«Hacerse viejo es un martirio, una
jodida tortura. Y lo que más jode, por lo menos a mí, es que no puedes hacer
nada. Te vas viendo cada día en el espejo y es un desastre, a pesar de que
cualquier gilipollas te diga cosas como “qué bien te veo” o “para tu edad estás
muy bien”. Qué bien te veo... ¡Y unos cojones!
Hacerse viejo debería estar
prohibido. Deberían llevarnos a algún sitio, a un hospital o a un matadero, y
darnos matarile de un chute o algo así, como en aquel libro de Huxley, ¿o era
de Orwell? Joder, últimamente se me olvidan los nombres. Seguro que el capullo
del Pirri lo sabe, se lo preguntaré después. Aunque sé que no lo haré porque se
me olvidará, porque mis neuronas desgastadas no dan para más. Cuando empiezan a
olvidársete los nombres de calles, grupos musicales o directores de cine, date
por jodido.
Hacerse viejo ya es chungo si has
llevado una vida de pureta, pero si eres un tipo como yo, que se ha metido de
todo, la vejez es un calvario de la hostia. Te salen patologías de esas que te
enteras de que existen por primera vez en la consulta del médico».
Pero además de estos dos personajes de su novela anterior, encontramos a muchos otros que los adictos al autor ya conocemos de sus trabajos anteriores. Aparecen los supervivientes porque la vida que han llevado ha ido dejando por el camino a muchos de ellos. El Botas es aquel adolescente que conocimos en Yonqui con dieciséis años. Están también el Pirri y el Tijeras, y el bar del Julito, en el que tantas horas pasaron en Narcopiso. El Pirri también fue protagonista en Prohibido fijar cárteles. El Banderines y el Pestaña junto con el Charlie, fueron actores fundamentales de 5 Jotas y tendrán vital importancia también en este caso.
Todos estos personajes siguen con sus vidas. Las drogas duras se han sustituido por los porros, el tabaco y, sobre todo el alcohol; sorteando las resacas con un trago más, reuniéndose en lo de Julito y dando gracias porque la muerte no se los llevó como a tantos de sus amigos y conocidos del barrio con menos suerte.
«Estudié Periodismo. Aprobé el BUP, el COU y la facultad
estando todo el día puesto de algo, el puto flipe. Mis colegas del barrio la
fueron palmando casi todos por el caballo, que yo no llegué a probar porque
sabía que me iba a gustar, que soy muy vicioso, y por aquel tiempo ya había
visto suficientes zombis por las calles. Yo me conformaba con el alcohol, los
porros, la farla... Con aquello controlaba, y es verdad que se controla. Un
tiempo. Desde luego, no toda la vida de mierda que nos tocó vivir a los de mi
generación».
Pero esa vida de mierda que ya se ha vuelto monótona está a punto de terminarse porque el edificio del bar de Julito está apunto de ser adquirido por Feldix, un fondo de inversión. Ya han comprado edificios en Lavapiés y Tetuán y ahora han vuelto su vista rapaz hacia Canillejas y el edificio donde nuestros personajes matan el tiempo que no matan durmiendo la mona o haciéndose con ella en los parques con milnueves compradas en los chinos. Y es entonces cuando el Botas, que vive con su mujer y sus hijos en el edificio decide que hay que luchar para que el edificio, y el barrio, no se convierta en apartamentos turísticos y el bar del Julito, en un Starbucks o un McDonald. Y solo se le ocurre al Botas acudir a Zip y a Roberto.
«-Dicen estos que tú eres periodista y que este es abogado- dijo después de un minuto incómodo.
-Bueno, más bien éramos- le contesté. Lo fuimos. Ahora somos unos borrachos mataos que tomamos pastillas para un montón de patologías, leves, pero crónicas.
-[...] Pero cuando te sacas un título es pa siempre. ¿O no?
-Bueno..., sí, pero...
-Lo que quiero decir es que vosotros dos vais bien de pico. ¿Te coscas?
-Claro, sí. A ver, somos del barrio, colega. Pero claro, podemos hablar como dos fumetas o como dos jodidos estiraos.
-Pues eso es lo que nos hace falta.
-¿El qué? ¿Para qué?».
Y Zip, que tiene la vida resuelta con el hostal que administra la Pili y que le proporciona el dinero suficiente para vivir entre birras, trujas y wiski, sabe desde que el Botas le cuenta la movida que va a decir que sí. Y lo que empieza siendo una visita al gerente de Feldix para pedirle que no compre el edificio, lógicamente sin resultados, se va complicando cada vez más. Las manifestaciones con vecinos de los barrios afectados, pacíficas en principio, se verán alteradas por la presencia de cabezas rapadas y de los antidisturbios. Finalmente, cuando entre en escena el Banderines, desaparecido pero en busca y captura desde la movida de los jamones, las cosas irán adquiriendo un cariz totalmente inesperado. Y es que la lucha contra un fondo de inversión que tiene de su parte toda la ayuda que el dinero puede comprar, y es mucha, se tiene que llevar a cabo con actos que estén a la altura.
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| Paco Gómez Escribano |
Pero no toda la narración corre a cargo de Zip. Hay capítulos narrados en segunda persona por Jero. A quién se dirige Jero, llamándole siempre bro, es algo que o queda en la incógnita o se me ha escapado. Aunque puede que se dirija a sí mismo. Jero es un tipo singular que también vive en el edificio amenazado.
«[...] no soy tonto. Sé que tampoco me van a dar el Premio Nobel, pero en el barrio hay peña más torpe que yo. Me llamo Jero y siempre tuve problemas para relacionarme. [...] Mis padres me llevaron al médico, por eso, por mis problemas para relacionarme con otros niños y con los profesores. Y después de muchas pruebas dijeron que yo tenía un cierto grado de Asperger, [...] A mí me parecía que yo era normal, que los raros eran los otros, y me lo sigue pareciendo, qué quieres que te diga, bro. Así que, después de asistir a terapias en las que querían enseñarme a hablar cuando yo ya sabía hablar y gilipolleces por el estilo, decidí no ir nunca más a esos sitios. Y dejé de tomar una pastilla roja que me dejaba aplanao, bro, y no me dejaba concentrarme y además no me empalmaba, ¡menuda mierda!».
Y hay capítulos, narrados en tercera persona, que nos llevan al entorno de Borja María Aguado, el dueño del fondo de inversión, y su familia.
En mi reseña de Narcopiso escribí: «En las novelas de Paco, en el Canillejas de Paco Gómez Escribano los personajes son perdedores irredentos. O lo serían si tuvieran algo que perder, pero tan solo tienen la vida y ya la consideran amortizada hace tiempo. Han perdido tantos amigos y familiares, que su propia existencia les parece una anomalía. Tal vez por eso se enfrentan a los problemas y a los que son más poderosos que ellos con la fiereza del que no tiene nada que defender. Tal vez por eso, contra todo pronóstico, terminan ganando las batallas que emprenden, aunque siempre lo hagan pagando un alto precio». Fondo buitre es una novela más amable. En ella hay más espacio para el humor, pero la historia sigue siendo muy negra; la descripción de los problemas, tan real que casi podría estar sacada de una crónica periodística; la crítica social, tan certera y despiadada como ya es sello del autor; sus personajes, tan entrañables como siempre, como dice un personaje en el libro ladrones, pero honraos, y añado yo, leales con sus amigos, fieles a su realidad de la que nunca reniegan ni le buscan falsas excusas.
Sí, creo que lo que me tiene enamorada de las novelas de Paco son sus personajes, a pesar de que si me los encontrar de noche por la calle, seguro que me llevaba el mayor susto de mi vida. Es que hay que conocerlos para quererlos. Y me encanta la visión que tiene Paco de una realidad que él ve de la misma forma que yo, pero que, por desgracia, no todo el mundo entiende de la misma manera. Y con la cita correspondiente termino mi entrada en espera de la próxima novela del autor.
«Los niños panchis corrían jugando a la pelota o montando en sus patinetes. Los papás y las mamás charlaban animadamente y sacaban sus bebidas de neveras portátiles. Reían, fumaban y supongo que eran felices lejos de sus países en los que la vida no valía nada. [...]
-Qué bien se lo pasan los capullos - le dije al Roberto.
-Sí. Están por todas partes. Y flipan. Al menos aquí curran, y ganan algo para poder vivir. En sus países es imposible. O se mueren de hambre o los matan. Y te digo más, tío, si no fuera por ellos, el sistema de pensiones se vendría abajo, más ahora, que se está jubilando la peña del baby boom.
-Es verdad. Y los fachas poniéndolos verdes y diciendo que se tendrían que ir a sus países. Menudos patriotas de los cojones».
Otras obras de Paco Gómez Escribano con año de lectura entre paréntesis y con enlace a las reseñas que escribí, algunas para la Revista MoonMagazine, son las siguientes.
"Fondo buitre" (2025)
* Poemas y textos cortos en prosa.

De todas sus novelas, solo he leído Después de la derrota. Y cómo no, gracias a tí. Me gustó mucho y esta que hoy reseñas promete igual efecto. Así que me la apunto. Otra pa la saca, je, je.
ResponderEliminarPor cierto, de quién es el soliloquio del principio. Del Zip? Sea como sea, menuda reflexión. Si casi me he sentido reflejado, ja, ja,ja.
Un beso.
Pues te recomiendo todas las restantes porque son buenísimas. la reflexión es del Zip, sí. Es un elemento curioso que a pesar de los cortocircuitos que el alcohol y la farlopa le han causado, sigue teniendo reflexiones alucinantes. Es muy bueno Paco Gómez Escribano.
EliminarUn beso.
Tu pasión por los personajes de Paco Gómez Escribano y su universo en Canillejas es contagiosa. Me encanta cómo destacas la crudeza y el humor negro que conviven en esta novela, y cómo logras transmitir la esencia de esos "perdedores irredentos" que, a pesar de todo, se aferran a su barrio con uñas y dientes. El Zip, el Botas, Pili, y esa galería de personajes tan vivos y reales me han atrapado a través de tus palabras. La forma en que describes la lucha contra los fondos de inversión, con esa mezcla de resistencia desesperada y lealtad al barrio, es vibrante. Y qué decir de esa cita final, tan cruda y tan cierta, que pone el dedo en la llaga de las desigualdades y los prejuicios.
ResponderEliminarUn beso, Rosa.
Es que realmente es pasión literaria lo que me provocan tras haberlos seguido desde su primera aventura. El barrio, ver su evolución desde los tiempos de Yonquis, los personajes, las historias, la prosa del autor, su crítica incisiva de lo que va aconteciendo en el país... Realmente merece la pena adentrarse en estas novelas que se pueden leer de forma totalmente independiente.
EliminarUn beso.