"Laura" Vera Caspary

Laura (Otto Preminger 1944) es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. No sé cuándo la vi por primera vez, pero fuera cuando fuera, infancia o primera adolescencia, dejó en mí una impresión profunda. Nunca olvidé el cuadro en el salón de la casa de Laura o ella apareciendo en la noche con su chubasquero amarillo. ¿Amarillo? Es posible. La película es en blanco y negro, pero yo siempre he visto ese chubasquero de un amarillo muy vivo. Nunca me decidí, sin embargo a leer un libro con el mismo título que tenía mi padre entre sus novelas de la infancia. Por entonces andaba más preocupada de Verne, Salgari, Dumas o Dickens y tampoco relacioné la película con él.  Seguí viendo la película siempre que tuve oportunidad, pero el libro siguió entre los más viejos y olvidados de la casa. Hace unos meses escuché a Marta Marne en su podcast Hora de la muerte un episodio dedicado a Vera Caspary y allí descubrí que aquel libro que tenía mi padre y que se titulaba Laura era el que había dado lugar a la película. 

Indagando más, descubrí también que el ejemplar en cuestión era una pequeña joya. Se trata de la edición de 1945 en la colección El séptimo círculo propuesta por Borges y Bioy Casares a la editorial Emecé y que nació en el mismo 1945. Laura es en concreto le séptima novela publicada en esta colección. El séptimo círculo llegó a publicar 366 volúmenes, el último en 1983. El nombre se refiere al séptimo círculo del infierno que Dante reservó en su Divina Comedia para los violentos. Esto para los que dicen que el género negro es un género menor. 

Rescaté el libro de la caja en la que se encontraba en el trastero de mis padres y lo puse en mi estantería de pendientes. Cuando vi que era uno de los recomendados para el reto Serendipia recomienda 2023, no lo dudé. Pero vamos a dejar ya mi aventura particular con el libro y la película y vamos a hablar de Laura.

«LA CIUDAD ESTABA TRANQUILA aquel domingo por la mañana. Los millones de neoyorquinos que por necesidad o preferencia se quedaban en la ciudad durante los fines de semana estivales estaban sumidos en una gran lasitud debido a la humedad reinante. Una espesa bruma, que tenía el olor y producía la sensación del agua en la que se hubieran lavado muchos vasos de soda, envolvía la isla. Me parecía que, entre todos esos millones de seres, tan sólo yo, Waldo Lydecker, estaba, pluma en mano, trabajando. La jornada anterior, llena de sobresaltos y emociones, me había hecho olvidar todos los pesares. Ahora, después de recuperar fuerzas, me disponía a escribir el epitafio de Laura. Mi dolor por su muerte repentina y violenta hallaba alivio al considerar que si mi amiga hubiese vivido hasta una edad muy avanzada, quizá hubiera caído en el olvido, mientras que la violencia de su muerte y el talento de su administrador le brindaban una excelente ocasión de lograr la inmortalidad».

Ahora, Waldo Lydecker está a punto de recibir la visita de Mark McPherson. MacPherson no es un miembro cualquiera del Departamento de Policía de Nueva York. De hecho solía dedicarse a casos relacionados con la política y no con el asesinato de una joven a la que dispararon en la cara cuando abrió la puerta de su apartamento a su asesino. Y no solo se encarga de un caso por debajo de sus capacidades, sino que visita a Lydecker en su propia casa. Claro que Waldo no se deja asustar por cualquiera y rápidamente intenta poner en evidencia la condición de patán que aprecia en él 

«—¡Cuidado, joven! Ese objeto es de inapreciable valor. 

Se volvió tan bruscamente que la alfombra resbaló sobre el suelo encerado. Para no perder el equilibrio se apoyó en la vitrina. Todos los objetos de cristal y porcelana oscilaron.

Yo pensé para mis adentros: "Parece un elefante en una tienda de porcelanas", y como la idea me devolviera el buen humor, le alargué la mano».

Lydecker era uno de los mejores amigos de Laura. Su mentor, se puede decir pues debido a los muchos años que le sacaba, él fue quien la enseñó a moverse entre la sociedad de Nueva York, le hizo apreciar el arte, los buenos vinos y whiskys, la forma elegante de vestir, comer, moverse... Lydecker es un hombre elegante, escribe en los periódicos es muy conocido en los ambientes culturales de la ciudad, y de su mano, siempre Laura, brillando con luz propia.

Laura (Gene Tierney) y Shelbi Carpenter (Vincent Price)

Muchos son los misterios que encierra el asesinato de la joven. ¿Por qué estaba en su apartamento por la noche si había decidido viajar a Connecticut esa misma tarde para descansar unos día antes de su boda con Shelby Carpenter la semana siguiente? ¿Por qué anuló la cena que tenía programada con Waldo para ese viernes? «Dijo a Shelby que necesitaba cuatro o cinco días de soledad para tender un puente entre la campaña de propaganda de unas cremas de belleza y su luna de miel, porque no quería estar nerviosa al comenzar su nueva vida. Nunca se le ocurrió que ella pudiese tener otros planes. Tampoco puso objeciones a su cena de despedida conmigo. Laura había decidido, o por lo menos eso le dijo a Shelby, salir de mi casa a tiempo para tomar el tren de las diez y veinte».

Pero Laura anuló la cena, y le dio al taxista la dirección de la Estación Central. Nadie volvió a verla. McPherson se pondrá en contacto con todos los sospechosos, que son todos los que tenían trato con ella, desde el novio hasta Lydecker, pasando por Bessie, la aparentemente fiel criada, o por la tía,  Susana Treadwell.

Mientras investiga y va sabiendo más de la joven, una cierta fascinación se va apoderando de McPherson. «Aquella noche volví a cenar con Waldo. No sé por qué. Yo mismo me lo preguntaba en el restaurante del Lagarto Dorado al mirar su cara mofletuda por encima de una taza de sopa de nido de golondrina. Llovía. Me sentía triste. Deseaba hablar… hablar de Laura. [...] Me aferré a Waldo, temía perderlo. Despreciaba a ese tipo, pero me sentía fascinado. Cuanto más profundizaba el caso, tanto menos me reconocía a mí mismo y tanto más me sentía como un novicio en un mundo nuevo».

Distintos narradores  van alternando las voces para darnos una visión de Laura tanto en su vida como en su muerte. Waldo Lydecker, mentor y amigo un tanto posesivo, con una cierta sensación de propiedad hacia la muchacha; Mark McPherson, cada vez más metido en el caso, un caso que le obsesiona y que le va atrapando a la vez que lo que vislumbra del carácter de Laura lo va fascinando y haciéndole llegar a pensar que se ha enamorado de una muerta; Shelby Carpenter, a quien vemos hablar no como narrador sino como interrogado en un informe policial, aparece como un hombre bueno, enamorado, sin mayores problemas para dejarse ayudar por Laura, hasta el punto de verse en la novela en unas cuantas ocasiones la palabra gigolo «—No es un gigolo. Shelby pertenece a una familia. Un gigolo es más barato, en cierto modo. Usted sabe con quién trata. Pero con un hombre como Shelby no se puede deslizar el dinero por debajo de la mesa». No, Shelby no es exactamente un gigolo, pero...

Vera Caspary

Numerosos flashbacks nos van haciendo conocer a Laura. No quiero destripar la historia para quien no la conozca, aunque creo que tras la película de Otto Preminger, poca gente ignorará el devenir de los hechos. Lo que sí se puede tratar es esa imagen de Laura que vamos conociendo de distintas maneras. Laura es una mujer independiente. Tiene su trabajo y es ella la que le consigue trabajo a Shelby. Da la impresión de que su boda con el joven es más una forma de darle a él estabilidad y de que dejen de considerarla a ella pieza a cazar, y, desde luego, en ningún momento la vemos como toda una esposa sumisa y obediente. No he leído más novelas de la autora, pero lo que sí he leído y oído es que sus protagonistas femeninas mantienen una independencia muy alejada de las costumbres al uso en los años cuarenta. Descontenta con la situación social y rebelde por naturaleza, se afilió al Partido Comunista y estuvo en la famosa lista de McCarthy, pero nunca llegó a ser una verdadera comunista. Su labor consistió en apoyar manifiestos y ayudar a conseguir firmas y fondos. La imagino demasiado libre e independiente como para asumir la dura disciplina de un partido. 

Ya tengo en mi lista de pendientes Bedelia, otra novela de la autora de la que no tenía ni idea y que promete.

Este libro lo he leído como recomendación de Las inquilinas de Netherfield en su blog. Dicha recomendación me llegó a través del Reto Serendipia Recomienda 2023. Si queréis saber cuáles son las otras dos que he elegido y las que he recomendado a mi vez podéis verlo en esta entrada de mi blog.

Este libro participa en el Reto Autores de la A a la Z que organiza el blog  Lecturápolis. Con él relleno la letra C.

Este libro participa también en el Reto Doce libros pendientes de tu biblioteca como Al azar. He escogido uno que llevo viendo desde que tengo recuerdos en la librería de mi padre y que, por fin, este año me he decidido a leer). 

Título del libro: Laura

Autora: Vera Caspary
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: Laura

Traducción: M. D. A. de Derisbourg

Editorial: El Séptimo círculo

Año de publicación: 1945

Año de publicación original: 1942

Nº de páginas: 254