"Vidas minúsculas" Pierre Michon.

"Un día del verano de 1947, mi madre me lleva en brazos, bajo el gran castaño de Cards, al lugar donde se ve desembocar de pronto el camino comunal, ocultado hasta allí por el muro de la porqueriza, los avellanos, las sombras; hace buen tiempo, mi madre seguramente lleva un vestido ligero, yo parloteo; en el camino, su sombra precede a un hombre desconocido para mi madre; se detiene; mira; está conmovido; mi madre tiembla un poco, lo inhabitual pone su nota sostenida entre los ruidos frescos del día. Por fin el hombre da un paso, se presenta. Era André Dufourneau".
Pierre Michon tenía 39 años cuando publicó "Vidas minúsculas". Era 1984 y esta fue su primera obra. Pierre Michon había nacido en 1945 por lo tanto tenía dos años cuando, bajo el castaño de Cards, en brazos de su madre, se encontró con André Dufourneau. Dufourneau será la primera vida minúscula que Michon nos relatará; una de esas vidas minúsculas de las que se servirá para irnos contando otra vida, también minúscula, aunque no para él: la suya propia. 
Su vida que, como la de todos, empieza antes de que vengamos al mundo, mucho antes, aunque no seamos capaces de remontarnos más allá de tres o cuatro generaciones para dar cuenta de nuestra historia. André Dufourneau, será el primero porque llegó a la familia en tiempos de los bisabuelos del autor. Y llegó como un niño enviado por la asistencia pública a petición de la bisabuela para ayudar en los trabajos de la granja; un niño afortunado porque en lugar de padecer hambre, exceso de trabajo y malos tratos, sería como uno más de la familia, aprendería a leer bajo la enseñanza de la abuela del autor, para la que sería un hermano y terminaría por buscarse fortuna en África; un niño este André Dufourneau heredado en la memoria por vía materna como el ADN mitocondrial: de la bisabuela innominada a Élise, la abuela, y de esta a Andrée, la madre.
En la familia de la abuela Élise hay una reliquia:  la Reliquia de los Peluchet. Se trata de una inexpresiva Virgen con un niño en brazos, que esconde, en el doble fondo del estuche de vidrio que la contiene, unos pequeños restos de un santo que no se nombra. "La llevaron a sus lechos de agonía [...], la llevaron antes de que ganara la nada, ellos la miraron antes de naufragar, el ojo espantado de unos y el ojo enmudecido de los otros, la besaron o la maldijeron, [...]. Y el mismo impávido objeto los había recibido cuando, no menos aterrados y negándose con todas sus fuerzas, habían salido del seno de su madre [...] pues la reliquia ayudaba a las mujeres en su trabajo de parto, cuando el nombre con grandes gritos se perpetúa".
Los Peluchet desaparecieron con el siglo (XIX) y el último fue Antoine Peluchet, la segunda vida minúscula. Murió sin descendencia, por lo que la reliquia pasó a manos de su hermana mayor, que se la pasó a su única hija Marie "que casó con un Pallade. Esos Pallade engendraron a su vez dos hijas: una, Catherine, murió sin descendencia [...]; la otra, Philomène, se casó con Paul Mouricaud, de Cards, con quien concibió sólo a Élise, mi abuela; ésta, de su relación con Félix Gayaudon, sólo trajo al mundo a mi madre, que dio a luz a una hija que murió pronto, y luego a mí". También por vía materna, entre Antoine Peluchet y el autor, se heredó esta reliquia.
También son minúsculas las vidas de los abuelos Michon, Eugène y Clara, aunque menos minúsculas que las de su padre Aimé al que no conoció, desaparecido sin dejar rastro cuando el autor tenía dos años. También será minúscula la vida de su hermana, muerta antes de nacer él, y también lo será menos que la de su padre porque a esa muerta pequeña la llegó a conocer "Era ella, «la pequeña muerta, detrás de los rosales». Estaba ahí, delante de mí. Estaba muy natural, aprovechaba el sol. Tenía diez años de edad terrestre, había crecido, ciertamente menos rápido que yo, pero los muertos tienen tiempo para atrasarse, ningún deseo desenfrenado de su fin los empuja hacia adelante".
Y hay más vidas de personas que pueblan la infancia del autor y vuelven después de los años a aparecer como fantasmas del pasado. O simples fantasmas que llegan en la juventud aunque no hubieran estado presentes en la infancia. 
Como Georges Bandy, este sí párroco de su infancia en la iglesia de Mourioux, reencontrado en el hospital pisiquiátrico de La Ceylette en el que el autor se recupera del abandono, el alcohol, las drogas y la desilusión de no encontrar la Gracia; o de haberla perdido. "En esos meses funestos en que buscaba la Gracia, perdí la gracia de las palabras, del habla simple que calienta el corazón que habla y el que escucha; olvidé cómo hablar a la gente sencilla entre la que nací, a la que todavía quiero y de la que debo huir".
Como el tío Foucault que tenía nombre de filósofo y misionero. Le conoció en un hospital en el que nuestro autor que se recuperaba de una paliza más que merecida (si eso se puede merecer en algún momento). Foucault estaba ingresado por un  cáncer de garganta del que no quería curarse. O tal vez sí quería, pero razones para él fundamentales le hacían preferir no desplazarse a París, único lugar de tratamiento.

Pierre Michon
Hay casi más rojo que negro en esta reseña o comentario o lo que sea. El lenguaje del autor me embriaga de belleza y dificultad. Muchas frases tengo que leerlas varias veces; parece que se pierde en la sintaxis, que se olvida de añadir la frase principal tras enlazar una a otra varias subordinadas; parece que se olvida de cerrar los paréntesis, que se despista y se va por las ramas. Pero somos nosotros los que nos despistamos, nos perdemos entre las comas, los punto y coma, los guiones que acotan y los paréntesis. Y tenemos que releer con más atención para descubrir que nada falta y nada sobra; el autor da siempre con la frase perfecta, la expresión precisa, el párrafo seductor. Y recuerdo otra lectura hecha en las mismas condiciones hace ya varios años, y no me extraña, ya avanzada la novela, ver que menciona a Proust; y no me extraña, al buscar información tras terminar el libro, enterarme de que Proust es uno de sus referentes. "Vidas minúsculas" podría estar sacada de alguno de los volúmenes de "En busca del tiempo perdido". También se menciona la influencia de Faulkner (y de otros a los que no conozco o no he leído) y, aunque menos, también me doy cuenta de que la he encontrado.
Como Proust, como Faulkner, Pierre Michon no es el autor que una busca para pasar el rato y entretenerse una tarde perezosa de verano (o de invierno, con un chocolate caliente y la chimenea encendida en una tarde nublada y tormentosa del Cantábrico). No, al Pierre Michon de "Vidas minúsculas" hay que buscarlo para desentrañar su compleja literatura, para extasiarse ante su belleza, para emocionarse con la forma y con el contenido. Hay que buscarlo para ver como se puede contar una vida a través de otras vidas, porque ninguna vida se fragua en soledad. Cada uno vive por, para, a través, a pesar, en contra de los demás. Cada una de las vidas que se nos relatan sucede alrededor de alguna vivencia, provocan alguna vivencia, surgen de alguna vivencia del propio autor y así, uniéndolas como pequeñas piezas de un puzzle, conformamos una imagen total que es la vida del autor en sus primeros treinta y nueve años y algo antes.
De la misma manera, su vida minúscula al evocar esas vidas las dota de contenido, las resucita para nosotros y para él mismo, impedirá que se esfumen en el olvido por unos años más, por unos instantes más. "La juventud está llena de inventos y exageraciones, pero ésta no lo era totalmente: mi hermana, sí, de veras me pareció que esa niña era ella en el instante en que la vi;[...] una hija de obreros suburbanos en vestido de verano dio cuerpo al paradigma de todas las desapariciones, [...] Cuando la risa de la última mañana cae sobre Bandy borracho, cuando en un salto los ciervos ficticios se lo llevan, yo estaba ahí con toda seguridad, [...] Creo que los suaves tilos blancos de nieve se inclinaron en la última mirada del viejo Foucault más que mudo, lo creo y quizás es lo que él quiere. Que en Marsac siempre nazca una niña. Que la muerte de Dufourneau sea menos definitiva porque Élise lo recordó o lo inventó; y que la de Élise sea aliviada por estas líneas. Que en mis veranos ficticios, su invierno vacile. Que en el cónclave alado que tiene lugar en Cards sobre las ruinas de lo que hubiera podido ser, ellos sean". 

Esta novela entra además en el II reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1990. "Vidas minúsculas" está publicada en 1984.

Comentarios

  1. Hay muchos autores que se me escapan. No conocía a Pierre Michon, no había oído su nombre, ni me había fijado en un libro suyo aunque publique en Anagrama. Y en los últimos dos meses me lo encuentro por todas partes. Lo mejor será no esquivarlo más y leerlo.
    Parece interesante este "puzzle de vidas" que mencionas. Me ha recordado a "En el café de la juventud perdida" de Modiano. Puede que empiece por aquí con Pierre Michon.
    Estupenda reseña.
    Un abrazo.

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    1. Yo tampoco conocía al autor hasta que me encontré con este libro en el blog de Ana Blasfuemia. Muchos son los autores y libros que le debo a Ana.
      No he leído "En el café de la juventud perdida". De Modiano tengo mucho pendiente. De hecho solo he leído dos libros suyos: “Accidente nocturno” y “Más allá del olvido”.
      Esta novela es muy recomendable si no te importan las historias densas y las frases hermosas que hay que leer más de una vez.
      Un beso.

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  2. genial entrada! Me alegra que lo hayas disfrutado. Michon es una maravilla a la que,como tu dices, hay que buscar en el momento oportuno y quedar extasiada ante su prosa compleja, titanica y hermosa.

    Un abrazo

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    1. En sus manos la literatura se hace arte especialmente. Es complejo, pero nunca afectado o con esa falta de naturalidad que aqueja a algunos escritores que parecen decirte continuamente "¿ves lo bien que escribo?".
      Una gran novela. Gracias por la recomendación.
      Un beso.

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  3. hola Rosa! parece una lectura muy para las buhas, descubrir un autor, leerlo lento y tratando de disfrutar al maximo sus frases y decires, fantastico! veremos de conseguirlo y gracias por tu excelente reseña, siempre con un compendio de datos que la hace aun mas interesante, si cabe,!! abrazosbuhos

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    1. Ese es el secreto: leerlo lentamente, disfrutando de sus frases e historias.
      No es difícil de conseguir porque lo publica Anagrama y además está en Amazon y en "lacasa del libro"
      Un beso.

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  4. Hola, amiga Rosa :)

    Veo que sigues tal cual te dejé hace mes y pico, incombustible al frente del blog y tus lecturas. A ti y a otros, sé que hay más, habría que declararos bienes de interés cultural, jeje.

    No he leído a Pierre Michon, a partir de ahí todo lo que cuentas me parece de sumo interés.

    Hay una idea (más de una) que deslizas y encuentro fascinante; «nuestra vida empieza antes de que vengamos al mundo, mucho antes»

    Gran afirmación por tu parte. Si bien nuestra vida “hacia delante” se encuentra con el muro del abrupto final, la muerte, nuestra vida “hacia atrás” tiene una larguísima trayectoria, muchas veces desconocida. A nada que desandemos el camino, remontando el curso de ese río vital, podríamos llegar al origen del majestuoso río (como el mostrado en la portada) …un minúsculo (Vidas Minúsculas) hilo de agua deslizándose por las rocas alpinas.

    Es cierto, Rosa, una vida es consecuencia de muchísimas vidas anteriores, de las decisiones que tomaron, y las contingencias que atravesaron. Dicho esto, poseer la vida y disfrutarla es un misterio de la naturaleza. La literatura es una hermosa manera de intentar descifrarlo.

    Tomo buena nota. Un fuerte abrazo.

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    1. ¡¡Bienvenido, Paco!! Qué alegría que vayáis volviendo.
      Aquí he seguido sin desfallecer y con reseñas, no sé si buenas, pero sí de novelas muy buenas. He tenido una racha veraniega de grandes lecturas.
      Esta es una gran novela porque contar la vida propia (o una de ficción) a través de algunas de las personas que la han ido poblando es original y resulta muy interesante. Nos hacemos con las vidas ajenas a las que, además, damos cuerpo con nuestra propia vida y nuestro recuerdo. Nunca vi mejor plasmado aquel poema de John Donne: "Nadie es una isla, completo en sí mismo..."
      La vida es un misterio maravillosos sobre todo por lo que tiene de casual.
      Un beso.

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  5. Estamos hechos de historias, no solo propias sino también ajenas que influyen en las nuestras, muchas veces sin conocer esas historias, muchas veces sin conocer siquiera a quienes las protagonizan. Me gusta el planteamiento de esta novela. En cuanto al estilo del autor, complejo por lo que percibo, alguna vez he salido airosa de esas frases interminables que muchas veces hay que releer desde el principio para no perder el hilo, alguna incluso me he deleitado en ellas y me he maravillado ante todo lo que encierran y plantean. Supongo que todo depende del feeling que se tenga con el autor e incluso del momento en el que se emprenda la lectura. Bueno, dejo este título anotado, que él decida ese momento.
    Besos

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    1. Es curioso, pero es cierto aunque nunca lo pensamos. Como dice Paco, el fin de cada vida llega con la muerte, pero para el principio hay que remontarse mucho en el tiempo. Somos el producto de muchas casualidades, no solo biológicas, sino históricas, sociales, culturales y familiares. Si alguna hubiera fallado, nada de nosotros habría sido posible. pensarlo da vértigo.
      A mí no me importa tener que releer frases complejas, siempre que digan algo y no sean puro artificio. Tiene mucho que ver, en efecto, con el feeling que alcances con el autor y con el interés de lo que cuenta. Y esta novela, me interesó y me cautivó desde el principio.
      Un beso.

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  6. Hay libros así, que suponen todo un reto. Pero como dices, hay que dedicarle el tiempo, disfrutar con leer dos y tres veces el mismo párrafo, luego viene la sensación del triunfo cuando entendemos qué quiso decir el autor.

    Te hizo sentir, eso es lo más importante. Y a mí tu reseña. ¡ Muy buena !

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    1. Hola, Leslie. Bienvenida de nuevo. Cuáto tiempo sin saber de ti por aquí.
      Este es un libro para sentir, exactamente. Vas leyendo y te vas quedando prendada de la forma de escribir tan bella del autor y de cómo personas a las que algunas ni siquiera llegó a conocer fueron conformando su vida. Muy recomendable.
      Un beso.

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  7. No sé qué me pasa últimamente pero creo estar "rodeada" de autobiografías, al menos esta parece que es totalmente cierta ¿no? Lo digo porque ya llevo leídas dos novelas ("Duelo" y "Ordesa") de lo que ahora llaman "realismos del yo" donde se mezcla lo real con lo inventado y a mí no me termina de convencer.
    No sé yo si me leeré esta que nos traes, porque esa referencia a Proust no me gusta, yo soy de leer tranquila y de enterarme a la primera, si tengo que leer algún párrafo más de dos veces... ya no me mola tanto la lectura.
    Gracias por la reseña y por presentarme a Michon.
    Un besote.

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    1. Es cierto que empieza a abundar mucho la novela autobiográfica con mezcla de ficción. En tu blog te he comentado al respecto. Espero tu reseña de Ordesa: A ver si me animo o no. Ando con la duda.
      Cuando empecé con Proust y "En busca del tiempo perdido" pensé que igual tenía que abandonarlo. Sus frases son tan largas y su sintaxis tan compleja que parece que nunca vas a llegar a entenderle, pero te va atrapando con los ambientes en los que te sumerge y te quedas alucinada de las descripciones que hace y de pronto te das cuenta de que te ha enganchado por completo. Fui alternando sus siete novelas con otras lecturas y en un par de años había terminado.
      La literatura de Michon me lo ha recordado.
      Un beso.

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  8. Me lo apunto, no lo conocía y creo que me gustaría =)

    Besotes

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