de la enfermedad del autor en la entrevista que le hace Marisa en Lecturápolis. Imagino que el autor se ha querido representar en el personaje de Joaquín Restrepo que al enfermar del corazón le pide a Aurelio que le hable de Luis Córdoba.
EliminarEs una novela muy distinta (aunque puede que no tanto) a El olvido que seremos, pero muy a tener en cuenta.
Un beso.
Pues mira, me parece bien, Rosa, que además de lo mucho que se habla del lado oscuro De la Iglesia y sus acólitos, pues que se hable sobre curas buenos, porque haberlos aylos, claro. No soy de encasillar, pero también es cierto que como tú, tampoco soy creyente, ¿atea, agnóstica? igual sí, pero da igual. Para mi lo de verdad importante en esta vida no son tus creencias religiosas, sino ser buena persona, hacer el bien. Y en la Iglesia, pues habrá de todo (te cuento que tuve una tía monja, creo que la mejor persona que he conocido en el mundo y probablemente conoceré, que tampoco era una buena monja, pero que era la mejor persona, un poco como el Gordo, me la ha recordado mientras leía tu reseña)
ResponderEliminarDisfruté viendo la película "El olvido que seremos" y de eso conozco a Abad Faciolince, porque supe que estaba basada en su novela.
Esta, no la descarto para nada
Un beso
¡Yo también tuve una tía monja que era muy buena! Y tampoco debía de ser una monja muy al uso porque se terminó marchando y se casó y todo.
EliminarEn cualquier grupo humano hay gente buena, menos buena y mala. Lo que pasa es que la religión es un tema muy polémico con casos delictivos muy sensibles y de los que más indignación provoca y se corre el peligro de meter a todo el colectivo en el mismo saco.
Si te gustó la película, la novela El olvido que seremos te gustará mucho más. Al menos eso me pasó a mí.
Un beso.
Del autor solo he leído su maravillo El olvido que seremos, pero no he leído nada más y no sé por qué. Este libro ni siquiera lo conocía, pero me lo llevo bien apuntado, que creo que lo voy a disfrutar también.
ResponderEliminarBesotes!!!
Esta es su última publicación. Yo leí hace unos años otra novela, La Oculta, que también me gustó mucho. Ojalá disfrutes de este libro.
EliminarUn beso.
Hola Rosa. Yo sí soy creyente pero no me molestan los que no lo son, los que sí me molestan son los que no respetan a los demás, porque en estos temas no hay verdades absolutas. Cada uno cree en lo que le da la gana mientras no haga daño a nadie. Y digo yo que hay buenos curas y auténticos miserables, como en todas las profesiones. De la novela lo que me llama la atención es eso, que haya buenas personas porque a mí las buenas personas me ganan por la mano y creo que muchas veces es más difícil hacer personajes buenos que además sean interesantes que malos, porque esos ya de mano hacen cosas que nosotros no haríamos y es un punto de atracción. No he leído nada del autor porque me lo imagino de esos de leer con calma, sin querer pasar páginas a todo dar, y a veces a uno no le da el ánimo. Me apunto este también y a ver si empiezo.
ResponderEliminarBesos
A mí me pasa lo mismo. No soy creyente, pero respeto mucho las religiones. Creo que son creencias muy íntimas, como yo tengo otras, como todos tenemos las nuestras, y todas son dignas de respeto. Lo único que no se debe respetar es la falta de respeto.
EliminarLos curas de esta novela, al menos los protagonistas, son buenas personas, pero no son estrictos con las normas que rigen el sacerdocio. Eso los hace más humanos y muy interesantes también.
No es un autor de pasar las páginas deprisa, como dices, pero no obstante es de los que enganchan. A mí los tres libros que he leído del autor me han tenido pegada a la página. Ojalá te animes y nos cuentes tus impresiones.
Un beso.
Buenos días, Rosa.
ResponderEliminarLa tendencia actual es sembrar discordia siempre, da igual el tema que se trate. En cualquier sociedad y grupo de pensamiento se encuentran personas buenas, personas no tan buenas y personas malas. La ideología que se siga, cualquiera que sea, no te adjudica la plena verdad, ni te inmuniza contra la perversión del entorno. Me ha gustado lo que cuentas en tu reseña, y la objetividad de la novela sobre la que hablas. Es bueno encontrar intelectuales que saben distinguir el grano entre la paja.
Un abrazo, y gracias por esta interesante propuesta!!
Cualquier ideología es respetable salvo las que se basan en faltar al respeto (racismo, homofobia, machismo, etc.), y cualquiera tiene entre sus adeptos buena gente que camina y mala gente que va apestando la tierra que diría Machado, bueno donde los hubiera. Los dos protagonistas del libro son de ese tipo de buena gente y son curas, pero podrían haber sido cuqlquier otra cosa: seguirían siendo buenos.
EliminarUn beso y gracias a ti.
Hola Rosa, del autor leí El olvido que seremos y a mi no me gustó, me costó muchísimo entrar en la historia y no conseguí conectar con el estilo del autor, tal vez fuera el momento en que lo leí, no sé. Este por lo que cuentas me parece interesante, igual debería darle otra oportunidad. Besos..
ResponderEliminarNo sé qué decirte. Me gustó tanto El olvido que seremos que pienso que si a ti no te gustó o, como dices, te pilló en mal momento o es que es una autor que no te va. Sin más. A mí me gusta mucho y El olvido... aún me gustó más que esta. El tema me interesó más. Aunque esta me ha gustado mucho también. Cuéntame si te decides.
EliminarUn beso.
Hola.
ResponderEliminarYo tampoco sé si soy atea o agnóstica, y tampoco intento clasificarme.
Me ha llamado mucho la atención, me parece una historia diferente.
Muy feliz día.
Desde luego, no es un tema que se aborde mucho hoy en día. Además el autor escribe muy bien y a mí me engancha y me interesa mucho.
EliminarUn beso.